Faro de Vigo

Faro de Vigo

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Abel Rodríguez Canal | Responsable de la Unidad de Tuberculosis del CHUO

“Hacer mal el tratamiento es el camino para una tuberculosis resistente”

Abel Rodríguez Canal, en su consulta en el CHUO. | // IÑAKI OSORIO

Abel Rodríguez Canal es neumólogo y responsable de la unidad de prevención y control de la tuberculosis (UTB) del Complexo Hospitalario Universitario de Ourense. Este jueves, día Mundial de la Tuberculosis, participó, junto a otros expertos, en los actos organizados por la Consellería de Sanidade para celebrar los 25 años de creación del plan gallego de prevención y control de esta enfermedad, que supuso una reducción del 80% en el número de casos nuevos.

–¿Se habla poco de la tuberculosis?

–La tuberculosis es un problema de salud pública a nivel mundial y en el mundo desarrollado también tiene una carga importante. En España, y en Galicia concretamente, lideramos las tasas de incidencia, si bien es verdad que están disminuyendo. Se habla poco de tuberculosis, sí, y en los dos últimos años nada. El foco ha estado en otra enfermedad, pero la tuberculosis no ha desaparecido. Llevamos años peleando con escépticos y negacionistas, porque da la sensación de que esta enfermedad ya no existe, que está superada o erradicada, y no es así. Hay pocos casos, pero es una realidad todavía.

–¿Es una enfermedad controlada?

–El control es una cuestión de número. Se ha decidido que por debajo de los 20 casos por cada cien mil habitantes está controlada. Nosotros alcanzamos esa cifra hace años.

"Llevamos años peleando con escépticos y negacionistas, porque da la sensación de que esta enfermedad ya no existe"

decoration

–Dice que Galicia lidera las tasas de incidencia en España. ¿A qué se debe?

–En 1996, la Dirección Xeral de Saúde Pública implantó en toda Galicia un programa de prevención y control de esta enfermedad, y ese programa incorporó la búsqueda activa de casos. Probablemente en otras comunidades hay una infranotificación y eso da una cifras más bajas. Cuando se inició el programa había más de 70 casos por cien mil habitantes en Galicia y hoy estamos en 14,5. El programa ha conseguido una reducción muy acusada, aunque en los países de nuestro entorno las cifras están en 5 o 6. A nosotros nos cuesta un poco más llegar ahí, pero estamos en el camino.

–¿Cuál es la incidencia en la provincia de Ourense?

–Nos movemos en ese mismo dato que en Galicia, quizá un poco menos. En números absolutos, llegó a haber más de 200 casos en la provincia, y el año pasado llegamos a 40. Hemos reducido la incidencia de una manera importante. Parece que ahora cuesta más bajar, porque al tener menos casos, la caída se va ralentizando.

"Parece un catarro, una infección respiratoria sin más, y hay que estar muy alerta y sospechar"

decoration

–¿Cuesta diagnosticar esta enfermedad?

–El bacilo que provoca la tuberculosis es un depredador, y la primera característica de un depredador es que no da muchas señales al principio. De una persona con tuberculosis no hay que esperar nada espectacular, solo unas décimas de fiebre, un poco de tos, cierta fatiga... El paciente no está seguro de que tienen una enfermedad que requiere ir al médico. Entonces hay un retraso al acudir al sistema, y después el sistema también puede tener cierto retraso. Pero digamos que en el caso de la tuberculosis pulmonar, cuando el paciente llega y hay una sospecha, el diagnóstico puede estar en una semana. El problema es que a veces hay una demora de dos o tres semanas en acudir al sistema sanitario. Parece un catarro, una infección respiratoria sin más, y hay que estar muy alerta y sospechar. Todos nuestros compañeros de atención primaria y atención hospitalaria conocen perfectamente esta realidad y saben que tenemos que hacer radiografía de tórax ante un catarro que ha durado más de 7 o 8 días y que puede ser otra cosa.

–¿Cuál es el perfil del paciente de tuberculosis?

–En Galicia, la mayoría son varones, en una proporción de 6 a 4. Lo habitual es que sean pacientes jóvenes, entre 35 y 55 años, que son los que tienen más contactos laborales y sociales, e implican un rastreo de posibles infectados y enfermos más extenso y laborioso. También alguna carga de enfermedad en niños, pero muy poca, y en personas mayores.

–Ustedes ya rastreaban contactos antes del COVID.

–Para nosotros no fue ninguna novedad. Llevamos haciéndolo desde que hay programa de tuberculosis. Partiendo de los casos índice, los iniciales, hacemos el rastreo, sobre todo en los casos de tuberculosis pulmonar. Si hay un caso en una fábrica, empresa, colegio, universidad… acudimos allí para hacer el estudio y que no se escapen casos.

–¿Es fácil la transmisión?

–La transmisión es aérea, y es verdad que no tiene esa capacidad de contagio que tiene por ejemplo esta última variante del coronavirus. En general hace falta un contacto mantenido. Nosotros primero nos dirigimos a los contactos diarios del enfermo, y después vemos los esporádicos, donde también podemos encontrar casos, pero es muy raro. Si el contacto es muy estrecho, en un lugar cerrado y durante mucho tiempo, basta un día para enfermarse.

–¿Cuál es el tratamiento para esta enfermedad?

–Hay tratamiento curativo desde hace 60 años, pero es complicado, porque son varios antibióticos y es muy largo. Todavía es de seis meses como mínimo y de entrada con cuatro antibióticos que después pueden pasar a dos. Son fármacos que pueden dar efectos secundarios y que hay que vigilar. Es muy fácil poner el tratamiento correcto, pero es más difícil curarse porque hay que asegurar que se completa, tenemos que estar muy encima del paciente para que no haya abandono. Puede ocurrir que el paciente, al cabo de un mes, se encuentra muy bien y no quiere seguir sufriendo los efectos secundarios de las pastillas. Si en ese momento lo deja, va a recaer seguro. El camino para una tuberculosis resistente es hacer mal el tratamiento. Es lo que tenemos que evitar, que la bacteria se haga resistente a alguno de los antibióticos porque entonces el pronóstico es mucho peor. En general, al cabo de un mes el paciente se puede reintegrar a su actividad: no es contagioso, va a tener pocos síntomas y tendrá que tomar dos o tres pastillas al día y hacer un seguimiento con nosotros, pero puede hacer vida completamente normal.

–¿Hay suficiente investigación sobre la tuberculosis?

–Esta enfermedad es un problema en países menos desarrollados, sobre todo en África. Quizás la investigación se está resistiendo, y con el COVID se ha resentido porque se han retraído recursos de la tuberculosis. Hay varios fármacos en estudio que probablemente en poco tiempo reducirán el tiempo de tratamiento a 3 o 4 meses.

"Es un gran reto y estamos a punto de contar con una vacuna que sea realmente efectiva, que impida la enfermedad"

decoration

–¿Qué avances se han producido en torno a la vacuna?

–Es un gran reto y estamos a punto de contar con una que sea realmente efectiva, que impida la enfermedad. Hoy tenemos una vacuna de hace 100 años que disminuye los casos graves, pero no evita la enfermedad. Hay vacunas en estudio en fase 3 y 4, que podríamos tener en cuestión de dos o tres años. Eso sería un gran avance, porque la tasa de disminución de la enfermedad a nivel mundial es del 1 o el 2% anual, esto quiere decir que tenemos tuberculosis para muchos años a no ser que contemos con una vacuna en breve plazo. Una muy bien colocada está liderada por la Universidad de Zaragoza y se va a fabricar en Porriño. Está a punto de poder ser comercializada.

Compartir el artículo

stats