Imaginar que sus nietas tengan que separarse de su hijo y de su nuera, o sus sobrinas de sus padres, aflige a Svitlana, afincada en Ourense con su hermana Ivanna y su hija Kris. En Ucrania, bajo la amenaza de una guerra desatada por Putin, permanecen su padre –en Járkov–, su prima –en Kiev–, así como su hijo, sus nietas, su nuera –muestran una foto de las pequeñas en el Parque de San Lázaro, hace unos años–, su madre y otra hermana, casada y con hijas.

“Me gustaría por lo menos traer a las niñas pero es durísimo pensar en distanciarlas de sus padres, con los que han pasado toda la vida. Es tan triste. Las niñas no quieren marcharse sin papá, mi nuera no quiere hacerlo tampoco sin su marido, y para mí es un calvario”, lamenta Svitlana, emocionada.

Svitlana (d.) y su hermana Ivanna, con fotos de sus familiares. FERNANDO CASANOVA

Olga, que recaló hace 20 años en Ourense desde Ucrania, también llega a las lágrimas al relatar una vivencia cercana, una de las miles de historias del sufrimiento que está causando la invasión rusa: “Tengo una sobrina de 8 años que, al empezar la guerra, le dijo a su madre, llorando: Mamá, qué suerte tuviste porque por lo menos viviste algo”.

A 3.500 kilómetros de casa, el dolor de los allegados está muy presente. “Desde que me levanto y hasta que me acuesto tengo puestas noticias de allí. Estás trabajando pero en la cabeza siempre estás pensando en Ucrania. De momento podemos contactar con ellos y es un alivio enorme. Lo hacemos miles de veces todos los días”, dice Svitlana.

"Nunca nadie consiguió unir a Ucrania tanto como este monstruo. Solo tenemos una meta, liberarnos, pero no sabes hasta cuándo podrán aguantar, y eso te da impotencia y rabia"

Olga llegó a Ourense sola, hace dos décadas. Siguieron su camino, después, su hermana y su marido. Olga echó raíces en Ourense, donde tiene una hija, pero en su país continúan su madre, dos hermanas y sobrinos con niños pequeños. Todos los días comienza poniéndose en contacto con los suyos.

Andrii, en cambio, no sabe nada de sus abuelos octogenarios, sus tíos, tías y primos desde hace más de tres días (este viernes). “No tienen electricidad, agua o calefacción y la ciudad está bloqueada y no dejan pasar la ayuda humanitaria. Los están bloqueando como Leningrado en la Segunda Guerra Mundial”.

"Parece mentira que se olvidara la historia de 1939, con Hitler. La ignorancia de hoy puede ser el sufrimiento de mañana. No me esperaba que en pleno siglo XXI se llegara a este paso tan lamentable"

Él ya fue testigo del horror en 2015, en su ciudad de Mariupol. Junto a su madre y a su hermano pequeño se refugiaron en España. En Ourense suma su voz a la de los ucranianos que urgen la paz, con el corazón en un puño.

La comunidad ucraniana de Ourense, muy pendiente de sus familiares que siguen en el país. FERNANDO CASANOVA

“Estoy orgullosa de mi gente. Nunca nadie consiguió unir a Ucrania tanto como este monstruo. Solo tenemos una meta, liberarnos, pero no sabes hasta cuándo podrán aguantar, y eso te da impotencia y rabia”, destaca Svitlana.

"La ignorancia de hoy puede ser el sufrimiento de mañana"

Escépticos con las negociaciones, ven fundamental que se cierre el espacio aéreo para evitar bombardeos. Consideran insuficientes las sanciones. “Hoy nos invadieron a nosotros, pero mañana puede ser Polonia, Alemania o España”, advierte Olga.

“Parece mentira que se olvidara la historia de 1939, con Hitler. La ignorancia de hoy puede ser el sufrimiento de mañana. No me esperaba que en pleno siglo XXI se llegara a este paso tan lamentable. Hace una semana éramos felices”, dice, emocionada.

Tener a tu país bajo una guerra te toca el corazón. Nuestra familia está cada minuto en peligro allí”, finaliza Svitlana.