Un año de prisión y dos años y medio de prohibición de comunicarse por cualquier medio y de aproximarse a menos de 200 metros de la víctima. Es la condena que impone la magistrada del Penal 2 de Ourense a Óscar Manuel Á. G., de 52 años, un conserje que acosó a una mujer que ejercía de secretaria en su instituto, y a la que siguió hostigando cuando cambió de horario e incluso cuando dejó el centro.

Deberá indemnizar con 2.000 euros a la víctima, por los daños morales causados. La sentencia, que considera acreditado el delito de stalking, no es firme y cabe recurso de apelación a la Audiencia Provincial.

La mujer formuló denuncia en el juzgado en febrero de 2021. El juicio se celebró un año después, el pasado día 15. El encausado se acogió a su derecho a no declarar. La defensa solicitaba la libre absolución.

El relato “preciso, persistente y sin contradicciones” de la denunciante "ha resultado plenamente corroborado” por las declaraciones de los testigos y por los datos objetivos de la causa: las cartas y comunicaciones que el encausado dirigió a la víctima.

En marzo de 2019, el hombre empezó a trabajar como conserje en el instituto donde la víctima ejercía como secretaria desde 2013. Según considera probado la magistrada, durante ese mes accedió en varias ocasiones al despacho de la mujer, aprovechando que ella no estaba, y le dejó notas manuscritas con corazones. Llamado a una reunión con el director, el encausado reconoció ser el autor. Le pidieron que parara, pero no lo hizo.

Tras ese primer hecho, la secretaria solicitó un cambio de horario –que le fue concedido–, para evitar coincidir con el acusado. Pero el conserje adelantaba su horario de entrada para poder verla, preguntaba a sus compañeros por su vida personal y también buscaba entablar contacto a través de las redes sociales.

La víctima se sentía intranquila y pedía a otros compañeros que la acompañaran, para no tener que ir sola por el edificio. Solicitó el traslado y, en enero de 2020, inició una baja por depresión que se alargó hasta el final de ese curso.

El siguiente periodo académico lo comenzó en otro instituto de otro municipio de Ourense. El 4 de febrero de 2021, el conserje remitió al centro una carta manuscrita en la que reiteraba sus declaraciones amorosas y reconocía que vigilaba las fotos que la mujer subía a las redes.

Pasillo hacia las salas de vistas de los juzgados de lo Penal de Ourense. INAKI OSORIO

Testigos avalan a la víctima

La titular del Penal 2 considera que en este caso se cumplen todos los requisitos del delito de acoso. Tiene en cuenta el relato “preciso, persistente y sin contradicciones” de la denunciante, que además “ha resultado plenamente corroborado” por las declaraciones de los testigos y por los datos objetivos de la causa: las cartas y comunicaciones que el encausado dirigió a la víctima.

Una mujer contactó con el director y le contó que su hija había sufrido una situación similar de acoso. Además, el acusado presuntamente intentó atropellar a a la madre de la víctima

Fueron casi dos años de hostigamiento. El acoso empezó a materializarse en abril de 2019. El día 25, la mujer se encontró una nota en su despacho con un corazón dibujado. Al principio creyó que se trataba de una broma de un compañero de trabajo. El 30 de abril apareció una segunda nota, con un corazón con una flecha.

Los compañeros le dijeron que no tenían nada que ver y, además, reconocieron la letra del acusado. En una reunión celebrada esa misma tarde con el director, el jefe de estudios y la perjudicada, el conserje reconoció la autoría y trató de romper las notas, pero el director se lo impidió. El responsable del instituto ratificó esta versión en el juicio, y añadió que el encausado les llegó a decir que podían denunciarlo en el juzgado, porque no pasaría nada.

Su conducta con la mujer incluía miradas, controlar con quién hablaba, preguntar a otros quién era su pareja u otros datos de su vida personal, e intentar contactar con ella a través del móvil, motivo por el que la víctima tuvo que bloquearlo

Esa misma tarde, una mujer contactó con el director y le contó que su hija había sufrido una situación similar de acoso. Además, presuntamente intentó atropellar a a la madre de la víctima. El centro decidió cambiar de horario a la secretaria. A pesar de ello, el conserje empezó a llegar antes para coincidir con ella.

El acusado se acogió a su derecho a no declarar. J. F.

“Grave alteración” de la vida de la víctima

Su conducta con la mujer incluía miradas, controlar con quién hablaba, preguntar a otros quién era su pareja u otros datos de su vida personal, e intentar contactar con ella a través del móvil, motivo por el que la víctima tuvo que bloquearlo.

Ignorando “todas las indicaciones”, el conserje “persistió en su obstinación por tener algún tipo de relación sentimental con la denunciante, fuese cual fuese la voluntad de esta”

El director dijo en el juicio que se decidió que alguien acompañara a la perjudicada en todo momento, ante el temor que sentía por culpa del acusado. Terminó necesitando una baja. El jefe de estudios, que escoltaba a la mujer al coche para evitar los posibles encuentros a solas con el encausado, corroboró en la vista los mismos extremos que indicó el director, y señaló que la mujer se vio obligada a cambiar sus hábitos de vida. El conserje siempre estaba pendiente y preguntaba por ella, añadió.

En el juicio también se ha acreditado –según indica la jueza– que, en una ocasión, unas compañeras de trabajo de la perjudicada hicieron un comentario en broma sobre que estaba embarazada. El conserje lo escuchó y se alteró. Aún en ese momento, junio de 2019, “seguía persistiendo en su voluntad de mantener algún tipo de relación con la denunciante”, observa la magistrada.

Interior del edificio judicial de Ourense. INAKI OSORIO

Que el acoso se produjera en un ámbito laboral “agrava todavía más la repercusión de los hechos”. Tras la reunión en la que lo instaron a cesar en su actitud “no se concibe la persistencia” y ya no cabe aceptar un posible malentendido.

Tuvo “un inadmisible comportamiento con quien simplemente era una compañera de trabajo (incluso más grave aún, pues era su jefa), que además le había dejado totalmente claro desde el primer momento que no quería tener ningún tipo de relación con él”

El temor, más el cambio de turno y querer ser acompañada constituyen “un ejemplo claro y patente de lo que implica una grave alteración de la vida cotidiana”. Nueve meses después tuvo que coger una baja. El acusado llevó a cabo “una conducta totalmente inadmisible”.

Ignorando “todas las indicaciones”, el conserje “persistió en su obstinación por tener algún tipo de relación sentimental con la denunciante, fuese cual fuese la voluntad de esta”, subraya la magistrada.

“Acecho”, textos “inquietantes” e irracionalidad

Pasado más de un año de la baja y del cambio de instituto, la perjudicada recibió en su nuevo centro una carta manuscrita. La jueza considera “inquietante” su contenido, además de “plenamente ilustrativo” del “acoso y acecho”.

Entre la posibilidad de imponer multa o prisión, la autoridad se ha decantado por esta última pena, dada la gravedad del comportamiento y que “en ningún momento ha asumido las consecuencias de su modo de actuar”

Escribió frases como “sabes que te quero”, “aínda na túa ausencia ti es motor que move o meu destino”. Al lado de su domicilio decía, en inglés: “Siempre contigo”. Es una carta del 14 de febrero de 2021, casi dos años después de aquellas primeras notas “sigue en sus trece”, destaca la autoridad.

El edificio judicial de Ourense. BRAIS LORENZO

No solo no cesó pese a las advertencias sino que es “especialmente preocupante” que, tras labores de “seguimiento y control”, le enviara una comunicación a su nuevo centro, “un inadmisible comportamiento con quien simplemente era una compañera de trabajo (incluso más grave aún, pues era su jefa), que además le había dejado totalmente claro desde el primer momento que no quería tener ningún tipo de relación con él”.

“No solo cabe decir que se trata de un comportamiento insistente, sino que, lo que es más grave aún, se trata de un comportamiento absolutamente obsesionado”

La magistrada se hace cargo de la “inquietud y temor” de la víctima por el “proceder absolutamente irracional” del acusado. Adjuntó a la carta una comunicación dirigida al Defensor del pueblo europeo, en lo que él consideraba una injusticia por juicios de violencia de género respecto a otra mujer.

“Tengo miedo al rechazo, tengo tanto miedo que no puedo desarrollar mi vida”, decía en dicho escrito al Defensor, mencionando a la perjudicada. Dos años de hostigamiento pese a ser avisado y a que la víctima se viera obligada a cambiar de centro.

Persistió “en su afán de buscarla allá donde fuese”. En definitiva, “ya no es que exista una situación de acecho o acoso, sino lo que hay es una absoluta obsesión, lo que convierte este supuesto en particularmente grave”

“No solo cabe decir que se trata de un comportamiento insistente, sino que, lo que es más grave aún, se trata de un comportamiento absolutamente obsesionado”. Se comunicó por Facebook con una asociación a la que pertenecía la mujer, para intentar llegar a ella. La jueza destaca, de nuevo, el contenido “inquietante” y “perturbador” de ese mensaje.

Deseaba saber de una persona, cuya fotografía adjuntó, “por motivo” de la víctima. “Cosas del amor, de verdad, siento molestar”, decía el conserje. “Evidencia que estuvo buscando en las redes cualquier información posible de la denunciante”, señala la jueza del Penal 2. Persistió “en su afán de buscarla allá donde fuese”. En definitiva, “ya no es que exista una situación de acecho o acoso, sino lo que hay es una absoluta obsesión, lo que convierte este supuesto en particularmente grave”.

Oficina judicial de los penales. INAKI OSORIO

Hacía seguimiento y control

Entre marzo de 2019 y enero de 2020 el acusado fue “reiterado” en el acoso. Se interrumpió durante la baja porque la jueza cree que “el acusado desconocía dónde podía contactar con ella”.

Al averiguar por las redes sociales a qué asociación pertenecía y tras enterarse del nuevo centro de la perjudicada, le envió una carta en la que dejaba claro el seguimiento que hacía de ella así como el control sobre sus fotos. Su acecho fue con “reiteración e insistencia”, concluye la magistrada del Penal 2 de Ourense. No paró hasta que no se adoptaron medidas en el ámbito judicial.

Para la jueza no hay duda de la alteración grave de su vida que sufrió la víctima. Es más, considera “verdaderamente peligrosa” la actitud que llevó a cabo el conserje acusado. Entre la posibilidad de imponer multa o prisión, la autoridad se ha decantado por esta última pena, dada la gravedad del comportamiento y que “en ningún momento ha asumido las consecuencias de su modo de actuar”.