Mañana se cumple un año de un terrible suceso ocurrido la madrugada del 19 de febrero de 2022 en A Batundeira, en la parroquia ourensana de Velle: Diego R. T. se presentó en la casa de los vecinos, pidió que le abrieran y, sin solución de continuidad, los atacó con un cuchillo al grito de “voy a mataros”. Asesinó presuntamente a la joven A. B. R., de 22 años, e hirió de extrema gravedad al novio de la chica, que además era su primo, A. B. F.

El presunto asesino, que llevaba varios meses sin tomar la medicación antes de los hechos, permanece en prisión provisional, en el módulo de enfermería, y el juez y las partes siguen a la espera del informe de los forenses del Instituto de Medicina Legal (Imelga) sobre las capacidades y la imputabilidad –es decir, si puede ir a juicio– del investigado. Mientras aguarda, el magistrado de Instrucción 2, Luis Doval, ha dictado un auto esta misma semana –la resolución fue notificada a las partes el miércoles– en el que declara la complejidad de la causa y prorroga el plazo de la instrucción durante otros seis meses.

El dictamen de los forenses, que deben suscribir dos de ellos, es clave para establecer, en primer lugar, si el investigado puede ser imputado y ser juzgado –lo más probable– y, en caso de condena, si procede aplicar una atenuante, una eximente o una medida de seguridad en lugar de una pena de prisión. Diego R. T. ya ha sido examinado por los forenses en varias ocasiones. Con su estancia en el centro penitenciario por un hecho tan grave también se garantiza el seguimiento de la medicación pautada.

El homicidio o asesinato es uno de los delitos cuyo enjuiciamiento asigna la ley al tribunal del jurado popular. Por el momento, el magistrado de Instrucción 2 de Ourense, Luis Doval, no ha activado ese procedimiento, a la espera de que los especialistas remitan el informe. La defensa se reserva la posibilidad de solicitar después algún dictamen adicional por parte de algún perito.

El presunto asesino, durante el registro tras el crimen. BRAIS LORENZO

Diego R. T. sostuvo ante el juez que nunca salió de casa, sino que se levantó sobre las cuatro de la madrugada, se preparó un té e hizo tareas sin dejar el domicilio. Sin embargo, el herido y testigo clave relató que, tras pedir que les abriera la puerta de madrugada, los acuchilló con amenazas de muerte.

La joven vio la escena e imploró a gritos, intentando que parara: “Déjalo, ya lo has matado”. Antes de desvanecerse por las graves heridas –pasaría tres semanas en el servicio de reanimación–, el chico alcanzó a ver cómo el presunto homicida iba a por su novia. Momentos después, malherido, el superviviente se desplazó como pudo hasta la habitación para coger el teléfono y llamar a su padre.

El herido grave fue capaz de manifestar a los agentes que llegaron a la escena del crimen quién había sido el presunto autor de los terribles hechos. “Diego, el vecino”, “Diego, el vecino”, “Diego, el vecino”, repitió con dificultad.

Los policías verificaron que había prendas ensangrentadas que el investigado se había quitado en la casa galpón en la que vivía, y apreciaron además que tenía sangre en los brazos. Encontraron un chubasquero, un guante y un pantalón con sangre. El cuchillo del crimen lo encontraron los policías en una finca colindante.