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La despoblación extrema se frena: el número de aldeas vacías es el más bajo desde 2017

En Ourense hay 186 núcleos sin habitar y 126 solo tienen un vecino empadronado. La pandemia ha hecho repuntar la búsqueda de vivienda en el rural. Expertos abogan por más acción pública para revertir la crisis demográfica

Vecinos en Abruciños, aldea de Amoeiro que el IGE señala como vacía y en la que, en realidad, hay una veintena de habitantes. FERNANDO CASANOVA

Ourense es la provincia española que más población ha perdido en el último medio siglo, en números absolutos –136.054 habitantes menos entre 1971 y 2021–, y una de las que más han acusado el envejecimiento y el desequilibrio entre el número de nacimientos y muertes. La única provincia sin mar de Galicia tiene la tasa de actividad más baja y, después de Zamora, presenta la segunda edad media más elevada del conjunto del país: 50,99 años.

Entre tantos datos preocupantes hay uno que permite una lectura más optimista. El nomenclátor estadístico de Galicia, publicado por el IGE hace unos días, refleja que el número de aldeas vacías, sin un solo habitante empadronado, es el más bajo de los últimos años. En la provincia de Ourense hay 186 núcleos sin habitar. Otros 126 solo tienen un vecino.

Un parque infantil en Lobeira, el municipio de Ourense con la edad media más elevada. BRAIS LORENZO

Son datos que se aproximan a la realidad pero no infalibles, ya que beben del padrón y corresponden, los más actualizados, al 1 de enero de 2021. Hay casos en los que el registro se parece muy poco a la realidad del lugar, como sucede con Abruciños, en Amoeiro, que aparece con 0 habitantes cuando tiene en torno a una veintena.

En Boborás, a Xesteira le atribuye el IGE un solo residente, “cuando por lo menos hay quince vecinos”, indica la alcaldesa, Patricia Torres (PP). Otros lugares recogidos en los datos son núcleos diseminados, es decir, casas aisladas de viviendas del entorno.

"Ha venido gente de otras comunidades, como Madrid, y también de otros países, como Francia. Hay quien se ha jubilado y decide venirse para aquí, o echar una temporada, y quien, a raíz de la pandemia, busca más tranquilidad y no verse encerrado en un piso"

Pura Rodríguez (PP) - Alcaldesa de Gomesende

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No obstante, la estadística sirve para observar una tendencia: la despoblación más extrema, la de los pueblos abandonados, parece contenerse, e incluso retroceder. Las 186 localidades sin habitar de Ourense en la actualidad son menos que las 190 de 2020, las 196 de 2019 y las 193 de 2018. Al ver la relación de núcleos de la provincia que tienen menos de diez habitantes, la cifra de 1.313 en 2021 es solo ligeramente superior a la de 2020, de 1.311. En 2019 había 1.281 aldeas en esta situación demográfica.

Desde que la pandemia irrumpió hace dos años, y sobre todo después del impacto social del confinamiento estricto de 2020, ha aumentado el interés por vivir en el rural de manera regular o durante periodos largos. El teletrabajo, las buenas conexiones de algunas zonas e incluso la alternativa laboral que ofrece el medio han ayudado a captar población, en distinta medida según los servicios y las potencialidades de cada territorio. El mercado de vivienda, tanto para construir como para reformar y alquilar, nota el incremento de la demanda.

“No ha sido un gran aumento pero sí que hemos ganado empadronados. Ha venido gente de otras comunidades, como Madrid, y también de otros países, como Francia. Hay quien se ha jubilado y decide venirse para aquí, o echar una temporada, y quien, a raíz de la pandemia, busca más tranquilidad y no verse encerrado en un piso”, expone Pura Rodríguez (PP), la alcaldesa de Gomesende, un municipio de unos 700 habitantes que, junto a Beariz, es el de mayor proporción de centenarios de la provincia de Ourense: un 1% del censo.

Recursos y comunicaciones

Al igual que otros regidores, ella considera que el rural puede ofrecer una alternativa optimizando los recursos de la zona. “Aquí tenemos una masa forestal abundante y estamos intentando crear una aldea modelo. Gomesende puede enfocarse hacia el sector forestal, la agricultura, la ganadería o la apicultura. Además, estamos bastante bien situados, a una hora de Vigo y a cuarenta minutos de Ourense”.

“El movimiento poblacional que se registró este pasado verano, con compraventas, no lo recordábamos. Por primera vez en 50 años, el saldo vecinal fue positivo, y en verano las aldeas se llenan”

Sara Inés Vega (PSOE) - Alcaldesa de Castro Caldelas

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A Peroxa también figura entre la relación de concellos de Ourense en el que se identifican aldeas vacías. Situado a poco más de veinte minutos de la ciudad y en la puerta de la Ribeira Sacra, en este municipio de 1.800 habitantes también se ha notado un aumento de demanda de vivienda.

“Sobre todo hay gente interesada en alquilar, pero los propietarios prefieren la venta antes que recibir unos 200 o 250 euros de renta. Por ese dinero no se arriesgan a posibles impagos o a destrozos. A raíz de la pandemia se habrán vendido unas 8 o 10 casas”, dice el alcalde, Manuel Seoane (PP).

Vecinos en A Peroxa, en una imagen de 2021. BRAIS LORENZO

“El viñedo podría ser un buen complemento económico pero tenemos el problema del minifundismo y la dispersión de tierras”, apunta el regidor. “Además, el campo depende del clima, y la gente, por regla general, no quiere complicarse la vida. Prefiere ganar un salario trabajando 40 horas semanales. Con la agricultura no hay una garantía, porque puede venir un año malo y fastidiar la cosecha. Otro problema añadido es el jabalí, que puede deshacer huertas y cultivos”.

"Para captar población joven que quiera dedicarse al desempeño de tareas agrícolas y ganaderas es imprescindible mejorar la productividad e interconectividad de estas explotaciones"

Alberto Vaquero - Profesor de Economía Aplicada

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En Castro Caldelas –unos 1.100 vecinos– hay una veintena de aldeas vacías o con un solo habitante, según el nomenclátor del IGE. “El municipio tiene 95 núcleos de población muy dispersos”, contextualiza la alcaldesa, Sara Inés Vega (PSOE). “El movimiento poblacional que se registró este pasado verano, con compraventas, no lo recordábamos”, subraya. “Por primera vez en 50 años, el saldo vecinal fue positivo, y en verano las aldeas se llenan”, destaca.

Adultos y niños disfrutando de la nieve en Castro Caldelas, en diciembre de 2020. BRAIS LORENZO

La regidora cita pueblos como Cacidrón, O Burgo, Santa Tegra, Carballeira o Tronceda como ejemplos de un aumento de población a pesar del retroceso demográfico reinante en el rural de Galicia, más acusado en áreas como el Macizo Central.

"Vemos brotes verdes: cada vez que una persona apuesta por un negocio o se incorpora al mundo agrario o ganadero es un avance"

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“En Tronceda, hace cuarenta años no quedaba un vecino y ahora hay unos cuarenta, también niños”. El fenómeno de esta aldea, donde la apicultura, el turismo rural o la artesanía han servido para atraer población, puede ser la guía para revitalizar los pueblos, cree la alcaldesa.

“Las claves en Castro Caldelas son la ganadería de carne de vacuno, el vino, el turismo y la artesanía. Dentro del sector primario, aquí se produce el segundo mejor queso del mundo de cabra, desde 2018. No somos los pobladores del oeste, pero sí que vemos brotes verdes: cada vez que una persona apuesta por un negocio o se incorpora al mundo agrario o ganadero es un avance”, valora la regidora.

"Es necesario romper con el estereotipo de que el rural carece de oportunidades. Existe una imagen distorsionada de que en los pueblos con poca población no hay posibilidades laborales; sí cuentan con actividades que pueden ser desempeñadas por jóvenes"

Alberto Vaquero

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Alberto Vaquero es profesor titular de Economía aplicada en la Facultad de Ciencias Empresariales y Turismo del campus de Ourense, de la Universidad de Vigo. Forma parte del grupo investigador GEN. Este experto en despoblación y crisis demográfica indica que “en cuanto a las cifras se ve cierta mejoría, pero tampoco es suficiente para revertir el proceso”, advierte.

Ir "más allá de la mera actividad agrícola y ganadera"

“Es preciso mejorar las expectativas laborales. Que en los núcleos rurales la actividad primaria sea casi la única es un hándicap. Para captar población joven que quiera dedicarse al desempeño de tareas agrícolas y ganaderas es imprescindible mejorar la productividad e interconectividad de estas explotaciones”, dice el profesor.

Pasa necesariamente por contar con buenas comunicaciones, tanto físicas como digitales. Ambas inversiones pueden abrir un abanico de posibilidades hasta ahora no aprovechadas suficientemente por el rural”, indica.

Alberto Vaquero es profesor de Economía Aplicada y experto en demografía. INAKI OSORIO

“Las economías rurales deben ser capaces de ir más allá de la mera actividad agrícola y ganadera, apostando por una mayor diversificación económica”, expone. Hay que potenciar la industria agroalimentaria o el turismo, considera, y salvar prejuicios.

“Es necesario romper con el estereotipo de que el rural está carente de oportunidades. Existe una imagen distorsionada de que en los pueblos con poca población no hay posibilidades laborales, cuando sí cuentan con actividades que pueden ser desempeñadas por los jóvenes, que pueden estar sin trabajo en las grandes ciudades”, dice Vaquero.

“Queda mucho por hacer, especialmente desde la óptica pública, que debe ser el motor que posibilite este cambio de tendencia. Esto es importante para toda Galicia, pero sobre todo en Lugo y Ourense, donde es vital para la supervivencia del rural”

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El especialista, que es partidario de la agrupación de municipios –mediante fusión o, al menos, compartiendo servicios– para lograr entidades de no menos de 5.000 habitantes, pide coordinación entre las administraciones, con objetivos de inversión plurianuales y recursos garantizados, “en vez de ayudas o políticas localistas, con un efecto temporal y muy limitado”, para evitar la fuga de población entre municipios.

Si queremos revertir la situación queda mucho por hacer, especialmente desde la óptica pública, que debe ser el motor que posibilite este cambio de tendencia. Esto es importante para toda Galicia, pero sobre todo en las provincias de Lugo y Ourense, donde esta cuestión es vital para la supervivencia del rural”, incide.

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