La magistrada de Instrucción 3 de Ourense, Eva Armesto, la especialista contra la violencia de género en la ciudad, enumera diez indicios contra Julio G. S., según los que “resulta verosímil la atribución” de una responsabilidad criminal en la muerte violenta de su novia, la joven Nerea Añel, de 26 años, cuyo cadáver se halló en septiembre de 2020, tras su desaparición en enero.

En un auto de hace unos días, la jueza acuerda la incoación del procedimiento para la celebración de juicio ante el tribunal del jurado, por los presuntos delitos de homicidio y de maltrato habitual. Además, convoca al investigado, a la Fiscalía y a las demás partes –defensa y acusación particular– a una comparecencia en la que formalmente se dará traslado a Julio G. S. de los hechos atribuidos. Esta diligencia con la que se encara el final de la instrucción, antes del juicio ante el jurado, está programada para el próximo martes, 8 de febrero.

El informe forense concluyó que la muerte violenta de Nerea Añel se produjo el 15 de enero de 2020 “por precipitación de cabeza de media o baja energía” . El 13 de septiembre de ese año, los restos de la desaparecida fueron localizados en el cauce casi seco del riachuelo Muíños, en Barbadás, que fluye encajonado entre paredes graníticas de unos dos o tres metros de altura.

Julio G. S fue la última persona con la que se vio a la víctima, marchándose juntos de un motel. Los restos mortales de la joven se localizaron “a 248 metros del punto de último avistamiento” de la pareja

Tras la reconstrucción de los hechos practicada el pasado 12 de enero, la jueza suma nuevos indicios contra el novio investigado. El primero es el “falso testimonio” que presuntamente prestó a la Policía tras la desaparición de su novia. El segundo es que ofreció “versiones contradictorias ante familiares y amigos “ de la chica sobre su supuesto ingreso en prisión.

Existía “una situación de violencia de género” a la que el investigado sometía a la víctima

En una primera reconstrucción tras ser detenido, Julio G. S., manifestó que después de abandonar el motel junto a Nerea, los dos tomaron poco después caminos diferentes, al ver que se aproximaba un coche de la Guardia Civil, y al temer ser detenido por el robo de una cartera a un taxista.

Su versión en aquella diligencia es que Nerea desanduvo sus pasos y se dirigió de nuevo hacia el hostal, mientras que él prosiguió y, después de cruzar la carretera, se encaminó hacia el polígono de San Cibrao das Viñas. El investigado pensó que ella había sido detenida y, posteriormente, enviada a prisión. Los investigadores, la jueza y la Fiscalía no se lo creen.

En la reconstrucción se constató que Julio G. S fue “la última persona con la que se ha visto con vida” a la víctima, tal y como manifestaron testigos del motel en el que ambos estuvieron el 15 de enero. Este es el tercer indicio. El cuarto es que los restos mortales de la joven se localizaron “a 248 metros del punto de último avistamiento” de la pareja. Como quinto indicio, la magistrada reitera lo que ya expuso tras la detención del presunto homicida. Existía “una situación de violencia de género” a la que el investigado sometía a la víctima.

Así se lo manifestaron testigos a la Policía y, en concreto, uno, que en los primeros días tras la desaparición aseguró que “gente del barrio de Covadonga ha visto discutir a Julio con Nerea unos días antes de que desapareciera, e incluso llegó a pegarle un cabezazo”.

El análisis forense sobre la muerte violenta de la joven “centrándola en el tiempo de manera coetánea con la época en la que se vio por última vez juntos” a la pareja es el sexto indicio. El séptimo, el hallazgo de una tarjeta bancaria a nombre del investigado entre las ropas de la víctima. “Es reveladora de la directa relación entre ambos en el momento de la muerte”, expone la magistrada.

Julio G. S. acumula cuarenta detenciones. Está en libertad provisional por esta causa pero permanece en la cárcel porque tiene otras acumuladas. Como octavo indicio, la jueza alude a hechos violentos en su historial: delito de lesiones, una por robo con violencia, una por resistencia tras acometer a una dotación de Policía, así como cuatro detenciones previas por malos tratos.

"El carácter angosto y resbaladizo del camino de tierra y piedras por el que huyen, sin que sea dable que de noche y con luz escasa llegara Nerea voluntariamente al lugar en que fue encontrada muerta"

Dos por agredir a sus padres, en 2007 y 2008. “Resulta más significativo que en 2007 es detenido por agredir a una expareja previa, deteniéndosele nuevamente en el año 2009 tras manifestar otra expareja que ‘Julio la había zarandeado y le propinó una bofetada en el rostro”, recoge el auto de Eva Armesto.

La versión de él “no es posible”

La jueza no se cree la versión del investigado. “Se ubica ese día a distancia del camino por el que fueron vistos Nerea y Julio el ultimo día por los testigos, camino que finaliza en el lugar en que apareció el cadáver de la víctima”, subraya la instructora.

El sospechoso dijo que “se quedó cerca del puente viendo cómo la Guardia Civil recogía a su pareja, lo que no resulta posible desde el lugar indicado por el mismo por falta de visibilidad y por no haber acudido al mismo patrulla ni furgoneta alguna de la Guardia Civil”.

El indicio número nueve se extrae de la declaración de los testigos en la reconstrucción. “Julio y Nerea abandonan el motel conjuntamente por el camino de tierra que se encuentra a escasa distancia del lugar en que fue hallado su cadáver, siendo deducible que la misma falleció entre ese lugar y el lugar en que fue hallada”.

De la reconstrucción del pasado 12 de enero, señala Eva Armesto al detallar el décimo indicio, “resulta también el carácter angosto y resbaladizo del camino de tierra y piedras por el que huyen, sin que sea dable que de noche y con luz escasa llegara Nerea voluntariamente al lugar en que fue encontrada muerta, dado el carácter angosto de la escalera y la dificultad de bajar por ella. Y sin que sea lógico que la misma acudiera o bajara voluntariamente hasta el primer lugar de acceso con lecho de arena, por la dificultad en la bajada y la extrema dificultad de acceder a la única piedra que se encuentra encima del lecho de arena”.