“Ahí está el mar. Una mujer acaba de conocerlo y un hombre la acompaña. Se acercan a ese punto liminar en el que el agua y la arena se funden y se convierten en una cosa distinta e incontrolable. Él habla y ella imagina. (...) De todo esto, del mundo, hace años que ella no ve nada”, comienza narrando Virginia Mendoza (Valdepeñas, 1987) en el libro ‘Detendrán mi río’ que acaba de publicar (editorial Libros del K.O.).

El agua –y todo lo que arrastra, oculta y descubre– es el hilo conductor de la historia de una huerta de Caspe (Zaragoza) a la que llegó mientras trabajaba en otro libro anterior. Una historia que es, a la vez, la de miles de familias que vieron cómo gran parte de su vida quedaba sumergida para siempre.

"Cuando hablan de esos sitios los describen como un vergel completamente idealizado o como el paraíso en la tierra"

“En todas las personas cuyos lugares de infancia quedaron bajo el agua por la construcción de presas me encontré con que tienden a sobredimensionar ese espacio en el que crecieron y ya no existe. Cuando hablan de esos sitios los describen como un vergel completamente idealizado o como el paraíso en la tierra. Es algo que todos hacemos con la edad, pero creo que se da de un modo más marcado en aquellas personas a cuyos puntos de origen no pueden volver y edulcoran en sus recuerdos”, explica la periodista y antropóloga sobre el máximo común denominador de todas las voces que ha escuchado para la elaboración de las 150 páginas de las que consta el libro.

Portada del libro que acaba de publicar con la editorial Libros del K.O. Edith Filgueira

Alberguería y Aceredo

Se calcula que en toda España podrían ser alrededor de 500 los pueblos que quedaron sumergidos o afectados por la construcción de presas –somos el país con más grandes construcciones de este tipo de la Unión Europea y el quinto del mundo–.

La periodista intentó recalar datos sobre cuántas personas pudieron ser desplazadas dentro de nuestras fronteras a consecuencia de los embalses. Sin embargo, ni Endesa ni las confederaciones hidrográficas a las que preguntó ofrecieron respuesta alguna.

Lugares como Alberguería, en Ourense, que contaba con unos 500 habitantes cuando se levantó el embalse de Prada, en el año 1958, aparecen recogidos en un mapa interactivo –y aún en construcción– al que se puede acceder con un código QR tras adquirir el libro.

"Se trata de un sitio que se expropió de manera bastante violenta y cuyos vecinos no consiguieron indemnizaciones"

“Es tremendamente impactante la historia de este lugar, porque hubo más de 100 personas que emigraron a Buenos Aires. Mantengo mucho contacto con uno de los hombres que se vio abocado a marcharse. Y me pareció durísimo que la primera vez que pudo volver fuera para llevar las cenizas de sus padres al lugar en el que habían nacido. Se trata de un sitio que se expropió de manera bastante violenta y cuyos vecinos no consiguieron indemnizaciones. Algunos todavía se reúnen en la capital argentina para recordar su pueblo”, cuenta la autora.

Aceredo (en Lobios) que quedó sumergido con la construcción del embalse de Lindoso, en 1992, es otro de los lugares marcados en el mapa interactivo. “Proyectada durante el Franquismo e inaugurada en plena Democracia, esta obra hidráulica fronteriza perjudicó a una de las partes en beneficio de la otra. La presa está en territorio portugués y produce electricidad para el país luso”, recoge Mendoza en uno de los reportajes que componen el proyecto.

“Tiene suerte, porque él es capaz de volver. Cuando desciende el nivel del agua, coge un bocadillo y se sienta allí"

Sobre las historias bajo el agua de este pueblo ourensano habló, largo y tendido, con Paco Villalonga, uno de los vecinos que, mientras el agua subía hasta el cuello, dejó constancia de todo con su cámara fotográfica. “Tiene suerte, porque él es capaz de volver. Cuando desciende el nivel del agua, coge un bocadillo y se sienta allí. No todo el mundo es capaz de hacer esto. A él creo que le ayuda, pero hay personas que no pueden volver”, analiza.

Argusino, en la provincia colindante de Zamora, es otro de los puntos que emerge cuando baja el agua. “Las personas dejaron unas marcas para poder reconocer en qué lugar exacto estaban las tumbas de sus familiares. Cuando desciende el nivel, van y ponen flores de plástico. Y esas flores continúan allí al año siguiente, cuando retorna la época de sequía al embalse”, relata Mendoza sobre algunos de los testimonios que más le han impactado.

Virginia Mendoza, con el Ebro y la basílica del Pilar al fondo. FdV

Promesas y olvido

“Muchas de las personas que resistían hasta que se producía la inundación o la explosión no lo hacían por rebeldía, sino porque la empresa que les había prometido construirles otra casa a la que poder mudarse aún no lo había hecho. Hubo gente que huyó en barca y ancianas encamadas que tuvieron que, con suerte, ser rescatadas por el balcón de su casa. Las cosas se podían haber hecho de otro modo”, lamenta sobre las expropiaciones.

"Hubo gente que huyó en barca y ancianas encamadas que tuvieron que, con suerte, ser rescatadas por el balcón de su casa"

“Ya que se han construido y explotado durante tantos años, habría que tener más consideración con esas personas. Cuando se vacían embalses cada verano, no se cuenta con que muchos de los despojadas de sus hogares se quedaron en pueblos cercanos e hicieron del agua su modo de subsitencia. En algunos casos se dedican al deporte acuático o los embalses sirven como reclamo turístico. Ya que cedieron todo lo que tenían para que mejorasen las condiciones de vida de todo el país, debería dárseles un tratamiento respetuoso. Contar con ellas”, opina.

Aportaciones abiertas

‘Detendrán mi río’ es una invitación, en definitiva, para sacar a flote la memoria de la España sumergida –como reza el subtítulo del propio libro–.

Todos los que quieran ponerse en contacto con la autora para contar su historia –o la de su pueblo sumergido– pueden hacerlo a través del correo electrónico detendránmirio@gmail.com o entrando en la página web www.detendranmirio.com.

“Al principio iba a ser un capítulo de otro libro en el que abordo la soledad en el mundo rural. Pero después me pareció que era un tema bastante relevante y apunto de caer en el olvido. Así que la idea de este libro viene desde hace seis años. Y a la editorial le ofrecí los dos juntos en su momento”, finaliza explicando sobre el proceso de nacimiento de la publicación que acaba de ver la luz.