Daniel L. G., un cubano de 56 años, fue detenido en el municipio ourensano de Toén, donde reside, como presunto autor de un delito de homicidio por imprudencia grave. Según la investigación, que instruye un juzgado de La Línea de la Concepción (Cádiz), carecía de la titulación específica para pilotar el helicóptero que, el pasado 7 de mayo se estrelló en aguas del Estrecho de Gibraltar.

Él resultó herido –fue rescatado del mar– y otro varón desapareció. La operación fue bautizada como “Robinson” por agentes de la Guardia Civil de Algeciras. En la investigación ha colaborado también la UDEV de la Policía Nacional. La cooperación entre cuerpos ha contado con la implicación de efectivos de Ourense, que llevaron a cabo la detención del piloto en el municipio de Toén. Además de carecer de titulación específica para manejar un helicóptero, la aeronave siniestrada tenía caducado el certificado de aeronavegabilidad.

La Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes de Aviación Civil (CIAIAC) ha concluido que las contradicciones del superviviente impiden conocer la naturaleza del vuelo. El informe definitivo sobre el siniestro destaca que esas incoherencias, la escasa información y el hecho de no contar con los restos más importantes del aparato imposibilitan analizar las causas del mismo y emitir las conclusiones y recomendaciones que esta entidad suele publicar en pro de la seguridad aérea.

Al margen de estas irregularidades documentales detectadas a posteriori, desde el principio todo en torno a este siniestro aéreo suscitó las sospechas de los investigadores. Empezando por las contradicciones y la escasa información aportadas por el superviviente, el ahora detenido en Toén, que se estrelló poco después de despegar de Estepona (Málaga), en una de las zonas de mayor tráfico de “narcolanchas” de Europa.

Según informa La Opinión de Málaga, un periódico de Prensa Ibérica –el mismo grupo editorial que FARO–, entre la calma chicha y una pared de niebla, los tripulantes de un velero avistaron a las 16.00 horas del 7 de mayo un extraño bulto en el agua que fue tomando forma humana a medida que la curiosidad les acercaba. Resultó ser un náufrago que se mantenía a flote con la ayuda de un chaleco salvavidas y un trozo de fibra que sujetaba con las piernas para conservar la postura horizontal.

El hombre, que tenía la cara como un mapa y apenas podía moverse, dijo a sus héroes que se llamaba Daniel y que llevaba seis horas así tras estrellarse el helicóptero en el que volaba junto a Omar, del que no sabía nada desde el impacto. Así se presentaba entonces el cubano ahora detenido en la localidad ourensana de Toén.

Los tripulantes del citado velero, dos argentinos que cubrían la ruta entre Francia y Cádiz y contaron su experiencia en el periódico de su país Lanoticia1, informaron a las autoridades españolas, que inmediatamente movilizaron cinco medios aéreos y otros tanto marítimos para intentar localizar a su compañero de vuelo. Omar nunca apareció, pero fuentes de la Guardia Civil han confirmado que la Policía Judicial de esa comandancia mantiene la investigación abierta sobre el accidente, y todavía se busca al desaparecido.

Apenas seis meses después, la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes de Aviación Civil (CIAIAC) ha concluido que las contradicciones del superviviente impiden conocer la naturaleza del vuelo. El informe definitivo sobre el siniestro destaca que esas incoherencias, la escasa información y el hecho de no contar con los restos más importantes del aparato imposibilitan analizar las causas del mismo y emitir las conclusiones y recomendaciones que esta entidad suele publicar en pro de la seguridad aérea.

Dijo ser exmilitar e instructor

Pese a que el rescatado no disponía de licencia adecuada para pilotar la nave accidentada, el informe subraya que este declaró a la Guardia Civil de Algeciras que él iba a los mandos del helicóptero y que estaba enseñando a manejarlo al propietario de la nave. Al investigador de la CIAIAC, sin embargo, le dijo posteriormente que en el momento del accidente él iba como pasajero.

El náufrago explicó que era un expiloto militar cubano que ofrecía sus servicios como piloto e instructor en una web de anuncios y que el dueño del helicóptero contactó con él para que le enseñara a pilotarlo, aunque también aclaró que tras esa primera toma de contacto no llegó a instruirle. Meses después, una vez que había sido formado por otro piloto, el dueño de la aeronave lo llamó de nuevo para mostrarle sus avances y acordaron volar juntos el día del accidente.

Un R-44 intervenido en Torremolinos, similar al accidentado que pilotaba el cubano detenido en Ourense

A partir de ahí, su testimonio añade que el helicóptero, un Robinson R44 de matrícula y propietario desconocidos, despegó con dos personas a bordo entre las 9.00 y las 10.00 de aquel día desde una finca privada de Estepona que tampoco ha sido identificada. Después de salir de la misteriosa finca sin plan de vuelo, el aparato experimentó un repentino fallo de motor cuando sobrevolaban el Mediterráneo y cayeron al mar.

Su versión añade que el R44 y su supuesto propietario desaparecieron tras el impacto y que él se mantuvo a flote durante seis horas con la ayuda de un salvavidas y un trozo de fuselaje al que se aferró con las piernas. Preguntado por cuándo y cómo se puso el flotador, el hombre no supo dar una explicación. El informe aporta las coordenadas del punto donde se hallaron algunos restos de la aeronave, a siete millas al través de la playa de Torrenueva de La Línea de la Concepción.

El R44, el modelo del aparato siniestrado, es el más popular entre los grupos que apuestan por los narcovuelos entre Marruecos y el sur de España.

Así lo reflejan las numerosas intervenciones de estos autogiros en distintas operaciones desarrolladas en la última década. Las fuentes consultadas por La Opinión coinciden en que la preferencia por este modelo se basa en que es el más disponible en el mercado, a lo que hay que añadir su fácil manejo y un tamaño que facilita su transporte por tierra y ocultarlo.

Sus características permiten alijos de hasta 400 kilos, más que suficiente para amortizar rápidamente su adquisición en el mercado de segunda mano, donde aparecen unidades desde los 250.000 euros. Muy silencioso, supera los 200 km/h de velocidad de crucero y puede volar a una altitud máxima de 14.000 pies.