Cuatro años en vilo
“Nos alegra que los agentes pusieran cara al autor de los cebos, ahora le toca a la justicia”
El responsable de las trampas y de cartas amenazantes a dueños, libre sin medidas, tenía alfileres y escritos en casa: “¿Por qué no coméis su caca y bebéis su orina?, ¿eso no, verdad?, mejor la acera”

Un grupo de propietarios de mascotas, ayer, en el parque canino del Puente Viejo, uno de los lugares donde pusieron cebos. A la derecha, material incautado al detenido. // IÑAKI OSORIO

Más que arrojarlos, soltaba discretamente los cebos con alfileres, pero las grabaciones de seguridad de algunos comercios y las vigilancias de los agentes, intensivas en los últimos meses, permitieron identificar al presunto autor por la ropa que empleaba –una sudadera y unas zapatillas– y por una cojera.
Esa forma particular de andar condujo a los agentes al hombre que presuntamente preparó y tiró cebos con comida con alfileres, además de redactar cartas amenazantes contra dueños y bares defensores de las mascotas. El sábado fue arrestado cuando dejaba en el parque Sánchez Arteaga 18 cebos. Un hombre de 48 años, conductor del bus urbano, “que vive y hace vida solo”, según fuentes del caso, caía tras más de 4 años de impunidad y gracias a la cooperación entre la Guardia Civil, la Policía Local y la Nacional.
Siente una “clara y manifiesta animadversión hacia los perros y dueños”, subraya la comisaría. Pasó a disposición judicial el domingo y la magistrada de guardia ordenó su libertad, sin medida cautelar alguna, como pudiera ser una orden de alejamiento de los parques frecuentados por mascotas. Se acogió a su derecho a no declarar.

Los cebos, los escritos, la máquina de escribir y las prendas que tenía en su domicilio. // POLICÍA / J. Fraiz
Está investigado por un delito de maltrato animal, cuya pena máxima es de 18 meses de prisión. En un registro en su domicilio se encontraron prendas de ropa y zapatillas similares a las que se observaron en las vigilancias, así como comida para perros, como los localizados en la vía pública–, dos cajas de alfileres –“plenamente coincidentes, de cabeza metálica plana y de cabeza de perla blanca”, dice la Policía–, una máquina de escribir con la que elaboraba anónimos amenazantes –había una carta de la misma tipografía que las recibidas por dos denunciantes–, más dos carteles de prohibición de perros, con frases manuscritas: “¿Por qué no coméis su caca y bebéis su orina? ¿Eso no, verdad? Mejor en la acera pública”.

Comida con alfileres incautada el detenido. // POLICÍA / J. Fraiz
Ese tipo de comentarios vertía también en sus redes sociales, otro indicio contra él. Un operativo conformado por el Seprona de la Guardia Civil, la Policía Local y la Nacional ha permitido esclarecer la autoría de unos hechos que, en los últimos años, causaron alarma social en la ciudad.
Tras su captura y puesta en libertad, entre los propietarios de animales se combinaba ayer la alegría por la detención con la petición de que el castigo penal sea duro. “Tranquilos no estamos. Se le ha cogido pero hasta que no esté sancionado o le caiga una pena, aliviados no estamos. En un caso como este tiene que ser la ley la que se vuelque, igual que lo hicieron, y doy fe, los policías y agentes del Seprona”, señala Inés Quintián, presidenta de la asociación Apmou, integrada en Ourense por más de 330 miembros.
Tamara y su marido estaban ayer con su perro Bosco, un labrador de siete meses, en el parque canino del Puente Viejo. “La detención algo de tranquilidad sí da, por el mero hecho de que no creo que lo vuelva a hacer, porque sabe que su foto está en las redes sociales”. Tras conocerse la noticia del arresto –continúa esta propietaria–, “todos estábamos contentísimos de que por fin lo cogieran, pero con tristeza de que mientras no cambien las leyes no se puede hacer mucho. Tendrá que pagar los daños sufridos, pero como sea insolvente...”

Dueños de mascotas en el parque canino del Puente Viejo. // IÑAKI OSORIO
Envió cartas amenazantes
Han sido más de cuatro años de investigación en el marco de las operaciones Inu y Alfinete. Desde principios de 2017 se registraron hallazgos de comida con alfileres en varios puntos de la ciudad, como las calles Quintián, Ramón Piñeiro, Sánchez Arteaga, Parque da Chapa, Río Mao, Avenida de Santiago, plaza Don Bosco o Parque do Peco. En dos bares del barrio de O Vinteún –donde han aparecido la mayor parte de los cebos durante estos años– se recibieron dos cartas amenazantes por permitir la entrada de perros.
Varios afectados por la ingesta del cebo potencialmente mortal por parte de sus perros presentaron denuncia y, según Apmou, en los últimos días han acudido a la comisaría para ratificarla. Una denuncia de febrero de 2020 cifró los gastos veterinarios de un perro herido en 172,4 euros; otra de noviembre de 2020 adjuntó factura por 606,37 euros; otra de febrero de 2021 dio cuenta de otro hecho en el que los gastos de asistencia superaron los 1.000 euros. El episodio más trágico de esta serie ocurrió el año pasado, con el fallecimiento de un perro.
El pasado mes de marzo, el detenido presuntamente remitió cartas amenazantes elaboradas con su máquina de escribir. En la que se encontró en su casa aparece un nombre igual al de una de la víctimas que recibieron una de las misivas intimidatorias. Iban dirigidas al domicilio de dos personas, en unos términos intimidatorios contra las víctimas por su defensa de las mascotas y su rechazo ante la aparición los numerosos cebos.

Alfileres localizados en el domicilio del detenido. // POLICÍA
Ocurría de forma más frecuente en determinada época y paraba durante unos meses, lo que ha hecho más complicada la investigación. Los agentes de los tres cuerpos coordinaron, desde el pasado septiembre, un dispositivo conjunto con vigilancias y seguimientos, centrados sobre todo en los fines de semana.
“Nos alegra que la policía ponga por fin cara al presunto autor, pero ahora le toca a la justicia. Que le caiga todo lo posible, que se castigue como se debe”, finaliza Quintián.
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