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Carriega hace eterno a Quini en su museo en Allariz

La familia del histórico técnico descubre la camiseta del debut de El Brujo con España

José Luis y Francisco Cristóbal, hijos de Luis Cid Carriega, muestran la camiseta de El Brujo del día de su estreno internacional con la Selección Española. IÑAKI OSORIO

Hace un frío que pela en Allariz cuando los hijos de Luis Cid Carriega aguardan impacientes a las puertas de una enorme finca, que tiene incluso una pista de tenis propia en los exteriores. A José Luis y Francisco Cristóbal les acompaña el pequeño Cristóbal, que ha seguido la senda de su abuelo y no se le da nada mal lo del fútbol, juega en el Pabellón, en el pueblo. La familia de Carriega muestra en exclusiva a LA NUEVA ESPAÑA, del mismo grupo editorial que FARO, los secretos mejor guardados del mito del Sporting, uno de los entrenadores más reconocidos del panorama nacional durante los setenta y ochenta.

Los hijos y nieto de Carriega. IÑAKI OSORIO

Afectado por el párkinson en sus últimos años de vida, nada le hacía más feliz a Carriega que esconderse en su despacho para contemplar sus recuerdos futbolísticos. Hoy los descendientes de uno de los técnicos más influyentes en la historia del club rojiblanco abren las puertas de este museo por primera vez. Nunca nadie se había colado entre el pasado de Carriega. Ni siquiera sus hijos, o la viuda, Luisa, su gran apoyo. “Nunca hemos tocado nada de lo que hay en este despacho por respeto a preservar la memoria de mi padre”, arranca el primogénito, José Luis. Un estrecho pasillo conduce al bufete, luminoso, de unos treinta metros cuadrados.

La chaqueta de su etapa como entrenador del Betis.

Los hijos abren las puertas que conducen a todo un universo del fútbol, el de Carriega. Todo está perfectamente ordenado. Se nota que ha sido preparado y conservado con esmero. Ahí se encuentra el pasado más histórico de Carriega: sus trofeos ganados como técnico en el Betis, Atlético, Sevilla...; también tiene chaquetas, indumentarias de esos clubes, una de ellas la rojiblanca, del Sporting. O unos cuantos relojes: “Nuestro padre siempre llevaba reloj y gabardina”, recuerdan. Y, sobre todo, muchas fotos. A Carriega le gustaba perpetuar sus recuerdos más profundos. Ahí están imágenes con Bilardo, Kubala, Arsenio Iglesias, Miguel Muñoz o Michael Robinson. Y, como no, de El Brujo. Varias con Quini.

El museo alberga también un álbum de cromos y una foto de la icónica volea de Quini.

“Quini era como un hijo para mi padre”, explica José Luis, antes de mostrar el elemento estrella del museo: la camiseta del debut de El Brujo con la selección, del 28 de octubre de 1970, en un España-Grecia. “Quini se la dio a mi padre cuando regresó de jugar con España en Zaragoza. “Te lo debo a ti”, le dijo entonces Enrique Castro a Carriega. Y con qué cariño la guardó su maestro. El exentrenador se la llevó directamente a su chalet de Allariz. “La tenía guardada como oro en paño”, recuerdan sus hijos sobre la elástica, roja, con el escudo del águila y las flechas. La familia Carriega prosigue con el “tour”.

Francisco muestra una foto de Luis Cid Carriega durante su etapa en el Betis. Andrés MENÉNDEZ

Explican que les gustaría que un día este privado rincón, historia del fútbol, se pueda visitar. Dejan atrás el despacho. Caminan. Abren otra puerta, a la derecha. Es el garaje. Otro de los puntos candentes del museo. Todo está minuciosamente preparado. Así, explican, lo dejó Carriega. Llama la atención su profundo respeto por los medios informativos. Está lleno, repleto, de recortes de prensa.

“Nunca olvidaremos el día que vino a despedirse de nuestro padre. Llegó al tanatorio, sin hacer ruido, con profundo respeto, y se fue, muy educado”

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Hay portadas, reportajes. También sellos, cromos. Y la icónica volea de Quini, inmortalizada por Puche. “Nunca olvidaremos el día que vino a despedirse de nuestro padre. Llegó al tanatorio, sin hacer ruido, con profundo respeto, y se fue, muy educado”. El corazón de Quini se paró tan solo catorce días después de aquel disgusto.

Cristóbal, nieto de Carriega, muestra un galardón del Sporting. Andrés MENÉNDEZ

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