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Anillos milagrosos, una caja casi única en el mundo y un altar portátil: un tesoro bajo la mirada del CSIC

Expertas analizan una treintena de objetos de arte de la catedral y buscan datar los anillos de leyenda | “Las piezas tienen una importancia mundial y lo relevante de Ourense es que se han conservado en su conjunto” | “La investigación ayuda a entender el tesoro que tenemos”, valora la diócesis

Las investigadoras, con la caja de marfil (una de las piezas más importantes del tesoro de Ourense) y los anillos milagrosos. // IÑAKI OSORIO

En el museo de la catedral ourensana de San Martiño (siglos XII y XIII) se custodian piezas de arte que, sin ser tan conocidas sobre la basílica como el Pórtico del Paraíso, el cimborrio, el altar mayor o las capillas del Santo Cristo o de San Juan, constituyen elementos muy relevantes del patrimonio y la historia. Son vestigios valiosos de nuestro pasado.

Cuatro investigadoras del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) estudian una treintena de estos objetos desde ayer en Ourense (el proyecto traerá a más, de distintas disciplinas y países). Desde los cuatro anillos milagrosos de los obispos, a los que la leyenda atribuye poderes curativos, hallados el año pasado en un relicario de la iglesia de Santo Estevo de Ribas de Sil –tras la inopinada premonición de una novela de María Oruña–, hasta objetos mucho menos mediáticos pero que, a ojo de los expertos, poseen un gran valor histórico y cultural.

El delegado de patrimonio diocesano, Luis Cuña, dos investigadoras y la restauradora Vania López, con los anillos milagrosos de Santo Estevo. // IÑAKI OSORIO

Es el caso del ajedrez de cristal de roca, un altar portátil para oficiar misa –dos de las piezas vinculadas al monasterio de Celanova, como el báculo del propio religioso– o una caja de marfil para guardar balanzas de precisión, de la que todavía no existe una datación clara. Solo constan cinco recipientes de estas características en todo el mundo y la de Ourense es una de las mejor conservadas, según la investigadora italiana Silvia Armando, especialista en el estudio del marfil.

Therese Martín, doctora en Historia del Arte, dirige este proyecto sobre tesoros medievales, financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación. El equipo multidisciplinar trabajará durante cuatro años –solicitarán una prórroga de un año, debido el parón de la pandemia– en un amplio estudio sobre piezas valiosas de la Edad Media, en España, Francia y Alemania.

"Nuestra meta es entender el conjunto y ver qué nos dicen las piezas de nuestra historia, y analizar cómo se han conservado durante todos estos siglos hasta llegar a nosotros"

Therese Martín - Doctora en Historia del Arte. Directora del proyecto de investigación

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“La importancia es el conjunto: son piezas que se agruparon por razones que intentamos averiguar, y que se han mantenido, lo que es difícil”, subraya la experta. “En todos los museos del mundo hay piezas así, que tienen una importancia mundial, pero lo relevante del tesoro de Ourense es que se han conservado en su conjunto”, destaca. “Cuando vemos en contraste las piezas de marfil junto con el cristal de roca o las piezas de plata es realmente cuando podemos entender la idea del tesoro. No se trata de piezas sueltas”, puntualiza.

Del monasterio de Celanova, fundado en el siglo X por el padre de Rosendo, que llegaría a ser el segundo abad, provienen varios de los objetos valiosos en estudio. Fueron incorporados al museo catedralicio entre los siglos XIX y XX. Son elementos que han permanecido juntos, como el ajedrez de cristal de roca, un cáliz de plata nielada y baño de oro o un altar transportable para oficiar misas. “Llevan el aura del santo y se han mantenido agrupadas por esa razón”, indica la investigadora.

“La primera donación para la fundación del monasterio fue en 938. Después las piezas llegaron de diferentes donantes. En el cáliz, por ejemplo, se lee In Memoria Ioannis, un tal Juan. Nuestra meta es entender el conjunto y ver qué nos dicen las piezas de nuestra historia, y analizar cómo se han conservado durante todos estos siglos hasta llegar a nosotros”, explica Therese Martín.

Tres de las investigadoras del proyecto y la restauradora de la diócesis. // IÑAKI OSORIO

“Nos interesa la conservación pero también el estudio. Investigar las piezas y conocer en algún caso su rareza nos ayudará a entender el tesoro que tenemos, que nos habla de nuestras raíces, de nuestro pasado y de la antigüedad de esta diócesis. Nos ayudará a darnos cuenta de lo que tenemos, por lo que nos enriqueceremos todos. Por una parte, nosotros ofrecemos la posibilidad de estudiar estas piezas y ellos a nosotros, la de conocerlas mejor y valorarlas. De este trabajo saldrán artículos científicos y hará que se valoren nuestras piezas , y que tal vez las pidan para exposiciones en museos”, dice Luis Manuel Cuña, el delegado de patrimonio de la diócesis de Ourense.

La aspiración de este sacerdote es poder mejorar el museo de la seo, limitada para nuevos usos por la falta de espacios. “Está tan abigarrado que a veces uno no sabe ni dónde mirar. Tenemos piezas excepcionales y algunas merecerían más relevancia, presentarlas mejor”, admite.

Cuando el año pasado se encontraron los cuatro anillos milagrosos dentro de una bolsa de tela, en un relicario de la iglesia de Santo Estevo –tres de ellos, todavía con piedras engastadas–, Cuña se puso en contacto con el CSIC para comunicar el hallazgo. A partir de ese primer diálogo, los investigadores decidieron ampliar su campo de análisis a otros objetos de la diócesis.

Las expertas intentarán datar las sortijas, basándose en su material y manufactura, en la bolsa de tela con bordados metálicos en la que se encontraban o en uno de los manuscritos que había dentro: “Estos cuatro anillos son los que quedaron de los nueve Santos Obispos. Los demás desaparecieron. Por ellos se pasa agua para los enfermos y sanan mu[chos]”. Pero, sobre todo, ampliarán el foco para analizar en conjunto unas piezas y otras. “Se estudiarán también algunas de las que ya hay datación para poder comparar amalgamas, el tipo de fundición y los metales, de manera que pueda ayudar a la datación. Vendrá además un técnico, un día, para analizar con rayos”, explica Luis Cuña.

Tres de los anillos de los obispos conservan las piedras engastadas. // IÑAKI OSORIO

El primer estudio de fluorescencia, ya efectuado con rayos X, reveló que el material de los anillos es de “una aleación de plata muy frecuente. No es algo que podamos fijar en un lugar y una fecha”, señala Therese Martín. “Estudiaremos las aleaciones de plata de estas otras piezas [el cáliz o el altar portátil] para ver si la semejanza nos permite una datación cercana. Para nosotras, tener una fecha en sí es uno de los fines, pero no la única meta. Queremos entender cómo es la manufactura, qué piedras se utilizaron, o si uno, que parece roto, tiene en realidad una figura aún no reconocida”, explica la directora de la investigación.

El hallazgo fue muy interesante, una confirmación de algo que parece que es leyenda pero que tiene base histórica. Hay muchas sorpresas que nos quedan por descubrir en este país”, afirma Martín.

Una joya del patrimonio casi desconocida en Ourense fue elaborada con bloques sólidos de marfil. En una de las caras se pueden apreciar los anillos del colmillo del elefante. “Para mí, es una de las piezas más importantes del tesoro de Ourense, que es muy rico. Salvo una pequeña parte, que se ha perdido, está realmente bien conservado”, subraya Silvia Armando, profesora en la John Cabot University de Roma, investigadora académica y especialista en marfiles medievales de la zona del Mediterráneo.

La especialista en marfil Silvia Armando muestra la caja del tesoro de Ourense que contenía elementos para el pesaje de precisión. // IÑAKI OSORIO

Aún no ha sido posible establecer el periodo exacto del recipiente, que contenía elementos para el pesaje de precisión, en compartimentos circulares con huecos para los platos y los brazos, con una conexión para las cadenillas.

Esta caja casi única en el mundo está decorada con la técnica de la incrustación, mediante el empleo de pasta de colores negro y rojo para grabar elementos vegetales. Hay inscripciones en árabe con una palabra que se repite: baraka, es decir, fortuna, bendición. El recipiente conservado está compuesto por una caja más grande y una más pequeña con tapa. El elemento perdido es otra cajita que serviría para cerrar.

“Los artesanos que elaboraron esta pieza tenían una gran disponibilidad de marfil. El material podía proceder de Egipto, del siglo XII, de Sicilia, que mantenía conexiones fuertes con Egipto, o también ser una producción de la Península Ibérica, del siglo XIII, durante los Reinos de Taifas”, indica Silvia Armando.

“No sabemos si fue utilizada por orfebres, cambistas o para usos farmacéuticos. Esperamos que, con la investigación, observando los objetos, estudiando documentos y archivos y comparando los materiales, podamos descubrir algo más de la historia del objeto”, dice la experta.

Armando y otras dos investigadoras, con la caja de marfil de Ourense. // IÑAKI OSORIO

En la colección procedente del monasterio de San Rosendo hay un altar portátil, lo que no quiere decir ligero, porque la piedra maciza pesa. Se supone que en su interior guarda un relicario, aunque no será posible comprobarlo porque no se puede abrir y los rayos X no atraviesan este material.

Luis Cuña explica el sentido religioso de los altares portátiles: “En el aniversario de la muerte de un mártir, se celebraba la misa encima la tumba. Eso se convirtió en una costumbre y todos los altares tenían dentro un pequeño sepulcro con reliquias de santos. Llegó a ser obligatorio para celebrar la misa disponer del ara, es decir, una piedra que tiene dentro reliquias de santos. Cuando se viajaba había que llevar también el ara portátil, para poder celebrar misa allí donde no había una iglesia o un lugar consagrado, como también hacían los misioneros”, explica el religioso. “Muchas veces, estas eran posesiones de la élite”, completa Therese Martín.

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