Leonardo Lemos Montanet, obispo de Ourense, acudió ayer a la inauguración del nuevo centro pastoral con el que contarán los vecinos de Barrocás desde este fin de semana. Un centro desde el que el párroco oficiará misa pero que también servirá para que los feligreses conozcan la fe cristiana y lo que se celebra.

“Se trata de un lugar en el que se ayudará a entender más nuestra fe y costumbres con actividades como un taller de oración, un grupo bíblico, la explicación de la doctrina social de la Iglesia o la impartición de catequesis de niños y adultos”, resume el párroco Alberto Diéguez.

También pretende ser un punto de escucha y acompañamiento, orientando a quien lo necesite –sean creyentes o no– desde la perspectiva del humanismo cristiano. “La intención no es hacer psicoterapia ni dar consejos, es ayudar a encontrar un equilibrio emocional saludable, a discernir con atención; en fin, a caminar acompañados ante las adversidades de la vida”, aclara el cura, del cuál salió la idea de dar forma a este espacio que se ubica en la calle Chano Piñeiro.

Nombre con identidad

El nombre escogido para el centro fue el de Juan Pablo II en honor al santo y al Papa por los que el párroco –que justo estos días hace ocho años que tomó posesión en la Inmaculada Concepción de Montealegre– dice sentir predilección. “Sí que siento una cierta afinidad hacia la historia que existe detrás del santo. Muchas veces no reparamos en que los santos son más que imágenes que decoran los templos. Y acercarse a la labor que hizo me parece siempre interesante y enriquecedor”, cuenta Diéguez.

Por otro lado, al Papa Juan Pablo II lo apodaron como “el viajero” por ser el que se acercó –saliendo de Roma– a toda la Iglesia. De esa forma, el centro pastoral supone para la parroquia dejar también la zona de confort y salir al encuentro de los feligreses. Fue el propio cura el que constató en 2013 que la iglesia quedaba muy a desmano a los creyentes del barrio y comenzó a idear un lugar en el que instalar su despacho, que estuviera próximo a la nueva y gran urbanización en la que residen algunos creyentes.

Todo este proyecto no habría llegado a buen puerto si no hubiera colaborado la parroquia de Santa Eufemia, que aportó el fondo económico necesario para acondicionar las instalaciones. Se trata, pues, de una historia de ayuda entre parroquias en la que los beneficios se entienden como un bien común para toda la sociedad.

La entrada del centro da a la calle principal de dicha urbanización y en ella se puede observar una cruz de hierro. Recogida en un soportal, sus elementos son de hierro oxidado y cristal, dando acceso a un pasillo de acogida en el cual, como elemento novedoso, se encuentra, para el sostenimiento del local, un “peto” en el cual se puede introducir efectivo, pero también habrá un TPV por si se prefiere hacer el donativo con tarjeta.