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El tímido regreso del café en la barra

En el bar Niza, en la calle Progreso, ya se consume en la barra. Fernando Casanova

“La barra nos da la vida”, dice Susana Rodríguez, del bar Niza, en la calle Progreso de la ciudad. Es uno de los pocos establecimientos que se acogió al nivel 2 del nuevo plan para la hostelería gallega que entró en vigor ayer. Esta nueva normativa establece dos categorías de restricciones y es el hostelero, en base a unos requisitos, el que elige en cuál se sitúa. El 2 permite aforos del 75% en interior, 100% en terraza y el servicio en barra. Esta es la gran novedad, pero una rareza todavía en la ciudad de As Burgas porque las condiciones que exige este nivel no acaban de convencer a los hosteleros.

Primero, porque los clientes (como máximo dos si son convivientes) deben guardar una distancia de 1,5 metros y esto deja muy poco margen. Segundo, porque se exigen pruebas diagnósticas al personal cada 7 o 14 días. “¿Quién las paga?”, se pregunta Mariano González, del bar Trampitán. Y además, añade María, del bar Orellas, “¿por qué tantas pruebas si ya estamos todos vacunados?”. Rubén, del restaurante O Frade, tiene muy claro que “no merece la pena complicarse tanto la vida”. Por estas y otras condiciones que consideran excesivas, estos tres negocios han optado por quedarse en el nivel 1, que mantiene aforos del 50% dentro, 75% fuera y barra cerrada.

Mariano González, del Trampitán, sigue sin barra. | // FERNANDO CASANOVA

En el Niza, sin embargo, no se lo han pensado. Su barra es bastante larga y respetando la separación interpersonal caben hasta 10 clientes si todos se presentan en grupos de dos. “Nuestra barra da un servicio muy rápido, sobre todo a trabajadores que vienen por la mañana y se toman un café o un pincho”, destaca Susana. “Y a nosotros eso nos da la vida”, añade.

"La barra nos da la vida"

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Así abrieron ayer, con la ilusión de volver a servir el café en la barra, aunque no todos los clientes estaban al tanto de la novedad. “Se sentó muy poca gente porque no lo sabían, teníamos que avisarlos”, apunta la hostelera. Señala que las condiciones todavía no están muy claras y tampoco si realmente van a tener que afrontar el coste de las pruebas diagnósticas que, en su caso, serían 8 cada vez. “El plan acaba de entrar en vigor y nosotros aprovechamos, pero si vemos que no compensa, volveremos para atrás”, afirma Susana, que tampoco ve la necesidad de realizar pruebas periódicas a la plantilla: “Ya estamos todos vacunados, no me parece muy justo”, opina.

En el baro Orellas esperan a conocer más detalles del nuevo plan. Fernando Casanova

“Demasiado protocolo”

Así que la hostelería ourensana ha optado por el nivel básico. “Yo me quedo en el 1 y porque no hay menos”, destacaba Mariano González, del Trampitán, un bar en la Praza Maior que vive fundamentalmente de la terraza. “No tiene lógica ninguna esto; como mucho puedo tener tres clientes, seis si vienen en grupos de dos, pero si tengo que hacer test cada semana no le saco partido ninguno, lo comido por lo servido y a lo mejor ni eso”, apunta.

En la rúa da Paz, María, del bar Orellas, ha preferido esperar a que se aclaren las condiciones. “No hay nada publicado en el DOG y no tenemos información, estamos a ciegas”, lamenta. Una vez conozcan los requisitos con detalle, decidirán porque la suya sí es una barra grande. En O Frade, en la rúa dos Fornos, ya lo tienen claro. “Demasiado protocolo. Tal y como hemos aprovechado el espacio nos va bien, llevamos un año y medio así, no vamos a complicarnos la vida ahora”, sostiene Rubén.

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