“Nuestros mayores eran los grandes olvidados de la sociedad; espero que todo lo que está pasando nos sirva para mejorar, para aprender a priorizar lo verdaderamente importante”. Así se expresó ayer, en la entrega del Premio Celanova, Casa dos Poetas, Sonia Opazo, trabajadora social de la Residencia San Carlos de Celanova, el primer centro atacado por el COVID-19 en Galicia y en el que fallecieron nueve mayores.

El equipo profesional del que ella forma parte fue el primero en lidiar contra este enemigo invisible y todavía desconocido en aquel marzo de 2020 y, por ello, la Fundación Curros Enríquez ha querido reconocer con este homenaje su fortaleza, la capacidad de organización y resistencia, y la profesionalidad y valentía con la que se enfrentaron al virus. Así lo recoge el acta que justifica la concesión del 37 Premio Celanova, Casa dos Poetas a la comunidad de esta residencia entregado ayer en el claustro barroco del monasterio celanovés.

Sonia Opazo estuvo acompañada por Aurora Fernández, una de las residentes del centro que acudió en representación de los mayores. “Este premio tiene que ser compartido por trabajadores y residentes, ya que la fuerza, el aguante y la experiencia vital que mostramos en estos duros momentos es algo que aprendimos de ellos, de toda una vida de trabajo duro superando dificultades, carencias y situaciones complicadas”, señaló Opazo. “En sus últimos años de vida, tenemos la obligación de cuidar de los que antes cuidaron de nosotros, devolverles con gratitud, dignidad y amor lo que tanto nos dieron”, añadió.

"Tenemos la obligación de cuidar de los que antes cuidaron de nosotros, devolverles con gratitud, dignidad y amor lo que tanto nos dieron”

Sonia Opazo - Trabajadora de la residencia San Carlos

El premio que les otorga la fundación, apuntó, reconoce el esfuerzo en un trabajo que se vieron obligadas a asumir las primeras y que afrontaron, dijo, “lo mejor que pudimos, con el convencimiento de que era lo que debíamos hacer, lo correcto, y lo que merecían nuestros residentes”.

Un premio extensivo a todos los trabajadores

La Residencia San Carlos recibió el premio a título individual pero con la idea por parte de la Fundación Curros Enríquez de simbolizar en esta comunidad a todos los centros de mayores de Galicia, sin olvidar a los demás colectivos que luchan cada día contra la pandemia. Sonia Opazo recordó que esta batalla todavía continúa: “Seguimos intentando dar lo mejor de nosotros, mantener seguros a nuestros residentes y darles los mejores cuidados y el cariño que se merecen”.

Al acto asistieron también el presidente del Parlamento de Galicia, Miguel Santalices; el secretario xeral de Cultura, Anxo Lorenzo; el vicepresidente de la Diputación de Ourense, Rosendo Fernández; el subdelegado del Gobierno, Emilio González; la vicerrectora del campus ourensano, Esther de Blas, miembros de la Fundación Curros Enríquez, concejales de Celanova y numerosas personas vinculadas a la cultura.

El programa arrancó con una recepción en la Praza Maior y música de la Asociación Cultural Banda de Gaitas de Celanova, seguida de la tradicional ofrenda floral ante el busto de Celso Emilio Ferreiro, obra de Acisclo Manzano, y un recuerdo al poeta en el 42 aniversario de su muerte, que incluyó la lectura del poema “Irmaus”.

A continuación, el homenaje se trasladó al claustro barroco, donde se entregó el premio. Felipe Ferreiro, patrono de la fundación, condujo el acto, y el presidente y alcalde de Celanova, Antonio Puga, pronunció las palabras de apertura que precedieron a la lectura del acta. La representante de San Carlos, Sonia Opazo, recibió una medalla de plata conmemorativa realizada por Acisclo Manzano y un grabado obra de Baldo Ramos que recoge un extracto del acta. El acto incluyó la proyección de un audiovisual con una selección de las fotografías que el colaborador de FARO, Brais Lorenzo, realizó durante la pandemia en esta resdiencia y por las que recibió numerosos premios, entre ellos el Ortega y Gasset.