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Las discretas vacaciones de Vázquez Raña

El magnate mexicano pasa sus últimos días de vacaciones, después del homenaje que le rindieron en A Toxa por su éxito empresarial, con descanso y partidas de dominó

El vendedor de la ONCE y varios clientes en el bar Anduriña. | // IÑAKI OSORIO

Son las 11.00 horas de la mañana en Avión y la Guardia Civil de Tráfico se sorprende por los turismos que estacionan en doble fila dejando solamente un carril para la circulación vial. Uno de los agentes explica que “pasábamos por aquí y pensamos que había feria o algo, pero cuando vimos que no y todos estos coches mal aparcados, paramos para avisar antes de poner multas”. Un Audi Q7, varios mercedes de alta gama, dos BMW y vecinos del pueblo haciendo recados en la panadería, en la farmacia y en el supermercado, donde hay un pasillo solamente de productos mexicanos.

Al fondo del pueblo, la casa del empresario mexicano Olegario Vázquez Raña luce tranquila, con las persianas bajadas para que no entre el calor y con el mínimo movimiento. La furgoneta gris con la que se suele mover está aparcada y varios coches más se divisan desde el horizonte. El empresario llegó a Avión hace aproximadamente un mes como cuenta un vecino del pueblo que pasea en frente de su casa. “Sí que estuvo por aquí, de hecho estuvo dos semanas seguidas y después salía y entraba”, comenta.

Desde el telefonillo de su casa, las palabras se robotizan: “Imposible, imposible, ahora no atiende a entrevistas”. El secretismo sobre si todavía permanece en el pueblo es patente. Unos dicen que lo vieron anteayer, otros que hace una semana que no lo ven y otros no saben o no contestan, pero lo cierto es que a la partida de dominó y a su café de las cinco, no faltó ayer. No quiso fotos y tampoco hablar. Desde el interfono de su casa, mienten al mediodía para deshacerse de las preguntas: “Está bien, pero está en Madrid, lo siento estoy ocupado”.

Un vecino de Avión paseando en frente de la casa de Olegario Vázquez Raña. | // IÑAKI OSORIO

Premio y descanso

El pasado 29 de julio, el empresario exitoso, que dirige el conglomerado Grupo Empresarial Ángeles, recogió en la Isla de la Toxa el premio al empresario gallego en América, siendo el primero en recibirlo. Tras recibir el merecido homenaje, el descanso fue su principal preocupación en un rincón ourensano, donde el acento mexicano es sinónimo de verano. “Oralé, van en busca de Olegario, ¿apareció algo?”, dice un mexicano con la camiseta del Real Madrid.

No solo el descanso es primordial para el empresario mexicano, si no que en varias entrevistas señaló la importancia de pasar tiempo con su familia y en familia. Es por ello, que todos los años intenta juntarlos a todos en el cumpleaños de su mujer, María de los Ángeles Aldir. “Esta vez non veu nadie o aniversario da esposa por esto do bicho e creo que fixeron unha pequena xuntanza no chalé pero ben pequena, porque por aquí non se veu nadie. As veces ven o presidente da Xunta ou outras persoas importantes e anda a seguridad privada por aí, pero este ano nada de nada. E se viñeron, foi as escondidas”, arguye un vecino.

Lo cierto es que Olegario no pierde la tradición, aunque con la pandemia la reunión fuera más pequeña de lo habitual, ni tampoco rehúye a la tradición de jugar al dominó en el Café Bar Anduriña.

Sobre la mesa del fondo del establecimiento, todavía están las partidas que jugaron, el día anterior, compatriotas mexicanos. Albino, Gerardo o Ricardo figuran en una tira de papel recortado donde anotan las puntuaciones obtenidas al dominó. “Suelen a venir a jugar todas las tardes al dominó, se sientan en una mesa y se divierten jugando”, dice el camarero del bar.

Sin embargo, otro vecino que escucha la conversación es más intrépido: “Yo vengo todas las tardes y normalmente suelen jugarse 20 euros, pero hay veces que se juegan miles”. Verdad o embuste, Olegario Vázquez Raña tiene en Avión su refugio veraniego particular donde no solo descansa y juega al dominó si no también donde encuentra sus raíces, las de una familia que tuvo que emigrar a México y se hizo a sí misma.

Ahora con 85 años, mira a diciembre para cumplir uno más con la pandemia restringiendo el cumpleaños de su esposa, que pasó de convocatoria mediática a reunión familiar, y también minimizando sus salidas. En Avión, es uno más, los vecinos lo saludan como si lo fuera y respetan su intimidad ante las preguntas, aunque cuando ven pasar el Rolls Royce saben que llegó Olegario.

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