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El amor familiar y el apoyo psicológico: “Mamá está aquí, ten fuerza, vas a salir”

Felipe, de 40 años, estuvo medio mes en UCI tras contagiarse antes de que le llegara la vacuna | La madre, que acudía a visitarlo y le hablaba tras el cristal, recibió el respaldo de la psicóloga en el proceso: “Fue mi compañera y confidente; aquí tiene una familia”

Dos psicólogas, con Felipe Adrián, durante la videollamada que mantuvo ayer con su familia. // Sergas

“El universo no sería gran cosa si no fuera el hogar de la gente a la que amas”, afirmó el físico Stephen Hawking, y ese impulso emocional sostuvo en medio de la tempestad a Celia Rodríguez, la madre, y al resto de la familia de Felipe Adrián, de 40 años, que ha estado dos semanas intubado en la UCI, tras contagiarse poco antes de que le llegara la vacuna.

“Todo el mundo me decía: ‘reza, reza’, y yo no tenía ganas. Apoyaba mi cabeza en el cristal de la habitación de mi hijo, en la UCI, y le decía: ‘Felipe, mamá está aquí, ten fuerza, cariño, vas a salir’. Le hablaba como si me estuviera escuchando y viendo, porque sabía que él tenía que sentir una energía positiva a través de aquel cristal”, recuerda la madre.

El apoyo de la psicóloga dio amparo a la familia. “Fue muy importante, me escuchaba, me decía que sacara lo que tenía dentro, me dio fuerzas”, destaca Celia Rodríguez, la madre

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Durante el largo proceso de dos semanas, para sobrellevar la incertidumbre, recibió el apoyo de la psicóloga Nuria Seijas. “Fue mi compañera y confidente, estuvo a mi lado, no lo olvidaré. El vínculo que se ha creado es muy fuerte; aquí tiene una familia”, alaba Celia.

"Entre los 20 años, o más jóvenes, y los 40 nos creemos Superman, pero no lo somos"

Felipe Adrián - Paciente de COVID

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“Te dejaste acompañar y tienes muchos recursos personales. Yo lo que intentaba es ayudarte a gestionar la incertidumbre, la espera, el miedo y la impotencia, pero el resto lo has hecho tú. Se nota que eres una persona muy fuerte, con muchas cualidades, ha sido un placer”, le decía la profesional, con humildad, en la videollamada que Felipe mantuvo ayer con su familia, ya en planta, para felicitar a su abuela María del Carmen, Chola, que este martes cumplió 86 años.

Felipe, durante la videollamada.

Fue muy entrañable poder estar alrededor de la bisabuela, con mis nietos y con mi hija, cantando el cumpleaños y viendo a mi hijo emocionado y feliz”, destaca Celia. “Acabé llorando”, admite Felipe.

Tras dos semanas en UCI señala su próximo objetivo: “Puede que me quiten el oxígeno en breve, pero no tengo prisa, para qué estar saturando al 97% si puedo estar al 100. El siguiente paso me imagino que será hacer una PCR para ver si sigo aislado, como ahora. Físicamente estoy reventado, con las mismas agujetas que si hubiera corrido una maratón. También he perdido psicomotricidad. Además, tengo un ataque de gota, con lo que el sufrimiento es el doble”.

"Lo peor para el familiar es la impotencia de no saber qué va a ocurrir. Ven importante saber que tienen a una persona de referencia para escuchar sus miedos, angustias y preocupaciones, y para ayudar a gestionar las emociones, normales dada la situación"

Nuria Seijas - Psicóloga del CHUO

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El virus ha pasado factura a un hombre joven que, a lo largo de su vida, ha hecho diferentes deportes, incluso a nivel competitivo, llegando a ser campeón provincial y cuarto de Galicia en taekwondo, además de haber practicado hockey, marcha, salto de longitud, fútbol y baloncesto.

Felipe, con oxígeno, en planta en el CHUO

El 27 de julio, tras mucha insistencia, consiguió fijar una cita para vacunarse en Madrid, pero no llegó a tiempo. Cuatro días antes, por la mañana, ingresó en urgencias del hospital de Ourense, con una neumonía bilateral por el COVID.

“Me llevaron a planta, me dijeron si quería merendar, y lo que tardé en comer un yogur y una pera fue el tiempo que estuve en planta. Me bajaron a UCI porque estaba en el límite de la saturación, en menos de 95%. Cuando llego y me cambian de cama y me pone el catéter, no una vía, empiezas a ser consciente de que esto va en serio. Ese fue el último recuerdo hasta que me desintubaron. Al despertar, lo primero que le digo al tiarrón que conseguía moverme él solo, y eso que mido 1,85 y pesaba 120 kilos –habré perdido unos 20 o 25–, es cuánto tiempo llevaba allí. Me dijo que 16 días, le cogí una mano, me eché a llorar y ya no lo quería soltar”, recuerda el paciente.

"Ves por televisión a la gente subida a los coches en Magaluf, de botellón, y eso no puede ser. Quizás habría que dar un poco más de ventajas al ocio nocturno porque son profesionales, y a la vez reforzar los medios policiales contra el botellón, ilegal"

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Crítico con los incumplimientos

Nació en 1981 en Madrid, donde estaba destinado su padre militar, pero cuando todavía era un bebé la familia se instaló en Ourense. A los 17 se fue a estudiar Arquitectura a la capital. Allí tiene una empresa que organiza fiestas y eventos, y entre ese formato de ocio controlado frente a los excesos e incumplimientos que se han visto en esta quinta ola, Felipe se muestra crítico.

“Entre los 20 años, o más jóvenes, y los 40 nos creemos Superman, pero no lo somos. Me dedico al ocio nocturno, organizo fiestas y soy el primer interesado en que se hagan las cosas de forma correcta. Ves por televisión a la gente subida a los coches en Magaluf, de botellón, y eso no puede ser. Quizás habría que dar un poco más de ventajas al ocio nocturno porque son profesionales, y a la vez reforzar los medios policiales contra el botellón, que es ilegal”, señala.

Tras despertar del coma inducido, esa primera noche, Felipe aún sufrió alucinaciones. Tuvieron que sujetarlo para que no se cayera de la cama ni se arrancara la vía. Cuando todavía estaba con ventilación mecánica, “era consciente de qué pasaba pero impotente. Pensaba que estaba atado en un hotel de Italia y creía escuchar si me desenchufaban o me dejaban ir. Yo intentaba moverme, hacer ruidos y dar alaridos para que supieran que quería luchar. Me sentía impotente”, recuerda del coma.

"En la UCI son de otro nivel, son un equipazo, me dejaría las manos en carne viva aplaudiendo. La calidad y el trato humano son excepcionales"

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Felipe hablando con su abuela, madre y sobrinos.

El de ayer, comparte Felipe, fue un día intenso emocionalmente. Además de la videollamada, vio la cantidad de mensajes de personas interesándose por él. “Te das cuenta de que hay gente a la que le importas y se preocupa por ti. Eso llega y emociona, te da ganas de seguir, es un chute de adrenalina y energía”, asegura.

Una jornada la madre llegó a la UCI, “noté cómo el médico sonría y decía a mi hijo, ya desintubado, ‘tu madre está ahí’. Él abrió los ojos y me miró, y yo abracé a Nuria. ¡Está desintubado, está vivo!”

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Suenan elogios para hablar del personal sanitario. “En la UCI son de otro nivel, son un equipazo, me dejaría las manos en carne viva aplaudiendo. La calidad y el trato humano son excepcionales, desde el primer al último celador, los enfermeros, las psicólogas”, afirma.

La familia está “muy agradecida” a los profesionales, en especial al doctor Cortés, destaca la madre. El apoyo emocional fue clave para que, mientras él luchaba en UCI, sus padres soportaran la incertidumbre. “El proceso fue horrible, porque hubo días que no evolucionaba tan bien”, dice Celia. Por eso el apoyo psicológico le dio amparo. “Fue muy importante, me escuchaba, me decía que sacara lo que tenía dentro, me dio fuerzas”.

“¡Está desintubado, está vivo!”

Una jornada la madre llegó a la UCI, “noté cómo el médico sonría y decía a mi hijo, ya desintubado, ‘tu madre está ahí’. Él abrió los ojos y me miró, y yo abracé a Nuria. ¡Está desintubado, está vivo!” El posterior traslado a planta deparó un momento “divertido”, señala él. Celia llegaba a la unidad para ver cómo estaba y se encontró con que salía en camilla. “¿Pero a dónde vas? Si yo vengo a verte”.

La psicóloga, con la familia de Felipe durante la videollamada

"Lo más importante es lo que puede parecer más fácil: a veces, simplemente estar, escuchar y acompañar. En algunos momentos también nos tenemos que dar soporte. Es muy necesario porque también somos humanas. Es necesario desahogarse, hablar y encajar"

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Tras 12 años en la privada, Seijas empezó a trabajar en diciembre de 2020 en el CHUO, como psicóloga. Ha vivido ya las intensas tercera y quinta olas.

“Lo peor para el familiar que está fuera es sentir la impotencia de no saber qué va a ocurrir. Consideran importante saber que tienen a una persona de referencia para escuchar sus miedos, angustias y preocupaciones, y para ayudar a gestionar las emociones, que son normales dada la situación. Lo más importante es lo que puede parecer más fácil: a veces, simplemente estar, escuchar y acompañar. También servimos de enlace entre la familia y paciente, por ejemplo con videollamadas en planta”. Y como apoyos cuando todo es negro.

Las dos psicólogas hablan con la familia del paciente

Nuria y una psicóloga residente visitaron a Felipe ayer. Ellas, como el resto de profesionales sanitarios que han hecho frente al COVID, dan apoyo pero no son invulnerables. “Hablamos, comentamos y en algunos momentos también nos tenemos que dar soporte. Es muy necesario porque también somos humanas. Es necesario desahogarse, hablar y encajar”.

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