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Una segunda oportunidad para más de 8.000 animales en la provincia de Ourense

El Centro de Recuperación de Fauna del Alto do Rodicio lleva más de tres décadas tratando y rehabilitando especies para devolverlas a su hábitat natural

Un ejemplar de águila pescadora que necesitó cuidados de los profesionales del Centro de Recuperación de Fauna del Alto do Rodicio. FdV

Es difícil saber cuántos animales han pasado por el Centro de Recuperación de Fauna del Alto do Rodicio (en Maceda) porque durante sus primeros años no se registraban las altas y las bajas. Lo que sí se sabe es que lleva en funcionamiento desde hace algo mas de tres décadas y que, teniendo en cuenta la media de casos anuales que tratan –situada por encima de los 300–, se puede afirmar que más de 8.000 animales han tenido una segunda oportunidad en la provincia de Ourense.

La Consellería de Medio Ambiente, Territorio y Vivienda –concretamente los Servicios de Patrimonio Natural dependientes de la Xunta– cuentan con equipos multidisciplinares, formados por biólogos, ingenieros de montes, ingenieros técnicos forestales y veterinarios, que trabajan por y para el medioambiente, con el apoyo de vigilantes de recursos naturales y el personal jurídico y administrativo. A esto se suma la labor de los agentes forestales y entidades ecologistas independientes.

El encargado de gestionar las dependencias ourensanas en las que se cura y da solución a diferentes problemáticas de la fauna es Juan Gómez –veterinario y jefe de servicio de patrimonio natural en la provincia– que trabaja con otros tres compañeros.

Las aves, las más atendidas

Son diversas las especies que necesitan de un internamiento en este centro de recuperación, pero las que más abundan son las de aves. “Concretamente, el águila ratonera, conocida en Galicia como miñato”, señala Gómez. Su tamaño es mediano y el color de su plumaje puede variar entre el marrón oscuro y el blanco. Se trata de un ave abundante en Europa y que no está en peligro de extinción.

Durante los tres meses de encierro del 2020, afirma el profesional, el descenso de ingresos en el centro se notó: “Como la población estaba confinada, no podía alertar de la presencia de algún animal herido o con algún tipo de limitación. Sin embargo, no fue un descenso significativo, porque las personas que viven en el rural seguían dando aviso cuando se encontraban con animales que precisaban ayuda”.

La vuelta paulatina al mundo exterior ha llevado pareja también un aumento en el número de animales ingresados. “Como el ser humano volvió a entrar en contacto con el medio ambiente, se trasladaron más avisos”, resume.

Algunos hechos en particular también pueden hacer que sean más los animales que requieren un ingreso. Las tormentas torrenciales que se produjeron a principio del verano –y que trajeron consigo fuertes vientos– causaron también bastante daño entre las aves nidificantes de la zona.

El tiempo medio de estancia de cada caso va a depender de varios factores. “Entran animales de distintas especies y los períodos de recuperación difieren de unas a otras. No es lo mismo un traumatismo en un mamífero que en un ave, los márgenes de recuperación en unos y otros no tienen nada que ver”, subraya el jefe de servicio en Ourense.

Pollo de búho chico que ingresó recientemente en el centro. FdV

No se deben tocar bajo ningún concepto

Tras el confinamiento, el gusto por salir a pasear o hacer rutas de senderismo por en enclaves naturales aumentó entre los que no eran asiduos a esta forma de vida. Los tres meses de encierro en las ciudades hicieron que la gente echase de menos los espacios abiertos y sin masificaciones. El problema llega cuando se altera el entorno por desconocimiento. “Con un animal salvaje nunca debemos interaccionar, por mucho que nos gusten. Debemos evitarlos y, sobre todo, no molestarlos”, explica el veterinario encargado de las instalaciones. “En caso de toparnos con un animal herido, siempre debemos ponernos en contacto con un centro de recuperación”, destaca sobre cómo actuar.

“En ocasiones sucede que, con la mejor de nuestras intenciones, se interactúa con un animal salvaje pensando que hacemos lo correcto y, sin embargo, puede condicionar la supervivencia del individuo. Por ejemplo, cuando nos encontramos con una cría de corzo sin su madre podemos pensar que está abandonado tratamos de auxiliarlo sin saber que acabamos de condenarlo”, aclara Gómez. Esto se debe a que, al tocarlo o cogerlo, podemos impregnar nuestro olor sobre la cría lo que dificulta a su madre reconocerlo y facilita que depredadores, como el zorro, se aprovechen de la situación.

Desde el centro recuerdan que, si vemos un animal salvaje herido, o que precisa socorro, lo mejor es llamar al 112 o al centro de recuperación de fauna de cada provincia –que en Ourense es el del Alto do Rodicio–. El número para los avisos es el 628 358 652.

En verano abundan los reptiles

Los animales con los que nos podemos cruzar al salir al monte van a depender de la zona por la que transcurramos y también de la hora del día y la época del año. Pero ahora en verano, lo más común es encontrarse con reptiles, que tendrán una reacción de huida (y a los que tampoco debemos tocar o matar bajo ningún concepto). “También se puede ver el campeo de aves rapaces o a mamíferos como el corzo antes mencionado, pero su avistamiento es más fácil justo después del amanecer”, finaliza el veterinario.

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