La madrugada del 30 de mayo de 2020, la Guardia Civil se presentó sobre las 3.15 horas en un pub de Entrimo para ordenar el desalojo de un bar con demasiadas personas –“una treintena, estaba a tope”, según un agente– para la situación sanitaria y la normativa de restricciones que había entonces, en el final de la primera ola pero todavía en el primer estado de alarma por la pandemia de COVID.

Cuando los guardias regresaron a su vehículo oficial, que habían dejado estacionado en las proximidades, se lo encontraron dañado: “Tenía dos espejos rotos, una piedra en el puente de luces y el parabrisas astillado. Además, al día siguiente comprobé que el techo también estaba fundido”, relató un guardia civil ayer, en el juicio celebrado en el Penal 1 de Ourense. No vieron quién había sido.

Un joven que aún tenía 18 años el día de los hechos está acusado del destrozo y la Fiscalía, que le atribuye un delito de daños por una actuación “con evidente ánimo de menoscabar el patrimonio ajeno”, solicita una condena de multa, por un importe total de 3.240 euros, así como el pago a la Dirección General de la Guardia Civil –representada por la Abogacía del Estado en este procedimiento– de la reparación de los daños en el automóvil, que fueron cifrados en un total de 1.202,9 euros.

El acusado, que era uno de los clientes del pub –estaba con varios amigos en la terraza, tomando algo– asegura que él no fue. “Ni sabía dónde estaba el coche de la Guardia Civil, ni lo vi, ni escuché el golpe”, declaró el joven. Otro es el testigo en el que se basa la acusación.

Tras negar haber sido presionado por la Guardia Civil, ni tampoco haber sido advertido antes del juicio para que no declarara en contra del acusado, acabó reconociendo, que escuchó el golpe y sí tuvo la “sensación, aunque no lo vi” de que el autor pudo ser el acusado, tras ver cómo volvía “riéndose” y mencionando “algo” del coche de la Guardia Civil. “Habíamos bebido”, repitió.

Durante su interrogatorio en el Penal 1, en el que en un momento la fiscal le afeó si la estaba “vacilando”, el encausado negó haber hecho ninguna alusión al coche. Asegura que se marchó para casa tras el desalojo y que desconoce cuándo se causaron los daños o quién fue el autor.

Un testigo ausente, que se enfrenta a ser detenido si no comparece de nuevo, y dos guardias que no acudieron por sus vacaciones declararán en la continuación de este juicio, en la segunda quincena de septiembre.