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De Aeroespacial a las estrellas

Marco Casanova, frente a la Escuela de Ingeniería Aeronáutica y del Espacio, en el campus de Ourense. Brais Lorenzo

Como cualquier niño, Marco Casanova (Bande, 1998) soñó alguna vez con ser astronauta. Sin embargo, la pasión por el espacio le llegó a través del cine. Las películas de ciencia ficción despertaron su curiosidad por la física y la ingeniería y cuando llegó el momento de elegir, se matriculó en Ingeniería Aeroespacial, en Ourense. Fue nota de corte de la primera promoción y a punto estuvo de quedarse fuera. Pero no solo logró la plaza sino que desarrolló una carrera brillante. El próximo lunes, con solo 23 años, inicia su trayectoria profesional en el Centro Europeo de Operaciones Espaciales de la ESA. Nada menos.

Su carrera empieza fuerte. En cuestión de días estará pisando suelo alemán para incorporarse a la misión de astrometría espacial Gaia, el satélite de la Agencia Espacial Europea, ESA, que orbita alrededor del Sol con dos telescopios para crear el mapa tridimensional más grande y preciso de la galaxia.

Un puesto de responsabilidad

Su puesto está en el ESOC, el Centro Europeo de Operaciones Espaciales, con sede en Darmstadt (Alemania), donde ejercerá de ‘Spacecraft Analyst’, un puesto de responsabilidad: “Seré el encargado de coordinar a los diferentes operadores que se dedican a evaluar el estado del satélite y de ejecutar las acciones necesarias con telecomandos”, explica.

Marco llega a la ESA con un expediente brillante en sus estudios de grado en la Escuela de Aeronáutica de Ourense, y un año de máster en Ingeniería Espacial en la Universidad Carlos III de Madrid. Su diseño conceptual de una misión a Júpiter se publicó en la revista ‘Acta Astronautica’ y mantiene una intensa actividad investigadora. Este peldaño no frenará su carrera académica, ya que continuará el máster en remoto desde Alemania y tiene intención también de hacer un doctorado. De hecho, asegura que no quiere dejar de lado otras fases de las misiones espaciales, como las conceptuales, donde se hacen estudios de trayectorias y el primer diseño de la misión a grandes rasgos.

Aunque su puesto de trabajo está en la ESA, Marco aclara que el contrato, de carácter indefinido, es con la empresa Serco, una multinacional británica con presencia en numerosos campos de la ingeniería y en el ‘ground segment’ de las misiones espaciales europeas, “lo cual conforma todas las infraestructuras, tareas y procesos que se llevan a cabo en tierra durante la operación de una misión espacial una vez que está ya está en el espacio”, detalla.

Es el caso de Gaia, que ya orbita el espacio. Marco se incorpora a esta misión el próximo lunes. La primera semana estará en cuarentena, por lo que la formación sobre su cometido la recibirá en remoto. A partir de ahí, supervisará el trabajo del equipo encargado de los monitores, “analizando la información que llega, planificando las distintas operaciones y asegurándome de que se ejecuten correctamente las tareas que se necesitan para el correcto funcionamiento de la misión”, explica el joven.

Un censo de más de mil millones de estrellas

Su incorporación a la plantilla que opera en la ESA aporta talento ourensano en la creación de un censo de más de mil millones de estrellas que proporcionará datos relevantes sobre el origen, estructura e historia evolutiva de la Vía Láctea.

El objetivo principal, explica Casanova, “es mapear nuestra galaxia consiguiendo medir la posición de las distintas estrellas de la galaxia con una precisión sin precedentes”. Una misión “muy grande”, apunta, y que le atrae especialmente “porque está mucho más lejos de la Tierra que la mayoría de misiones”. Concretamente, a una distancia de 1,5 millones de kilómetros más allá de la órbita de la Tierra, en el punto conocido como Lagrangiano L2. “Se mueve a la par que la Tierra por lo que son sitios muy privilegiados para hacer distintos tipos de observaciones; en este caso aporta mucha estabilidad térmica al no haber eclipses como habría en una órbita terrestre”, señala.

"Estoy muy contento por esta oportunidad de aprender desde la ESA cómo se llevan a cabo las operaciones, que quizá es la parte más vistosa de las misiones espaciales y la que más se disfruta”

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Marco Casanova asegura que nunca imaginó que su trayectoria profesional comenzaría en una misión espacial. El pasado miércoles le confirmaron que el puesto era suyo y el 2 de agosto empieza. “Supone todo un cambio irme a Alemania, pero estoy muy contento por tener esta oportunidad de aprender desde la ESA cómo se llevan a cabo las operaciones, que quizá es la parte más vistosa de las misiones espaciales y la que más se disfruta”.

Va con ánimo también de “dejar el pabellón bien alto en el ESOC y de vivir nuevas experiencias”, aunque lamenta que en Galicia y en España “sea más difícil encontrar este tipo de oportunidades laborales. Lo que se está viendo muy claro es que hay una gran fuga de cerebros hacia otros países porque es más difícil crecer profesionalmente quedándose en casa”, concluye.

Marco Casanova, con una camiseta de la ESA frente a la escuela en la que estudió Ingeniería Aeroespacial en Ourense. Brais Lorenzo

El alumno brillante que casi se queda fuera


Marco Casanova tenía muy claro que quería estudiar Ingeniería Aeroespacial y tuvo la suerte de que el título se implantase en el campus de Ourense el año que inició su etapa universitaria. Logró una calificación de 10,41 y fue la nota de corte. Casi se queda fuera. “De primeras no entré en Aero y por distintas razones tuve que quedarme en Ourense, donde la oferta científico-tecnológica es escasa”. Así que “durante un mes y poco estuve estudiando ADE, hasta que algunas personas matriculadas en Aeroespacial dejaron su plaza para estudiar en otras universidades”. Gracias a eso, él y dos compañeros lograron plaza en octubre.

Entró de último y ahora está con un pie en la Agencia Espacial Europea. “¡Cómo cambia la vida de los adolescentes simplemente por unas décimas en el selectivo!”, reflexiona. “A veces no hay que ser el más estudioso en la carrera, si no el que más la disfruta y sabe emplear lo que ha aprendido”, dice. “Muchos se obsesionan con la nota y después no saben qué hacer con lo aprendido”.

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