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La número 1 entre 2.100, la hija de guardia civil que aspira a ser mando

Adriana Rial, de 24 años, quiere ejercer en Judicial o Información | En este último servicio estuvo su padre antes de su actual destino en la seguridad del juzgado de Celanova

Adriana Rial Justo, junto a su padre Antonio Rial Padrón, y otros compañeros guardias. // IÑAKI OSORIO

Entre unos 2.100 alumnos de toda España de la última promoción de la Guardia Civil –la 167– Adriana Rial Justo (Ourense, 24 años ) ha sido la mejor, la número uno. Este lunes inició su periodo de doce meses de prácticas junto a otros 24 agentes alumnos que reforzarán la seguridad ciudadana en la provincia. Adriana comienza con brillantez la carrera en un cuerpo que no le resulta ajeno: su padre, Antonio Rial Padrón, de 59 años, lleva tres décadas en el instituto armado. Actualmente se encuentra en la reserva, ejerciendo labores de seguridad en el edificio judicial de Celanova.

Adriana y Antonio Rial, padre e hija, junto a un vehículo de la Guardia Civil. // IÑAKI OSORIO

“Estaba de primera en el escalafón del colegio de guardias jóvenes de Valdemoro, pero no sabía que nos juntarían en el escalafón final con los de Baeza, y tras eso también estaba arriba. Fue una sorpresa porque pensé que iba a tener a compañeros por delante”, señala Adriana. Su clasificación como número 1 sale de los excelentes resultados tanto en pruebas teóricas como físicas, tiro o defensa personal. “También contó la puntuación de la oposición, en la que tenía muy buena nota: 137 puntos. El primero de España obtuvo 142”, añade la joven, que se esforzó “estudiando muy mucho” para lograr la plaza.

“Es un orgullo, estoy muy contento, siempre he estado apoyándola. Cuando me dijo que quería opositar al cuerpo, me sentí encantado. De hecho ya quería que entrara antes”

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Antes de definir que su futuro sería la Guardia Civil, el cuerpo en el que ha servido su padre, esta ourensana empezó estudiando una carrera, el grado de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte. “Al principio no tenía en mente entrar en la Guardia Civil, porque prefería acabar antes la carrera”. También fue la mejor de su promoción en la etapa universitaria. Su buena preparación por haber superado el grado marcó la diferencia y ayudó a que las pruebas físicas de la oposición no le resultaran complicadas. “No tuve ningún problema y creo que para cualquier persona son asequibles”, considera Adriana.

“Es un orgullo, estoy muy contento, siempre he estado apoyándola. Cuando me dijo que quería opositar al cuerpo, me sentí encantado. De hecho ya quería que entrara antes”, señala Antonio, el primero de la familia en la Guardia Civil, más allá de un tío político que llegó a subteniente, “pero con el que yo ya no coincidí”. La carrera de más de tres décadas de este agente comenzó en Baeza, “de ahí vine a Leiro dos años y después estuve en Ourense hasta 2018”. Trabajó en el servicio de Información. “Recientemente, me pasé a la reserva y cogí esta vacante en sedes judiciales”, indica Antonio.

"Ahora mismo aún tengo todo por aprender, estoy como una esponja intentando ver y aprender todo. Creo que debes ser responsable y trabajadora"

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Ser la segunda de la familia en el cuerpo incentiva a Adriana. “Yo voy a hacer mi propio camino, pero he llegado al puesto en Ourense y veo que a mi padre todo el mundo lo conoce, y presiona un poco en el sentido de al menos he de seguir sus pasos o intentar crecer. Pero creo que también motiva, no es negativo”. La número 1 en España de la última promoción de la Guardia Civil baraja como metas profesionales ejercer en Información o en Policía Judicial, en tareas de investigación por lo tanto. “Tengo aquí a mi padre, que es un experto en información, así que alguna referencia me dará”, dice risueña.

Padre e hija guardias civiles, en el juzgado de Celanova. // IÑAKI OSORIO

Los consejos de su padre

“Primero, acabar el año de prácticas y aprender lo máximo posible en el puesto de Ourense. Ahora mismo aún tengo todo por aprender, estoy como una esponja intentando ver y aprender todo”, afirma. Cuando termine este año de formación, tocará elegir destino, y Adriana asume que será lejos de Ourense. No solo como padre, sino como guardia veterano, Antonio da consejos para hacer carrera en el cuerpo: “Trabajar, ser obediente y cumplir con lo que te ordenen; eso es lo importante. Ser competente, cumplir y trabajar”.

La joven considera que, en los tiempos de hoy, la Guardia Civil debe mantener sus principios arraigados adaptándose a las nuevas realidades. “Ante todo, creo que debes ser una persona responsable y trabajadora. Con eso y con esfuerzo ya es importante al menos para empezar”.

Cuando Antonio ingresó en el instituto armado, había unas 200 mujeres de unas 4.000 incorporaciones. “Año tras año, va aumentando el porcentaje, es un buen incentivo para que las mujeres sigan aspirando a lo que quieren ser”, valora Adriana.

En sus primeros días –contesta con humildad–, dice sentirse “un poco insegura e incompetente, porque no sé realizar las cosas que debo hacer, porque en realidad no hemos desempeñado aún los cometidos que tenemos que realizar ahora”, tras un periodo en la academia “más bien teórico”, adquiriendo nociones también sobre tiro y defensa personal.

La pandemia ha obligado a que parte del curso fuera telemático. “Al fin y al cabo, no hemos salido a la calle a tratar con el ciudadano o a recoger denuncias, con lo que te crea cierta inseguridad hasta que con la práctica vayas aprendiendo”, indica.

Adriana saluda a su padre, ante la mirada de otros guardias civiles. // IÑAKI OSORIO

Los 25 agentes en formación del instituto armado en Ourense ejercerán funciones de seguridad ciudadana en distintos puestos y cuarteles de la provincia, con un ámbito de actuación que es el medio rural. Adriana y sus compañeros irán acompañados por algún guardia veterano –de quién depende del servicio– en sus patrullas.

Le queda carrera y futuro en el cuerpo, pero la joven piensa a medio y largo plazo. “A día de hoy sí me gustaría promocionar, en principio sí, primero a sargento, pasito a pasito”. Si consiguiera el ascenso con su padre aún de servicio y le tocara dar a ella la orden, “luego me la tendría que dar a mí de vuelta, en casa”, bromea.

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