“Llevo más de veinte años viudo y no te queda otra que acostumbrarte, pero si tienes unos hábitos de vida sana, amigos y algunas aficiones se lleva mejor” , explica Severino Bermello. Este vecino de Ourense, de 83 años, es el prototipo de un perfil mayoritario en una provincia con más de 30.000 hogares en los que vive una sola persona, a menudo jubilada, que se vale por sí misma y casi siempre con hijos pero, “a los que hay que dejarlos hacer su vida y tú tener la tuya”, remata Severino. “Mandar en uno mismo y no que te mande nadie, tiene sus ventajas”, dice.

Si tienes unos hábitos de vida sana, amigos y algunas aficiones se lleva mejor” , explica Severino, de 83 años

Los datos son, según las distintas fuentes, un tanto dispares según los ofrezca el Instituto Nacional de Estadística, (38.000 hogares de una sola persona en la provincia), o los 30.000 que aporta su homólogo gallego, el Instituto Galego de Estadística, pero en cualquier caso el modelo, para una provincia y un total de 132.900 hogares, es claro, y es que en casi uno de cada cuatro vive una sola persona.

Según los datos del IGE esa cifra de en torno a los 30.000 hogares unipersonales, incluye un dato algo más preocupante, y es algo más del 17.000 tienen de los 65 años de edad en adelante, están jubilados y su situación es muy dispar por cuestión tanto económica en la provincia con las pensiones más bajas de España, como de salud y grado de dependencia.

31.700 hogares sin niños

Por lo que respecta al resto de modelos de hogares de la provincia, en 31.700 de ellos vive una pareja, sin niño y en otros 33.500 hogares vive una pareja con un hijo. En otros 12.400 domicilios viven la pareja y dos hijos y a partir de ahí bajan los porcentajes y solo en 1.500 hogares de la provincia acogen a parejas con tres hijos en adelante.

Como curiosidad , hay también 8.400 hogares, en los que el núcleo familiar comparte la casa con otras personas ajenas a la familia y en otros 4.500 hogares, ninguno de sus ocupantes tiene relación familiar alguna, por lo que se trataría de otro tipo de convivencia por estudios, trabajo y demás.

Si bien la cifra de hogares unipersonales tiene un crecimiento exponencial, de unos 200 más al año, lo que preocupa al Instituto Galego de Estadística es de que en torno a unos 23.300 gallegos de más de 65 años que viven solos están en riesgo de pobreza, una cifra que creció de forma imparable en los últimos tres años. Se trata sobre todo de personas de avanzada edad y con problemas de dependencia.

Uno de los programas que había anunciado el actual gobierno local y en concreto el alcalde, Gonzalo Pérez Jácome, consistía en llamar cada tres días a esos mayores solos, en su caso los de la ciudad para interesarse por su estado. Una idea que había surgido después de haber aparecido alguna persona fallecida en su casa y sin familia. Pero ese servicio está a la espera.

Severino, con una de sus 400 radios | // I.OSORIO

Severino, 83 años: "No se vive tal mal"

Severino, se quedó hace más de 20 años viudo. Tenía entonces poco mas de 60 y aún estaba en activo. Aunque tiene cuatro hijos “siempre preferí vivir solo, de momento no necesito ayuda, me encuentro muy bien y hay que dejarlos hacer su vida”, explica. Pero esa soledad que, como todo, “tiene sus momentos”, él la ahuyenta a sus 83 años con una vida muy organizada. “Madrugo, como sano, me cuido y me voy en mi coche cada día hasta mi casa de Maside, donde hablo con mis vecinos, juego a las cartas disfruto con mi gran afición: coleccionar y arreglar radios”. Empezó hace años a coleccionarlas y tiene en torno a 400, la más antigua de los años 20, todas funcionando. Ya hice exposiciones” , dice . “Así que con una vida organizada y mientras haya salud, tampoco se está tan mal, solo yo me organizo. A veces llego a las 12 de la noche a casa ¡y nadie me dice nada!” , bromea

Lola: "Tengo cerca a mis hijos"

Después de criar a sus hijos, “un trabajo bonito pero pesado, pues tuve seis, a veces si se hace cuesta arriba ir a la compra y cocinar para uno solo. Esta soledad fue un poquito peor algunos días del confinamiento, pero tengo a la mayoría de mis hijos viviendo muy cerca”, explica Lola Ruiz.

De momento dejé las actividades a las que acudía a una asociación y la gimnasia la hago en casa. Prefiero esperar por el COVID" advierte Lola

Esta ourensana, en plena forma, reconoce que tras enviudar y vivir sola no dejó de llevar una vida activa, pero “de momento dejé las actividades a las que acudíamos a una asociación y la gimnasia la hago en casa. Prefiero esperar por el COVID”. Lo que más le agobió durante ese confinamiento a la fuerza “era ver en las noticias tanta muerte y dolor, pero no he dejado de convivir con mis hijos”. Esa enorme familia sigue siendo su pilar para aprender a vivir sola pero no en soledad. Además muestra a “tortugui” su mascota la reina de la casa, sin duda.