La agitación sísmica que sacude Laza estos días contrasta frontalmente con la calma con la que viven esta insólita situación sus vecinos. "Estamos acostumbrados, creo que la gente ya se habituó", describe a FARO el regidor José Ramón Barreal. En seis días, este concello ourensano y los limítrofes Vilar de Barrio y Sarreaus encadenan más de medio centenar de terremotos, de los que cinco han superado los 3 mbLg de intensidad, es decir, que la población los ha percibido aunque de forma débil, como un ligero temblor o un suave balanceo.
Desde el pasado 13 mayo, Laza se ha convertido en el epicentro de un enjambre sísmico (concatenación de terremotos) sin precedente en la provincia. Ha registrado hasta 45 del medio centenar de sacudidas, entre ellas, tres de las más fuertes. Pero sin duda, las últimas horas han sido las de mayor agitación telúrica: desde las 20 horas del martes hasta la mañana de este miércoles se han producido 19 réplicas.
"Son tan seguidos y con tanto movimiento... unos se enteran y otros no, unos son más pequeños y otros más grandes... Se viven con cierta normalidad, parece que uno ya se acostumbra", relata el alcalde de Laza.
Los vecinos afrontan la situación con la tranquilidad y confianza de que, a pesar de la frecuencia de los temblores, estos no han causado daños personales ni estructurales en viviendas o vías. "No hemos tenido ningún episodio de crisis de ansiedad o de pánico. En muchas ocasiones hay algún caso parecido, y me transmite cierta tranquilidad que, en principio, no estamos en una zona de alto riesgo", añade.
Pero esa "normalidad" se rasga a la vista de los datos: cinco sacudidas por encima de los 3 mbLG, y tres de ellas alcanzaron una magnitud de 3,4. Valores muy próximos a los registros más elevados de la provincia: 3,5 en 1995 y 3,8 en 1989, ambos en Sarreaus.
Por ahora, el Instituto Geográfico Nacional (IGN) aún no se ha puesto en contacto con el regidor. Desde el observatorio español suelen recordar que este tipo de episodios sísmicos se pueden producir de forma localizada durante algunos días, pero sin entrañar riesgos. Así ocurrió en 2019 con los "enjambres" en Celanova y en 2018 en Ponte Caldelas (Pontevedra).
"Creo que en el medio rural las cuestiones de riesgo se viven con otra tranquilidad, cualquier problema en un entorno urbano enseguida genera gran alarma. La misma situación en el rural se toma con más naturalidad", apunta José Ramón Barreal. El alcalde señala que, más allá de la calma, muchos vecinos se lo toman con humor: "Dicen que como no pudieron salir por el entroido algo se tenía que mover ahora".