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“Como voluntaria ves la realidad social, a quien no tiene qué dar de comer a sus hijos”

Cruz Roja, con 3.500 colaboradores en Ourense, atendió a 18.000 personas frente a la crisis sociosanitaria | “El voluntariado quita pesadumbre, problemas y años de encima”

Voluntarios y técnicos de Cruz Roja, con autoridades ayer ante la sede de la ONG. // FERNANDO CASANOVA

Clemencia Rivas, de 64 años, ya colaboraba como voluntaria en su país, Venezuela. Hace dos años y medio llegó a Ourense, donde muchos compatriotas han recalado también en los últimos tiempos para huir de la emergencia humanitaria, para buscar una oportunidad o reagruparse con sus familias. Ella empezó colaborando con Cáritas, en el comedor social, y ahora es una de las manos solidarias que permiten mantener la actividad a Cruz Roja, cuyo día mundial se conmemora hoy.

Clemencia Rivas, 64 años: "El voluntariado quita a uno años de encima, pesadumbres y problemas. Salgo de aquí y es como si viera el mundo diferente. Ser útil y poder ayudar en lo que sea es lo mejor que a uno le puede pasar"

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En Ourense se celebró ayer un acto para “rendir homenaje al voluntariado que en los últimos 14 meses ha trabajado de forma incansable y generosa para frenar y paliar las consecuencias de la pandemia, especialmente con las personas más afectadas en esta crisis social y sanitaria. Una colaboración que, sumada a las alianzas de todos los agentes sociales, hizo posible atender a más de 18.000 personas en nuestra provincia desde el Plan Cruz Roja Responde frente al coronavirus”, destaca la entidad.

Nely Perdomo, 67 años: "Conoces el fondo de las personas y los problemas que tienen. Se ve la realidad social, la angustia que refleja la necesidad de las mujeres que vienen a pedir ayuda, tanto extranjeras como españolas"

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“Todo lo que uno da acaba siendo retribuido. El voluntariado quita a uno años de encima, pesadumbres y problemas. Salgo de aquí y es como si viera el mundo diferente. Ser útil y poder ayudar en lo que sea es lo mejor que a uno le puede pasar”, asegura esta voluntaria sexagenaria. Tras una experiencia previa en el programa de mayores y en el de acogida, Clemencia está en la recepción de la sede de Ourense, “ubicando a las personas que llegan por primera vez, indicándoles a dónde ir para que los compañeros les puedan prestar apoyo”.

Nely Perdomo, también venezolana, de 67 años, es voluntaria en el mismo servicio. “Conoces el fondo de las personas y los problemas que tienen. Se ve la realidad social, la angustia que refleja la necesidad de las mujeres que vienen a pedir ayuda, tanto extranjeras como españolas”, destaca. Los ojos de los voluntarios aprecian el estado de ánimo frágil, afectado por las circunstancias, de muchos de los usuarios que recurren a la ONG. “Ves angustia, depresión, personas que dicen que no tienen qué dar de comer a sus hijos. La ayuda llega pero todo tiene que pasar un proceso y exige una espera, eso es lo que a veces no entienden”, dice esta colaboradora.

Felipe Ferreiro, presidente de Cruz Roja Ourense: “Gracias a los jóvenes estuvimos día y noche, sábados y domingos, manteniendo la actividad, yendo a casas a llevar medicinas y alimentos. Hicimos un llamamiento y a los diez días había 50 o 60; al mes 300"

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“Una nota el estado de ánimo de las personas que vienen; la pandemia nos ha puesto muy nerviosos y hay gente que viene desesperada”, indica su compañera Clemencia, quien con frecuencia ve a muchos compatriotas llamar a la puerta de las entidades para solicitar ayuda. “Vienen buscando lo que uno ha perdido en aquel país, como vine yo. Entiendo perfectamente todo lo que arrastramos en la mochila”, añade.

Más voluntarios en la pandemia

Natalia Fernández: "Desde la declaración del estado de alarma en marzo de 2020 a junio, duplicamos el número de incorporaciones. Siempre recibimos muchas muestras de solidaridad de la sociedad ourensana, pero fue muy impresionante cómo la gente se volcó”

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“Sin el voluntariado sería imposible poder desarrollar la labor de la Cruz Roja”, afirma Felipe Ferreiro, presidente de la entidad en Ourense. Tras el inicio de la pandemia, la ONG optó, como otras, por la prevención y prudencia, pidiendo a sus voluntarios mayores que no acudieran para evitar una exposición al virus. “Gracias a los jóvenes estuvimos día y noche, sábados y domingos, manteniendo la actividad, yendo a casas a llevar medicinas y alimentos. Hicimos un llamamiento y a los diez días había 50 o 60; al mes contábamos con 300 personas que nos vinieron a ayudar, que estaban en ERTE, sin trabajo o con los negocios cerrados, a los que también había que asistir, pero que a su vez ellos colaboraron”, alaba Ferreiro.

“En las bases de datos hay entre 3.500 y 4.000 voluntarios, teniendo en cuenta que un activo puede ser tanto el que colabora todos los días como cuando puede. En el año de la pandemia, desde la declaración del estado de alarma en marzo de 2020 a junio, duplicamos el número de incorporaciones. Siempre recibimos muchas muestras de solidaridad de la sociedad ourensana, pero fue muy impresionante cómo la gente se volcó”, completa Natalia Fernández, la directora provincial del voluntariado.

Rosendo Fernández: “Colaboro desde mediados de los 80. Di clases a voluntarios cuando la entidad aún estaba en los bajos de la Diputación y el año pasado eché una mano. Puedo decir con conocimiento de causa que la Cruz Roja existe gracias al voluntariado”

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“En estos momentos aún tenemos pendiente la incorporación de esa masa de voluntariado mayor que estuvo más en la retaguardia durante la pandemia. Hay personas esperando la segunda dosis o que se han animado a participar en condiciones muy puntuales. A las personas de la población de riesgo no las pusimos en primera línea, sino que buscamos una actividad con menor exposición”, incide.

Representantes de las instituciones en el acto de ayer de Cruz Roja en Ourense. // FERNANDO CASANOVA

El presidente también pone en valor las ayudas de las diferentes administraciones. “Gracias a la Subdelegación y al Gobierno, desde el minuto 1 tuvimos mascarillas para los usuarios. La Diputación nos dio una cantidad económica y parque móvil para desplazar alimentos e incluso a personas entre distintas residencias. El Concello mantiene su convenio de apoyo, que también prestan la Xunta, los particulares, las empresas y los socios”.

Ayer acudieron al acto varios representantes institucionales. Entre ellos, Rosendo Fernández, vicepresidente provincial, que fue voluntario en la primera ola, aportando sus conocimientos médicos para atender telemáticamente a los usuarios del centro de día cuando permanecían en casa durante el confinamiento. “Colaboro con Cruz Roja desde mediados de los ochenta. Di clases a voluntarios cuando la entidad todavía estaba en los bajos de la Diputación y el año pasado también eché una mano. Puedo decir con conocimiento de causa que la Cruz Roja existe gracias al voluntariado, cuya labor es impagable”.

Monumentos iluminados de rojo

La colaboración implica a todos, desde la figura del propio presidente de la entidad, que es voluntario también, a manos que ayudan en los programas de salud, atención a personas vulnerables, juventud, apoyo escolar, infancia o el área de mayores (acompañamientos médicos, llamadas, teleasistencia, visitas a casa, y en breve la reanudación de talleres de memoria y caminatas). Para dar visibilidad a la actividad social de la Cruz Roja, el Puente Viejo y el Pazo Provincial de la Diputación, que fue sede de la entidad durante su primer siglo de vida, se iluminan tanto ayer como hoy de rojo, al igual que la Subdelegación del Gobierno este sábado.

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