Cuando los actores y actrices de las aulas de teatro universitario del campus de Ourense se suban a los escenarios de la Miteu, el próximo mes de julio, el público no percibirá que cuando ensayaban guardaban la distancia interpersonal y que los personajes cubrían parte de su cara con una mascarilla que coartaba la expresividad del rostro. Ese día, cuando se levante el telón del festival, los alumnos actuarán sin ella por primera vez.
La crisis sanitaria y las limitaciones impuestas por las normativas antiCOVID no han cortado las alas del teatro universitario de Ourense, que ha resistido el embate de la pandemia. La docencia, impartida por la compañía Sarabela, se ha mantenido todo el curso, incluso de manera telemática durante los períodos de suspensión de la actividad presencial en el campus. La matrícula, reducida por cuestiones de aforo, se completó: 54 en el primer cuatrimestre para los cuatro niveles (Rosaura, Cordelia, Maricastaña y Aula de Teatro Infantil) y 42 en el segundo, en el que ya no se oferta el grupo infantil. “Hay necesidad de socializar, de contar historias”, dice Fernando Dacosta, director de las aulas.
Hace un año, cuando festivales, conciertos y otras citas culturales se caían del calendario por el tsunami sanitario, la Mostra Internacional de Teatro Universitario que se organiza desde el campus optaba por el aplazamiento, trasladando el certamen que tradicionalmente se celebra en abril, al mes de julio. El telón estuvo levantado del 2 al 15 y durante esos días actuaron en Ourense grupos de Guinea, Italia, Argentina, Portugal, Galicia, Euskadi, Navarra, Andalucía, Madrid y Castilla y León. Una edición difícil en la que la organización se enfrentó a la pandemia pero también al portazo del Concello de Ourense, que bajo el mando de Jácome y su controvertida política cultural, le retiraba su apoyo por primera vez en 25 años de trayectoria.
La Miteu regresa del 1 al 15 de julio
Por encima de todas esas dificultades triunfó el teatro y este año lo han vuelto a hacer, la Miteu estará en Ourense del 1 al 15 de julio. La programación no está todavía definida porque tampoco lo está la normativa que se impondrá para entonces, pero sí está abierto el diálogo con el gobierno local, del que se espera recuperar cierta colaboración, aunque la ayuda posiblemente no llegue al nivel de ediciones anteriores.
Con el programa aún por cerrar lo que sí se puede confirmar es la presencia en el cartel de los cuatro grupos de las aulas universitarias del campus. El Aula de Teatro Infantil ya estrenó Coñecendo a Pippi en la Moti y volverá a representarla en julio. Rosaura y Cordelia, que son los alumnos de primero y segundo nivel, estrenarán la obra en la que han trabajado durante el curso.
Maricastaña ya inició la gira
Maricastaña, que es el nivel más avanzado, llegará a la Miteu con más rodaje que sus compañeros: el pasado mes de abril regresaron a los escenarios con Imperator, la obra del curso pasado con la que no pudieron realizar la tradicional gira por festivales de teatro universitario. La presentaron con éxito en Lugo, Pamplona y León y el 4 de mayo estrenaron en Burgos su nuevo montaje Aínda que siga brillando a lúa, que es una dramaturgia de Fernando Dacosta, inspirada en Crónicas marcianas de Ray Bradbury. También actuaron en Santiago con muy buena acogida en ambos casos, apunta Dacosta. En julio lo harán en la Miteu.
"De las aulas han salido profesionales relevantes, pero sobre todo, espectadores que aman el teatro"
El esfuerzo de profesores y alumnos este curso de pandemia ha sido mayúsculo. Máscara, distancia y máximo cuidado también fuera del aula para evitar cuarentenas. Durante el mes de cierre trabajaron ‘online’ sobre el texto y las intenciones de los personajes pero, como dice Dacosta, “el teatro requiere presencia”. El toque de queda supuso otro obstáculo importante, ya que los ensayos de las aulas son a partir de las 19.30 horas y suelen prolongarse hasta las 23.30. Este año no pudo ser.
La docencia ha sido compleja porque, si bien al ir avanzando los ensayos también se ha ido aceptando una mayor cercanía entre los personajes, el trabajo ha requerido un doble plano: mucho cuidado y distancia siempre que sea posible pero calculando que en la representación el espectador no note que durante los ensayos apenas hubo contacto.
“Cerrar es la última posibilidad”, defiende. Los festivales que promueven, dice, “ponen a Ourense en el mapa y tienen retorno en la ciudad”. De las aulas universitarias han salido “profesionales relevantes”, concluye, como Alberto Medeiros, Tito Asorey, Eva Fernández, Mónica Sueiro o grupos como Trécola, “pero sobre todo una base de espectadores que aman y comprenden el teatro”.
