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Insultos y demandas

Siempre he valorado, porque con frecuencia hacen innecesarios trabajos de páginas multiplicadas innecesariamente, lo que normalmente se publican como Notas o Datos, que de modo puntual nos dan noticia de hechos y personas que pueden servir para otras investigaciones de más empeño, o quedarse en concreta información suficiente para enriquecer nuestro saber sobre el pasado. Publicó muchas en periódicos, hoy difíciles de localizar, y que sería interesante recopilar el erudito compostelano Pablo Pérez Costanti, otras han sido reunidas en sus valiosas “Notas viejas galicianas” reeditadas por la XUNTA DE GALICIA, Santiago de Compostela, 1993. En el Boletín de la Comisión de Monumentos de Ourense y en el “Diario de Orense” Benito Fernández Alonso publicó en 1915 “Efemérides para la Historia de la provincia y Obispado de Orense”. Yo también he reunido algunas notas curiosas en los números 7 y 8 de la Revista Diversarum rerum 2012,2012 “Datos menores para la Historia de la provincia y diócesis de Ourense”, a los que añadiré en algunos artículos algunos más. Muchas notas surgen de tantos pleitos que plantean momentos conflictivos y que por las declaraciones retratan aspectos del vivir que no recoge la Historia con mayúsculas. La litigiosidad como recuerda R Kagan, se ha señalado como uno de los rasgos singulares de la civilización occidental. Y a nivel de Ourense lo corroboran tantos legajos de tema judicial que se conservan en nuestros archivos. Por otro lado, son documentos de interés para conocer la sociología del insulto que con frecuencia es la razón de la denuncia o de la queja. Dice la Wikipedia que un insulto es un término, expresión o acción que el emisor utiliza con la intención de ofender a otro individuo o colectivo. Qué constituye o no una humillación es difícil de determinar con precisión, ya que se halla sujeto a convencionalismos sociales y culturales. Generalmente, el insulto es una práctica social desaprobada y rechazada. Con frecuencia el insulto se refiere a la sexualidad, a los progenitores, apariencia, discapacidades físicas o a las capacidades mentales de la persona a quien se dirige el insulto; en resumen, cualquier cosa que pueda ofender o molestar a la persona a quien va dirigido. Y de insultos son los dos documentos que recojo catalogados en la caja 637/1 del Archivo Histórico Diocesano. Son por supuesto casos no habituales, momentos, de los que no pasan a la Historia con honor y gloria, pero que son historia costumbrista que enriquece la imagen de nuestro pasado, haciendo más creíbles las páginas aleccionadoras más gratas.

Insultos clericales

Debían estar ya muy hartos los pobres vecinos de Mazaira, en tierra de Caldelas, abadía de Torbeo. que se atreven “como pobres labradores” a dirigirse el 28 de abril de 1727 al obispo que lo era el muy querido Fray Juan Muñoz de la Cueva para quejarse de un eclesiástico que tenían como vecino y que les amenazaba e insultaba haciéndoles la vida difícil con sus bravuconadas y modo de vivir radicalmente alejados del comportamiento ejemplar que se esperaba de un cura que sería de aquellos pocos pero que se hacen notar que sin vocación llegaban en el pasado al sacerdocio indebidamente, viendo dedicados a sus negocios, probablemente no faltaban en el acusado desequilibrios que no justifican pero si explican sus agresiones que los vecinos humildemente presentan al prelado sin andarse con rodeos, entre ellos un catálogo de insultos que entonces eran hirientes y nos dan un ejemplo de la sociología del insulto, denotando al tiempo la mentalidad racista y faltona del sujeto. Estamos en el año 1727 y escriben “A los pies de Su Ilustrísima se ponen estos pobres labradores, Lorenzo Blanco, Francisco Rodríguez, Antonio Martínez, Francisco Martínez y Francisco Soleiro vecinos del lugar de Mazaira anejo de la abadía de Torbeo representando a V.S. en como tenemos por nuestro vecino al licenciado don Juan Rodríguez y este con tanto poder y riqueza que tiene nos trae ha muchos años avasallados como si fuéramos esclavos suyos y cuando V.S. vino a la visita el año de 1719 fue capitulado en Torbeo y no hubo ni hay en él enmienda llamándonos puercos, villanos, excomulgados parientes del diablo, caras quemadas, negros, orejas rojas, que el oficio de este sacerdote no es otro más que andar con un azadón al hombro quitándonos el agua de nuestros prados el día que nos toca y porque el día 27 de marzo Francisco Martínez le cogió quitándole la suya le dijo eso no es para los curas y él levantando el azadón le respondió, puerco, negro excomulgado, todos los días lo he de hacer así y para martes que viene te espero en ese sitio con el arcabuz cargado de balas, a este lance se hallaba presente la gente que guardaba el ganado y dicho Francisco le dijo sean me testigos que dice el cura me ha de matar, y a eso le volvió a decir cornudo, otros hacen los hijos y tu los crías y esto a voces oyendo lo más del pueblo y no conoce de sacerdotes sino cuando dice misa, haciendo oficio de labrador cargando carros y guardando ganados haciendo zanjas, cavándonos los prados con malicia y tiene una ermita a la puerta advocación de San Antonio, y cuando es por el tiempo de la maja recoge los granos en ella y ripa el lino en ella y a las funciones que va a todos los sacerdotes tutea haciendo mofa, llamándolos gañanes que no tienen doblones como él y para más bien V.S. conozca nuestra razón a Ana Rodríguez de Alende porque reprendía a una cuñada suya que andaba en malos tratos con el que se llama José Rodríguez de quien tuvo una niña, cogió a dicha Ana en el campo de Mazaira, mujer casada y hizo un palo pedazos en ella y los días pasados llamó a cenar a un primo suyo Antonio de Armesto y porque no le ayudó a murmurar de los otros se fue a él a palos y a las voces que dio concurrimos y la tenía agarrado por un lado de la boca y como no pudo vengar la suya le dijo villano puerco que mataste a su madre con un azadón y le respondió seanme testigos y rara noche ni día y que no tenga quimera con otros y por octubre pasado a María Álvarez viuda vecina de Pousada porque le cogió en su prado cavando maliciosamente le dijo que razón tenía para ello levantando el arcabuz para ella y si no fuera su hijo Francisco le sucediera muy mal, ahora nosotros como pobres labradores postrados a los pies de V.Sª. pedimos misericordia y justicia no con ánimo de venganza sino de enmienda quedamos con el consuelo de que es el Padre de corregir a este sacerdote para que mire al estado que tiene suplicamos a Nuestro Señor que guarde a V Sª por muchos años para poner justicia, Mazaira abril 28 de 1727. Besamos los pies de V Sª Ilmª como pobres labradores”.

Me imagino que el Obispo no desestimaría súplica tan clara y contundente y haya podido aliviarles de semejante inconveniente. Y del mudo rural pasamos a un caso de desencuentro en el mundo urbano.

Gentes de mala educación

Trasmite este documento una página costumbrista de taberna y “barrio bajo” del Ourense decimonónico, con desencuentros de poca monta que para los protagonistas eran graves por los insultos gruesos y por eso se acude a los tribunales, cada parte con su versión interesada, que resumo para destacar solo aquel vivir no siempre pacífico y feliz. Estamos en el año 1818 y en la zona de la Porta da Aira que en aquel momento era uno de los extremos de la ciudad, habitado por menestrales y gentes sin demasiada formación. Lo que aflora es una situación de enemistades por esos motivos nunca claros pero que hacen crónicas las distancias. El “protagonista” es un mozalbete desvergonzado de 14 años para una de las partes, para la otra un inofensivo niño de 7 años. “Don Juan Iglesias dependiente del resguardo de esta ciudad así como marido de Ana María Santa Mariña dice que Benito cuyo apellido ignora, herrador de la puerta de Aira tiene un hijo maleducado llamado Manuel acostumbrado ya a su tierna edad de 14 años a producirse en los términos más obscenos desafiando a los mayores, entrando y saliendo en todas las tabernas y aguardienterías, siempre que pasaba por mi casa de la taberna sin pedir ni hablar con nadie se apoderaba del vaso de vino de muestra y marchaba sin pagar lo que consumía, así siguió algún tiempo hasta que el día seis del corriente pidiéndole mi hija Francisca el dinero tuvo el atrevimiento de contestarla que la puta de su madre fuese a buscarlo a la casa de su padre, como esta contestación tan indecente y tan impropia de un chico de su edad no pudo menos de incomodar a mi conjunta quien al siguiente, día siete viendo pasar por mi casa el citado Manuel quiso castigar su exceso dándole con una escoba que tenía en la mano lo cual no pudo conseguir porque nuestro hijo Francisca escudó al muchacho para que no le alcanzase golpe alguno y evitar también hiciese uso de una piedra con que se armó para herir a mi mujer a poco tiempo y con el aviso del hijo se presentó su padre echando plantas y diciendo venía a pagar el vino consumido por su hijo (buen principio de educación) produciendo enseguida varias expresiones indecentes entre ellas la de alcahueta al que después añadió también la mujer del dicho Benito la de puta que repitió muchas veces a pesar pues de todo ello y de que la verdadera injuriada y agraviada lo ha sido mi mujer tengo entendido que por el Benito se ha presentado querella criminal contra ella suponiendo contra toda verdad hallarse su citado hijo Manuel la cabeza abollada de resultas de los golpes que dice le dio siendo así que no llevó ninguno ni menos aun cuando lo llevase con la escoba podría causar un daño como el que quiere suponerse y no siendo justo el que por sólo adelantarse a dar queja a vuestra señoría hagan de quedar impunes las verdaderos delitos que padres e hijo cometieron recurro a vuestra señoría y le suplico que en la averiguación de los hechos que llevó al a prestados y reprensible conducta del muchacho suelo se me reciba la sumaria en forma de testigos que ofrezco para acreditar todo ello sucediendo este escrito de contra querella que se tenga presente por la de la solicitud contraria Benito y su mujer…” Y de ello presente testigos que naturalmente avalan lo anterior.”

La denuncia de la otra parte pinta las cosas de modo diferente la presenta Benito Díaz contra Ana María Ferreira mujer de don Juan Iglesias dependiente de rentas que vive en la plazuela de la Sal, se viste con los mejores calificativos de la mejor conducta, de buena fama con el oficio de albeitar (veterinario, frente al herrador que le da la otra parte)a con el que vive honradamente, “que el día siete del que rige como llegase mi casa llorando el único que tengo de edad de siete años, (la mitad) preguntándole por qué lloraba me respondió que la querellada a la puerta de su casa le había maltratado y dando golpes en la cabeza en la que reconocí algunas magulladuras y que sin acudir a la mujer de Tomás Bugueiro mucho más lo hubiera maltratado, trataba el muchacho de hijo de un ladrón y que su madre era alcahueta, determiné pasar a reconvenirla por lo que he expuesto y porque el muchacho me expuso que le había seducido algunas veces a que me sacase algunos dinerillos y fuese gastarlos en la taberna que ella administra y reconviniéndole por todo buenamente en vez de disculparse con paz y sosiego se inquietó de tal manera que públicamente me trató de ladrón con otras palabras denigrativas con que me injurió gravemente …” tampoco faltaron los testigos a su favor. Más que nada de gentes de mala educación que se insultan y un muchacho que entra en las tabernas y cuyo vocabulario era como el de los padres. Una muestra del vivir que no suele tener historia a no ser que las denuncias lleven el caso al juez que lo recoge en autor como es el caso.

(*) Canónigo archivero

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