“Recibir la visita de mi mujer en la UCI me ayudó a luchar”

Hernán Alonso, con dos enfermeras en la planta del CHUO. | // FDV / S. De la Fuente
Hernán Alonso tiene 48 años y lleva todo el fin de semana contando las horas. Hoy regresa a casa en Mariñamansa y su mayor deseo es abrazar a su familia. Le llevará tiempo porque tiene ocho hijos. Todos se contagiaron menos el más pequeño, de 4 años, pero el único grave fue él. Pasó un mes en la UCI, un proceso, dice, “de miedo, muerte y resurrección”.
Pasó 45 días hospitalizado pero de lo que ocurrió el primer mes casi no se acuerda. Lo pasó en la UCI, luchando contra el COVID y las alucinaciones que le provocaba la enfermedad: “Dicen que es muy común en los pacientes más jóvenes y yo lo pasé mal, creía que me había raptado la mafia italiana y que hacían ensayos clínicos conmigo, también que mi mujer pensaba que había muerto”. Hernán es uno de esos pacientes jóvenes que antes de contagiarse daba por hecho que el coronavirus en su cuerpo no pasaría de una mala gripe. “No tenía patologías previas ni nada, pensaba que si algún día lo cogía no pasaría de una fiebre”.
"Pensaba que si algún día lo cogía no pasaría de una fiebre"
Y así empezó, con fiebre. Pero pasaban los días y la temperatura no bajaba. El 12 de febrero ingresó con neumonía bilateral. “Es una incógnita, no sabemos como nos contagiamos, la primera en presentar síntomas fue mi mujer pero parecía un catarro”. Después empezó él y como no mejoraba le hicieron un test de antígenos en el centro de salud. Positivo. Tras él pasaron por la prueba su mujer y sus ocho hijos. Todos contagiados excepto el pequeño, que tiene autismo. Cuatro PCR llegaron a hacerle en el CovidAuto y todas negativas. El pequeño se llevó un merecido diploma por su valentía.
Pero Hernán empeoraba cada día y el jueves 11 lo recogió una ambulancia para llevarlo a Urgencias. “Allí consideraron que podía seguir en casa pero el viernes fui a peor, la saturación estaba muy baja y ahí ya fue cuando ingresé”. 12 de febrero, es una de las pocas fechas que recuerda. “A día de hoy el tiempo aun no lo manejo bien”, explica.

Hernán, con dos de las enfermeras que le cuidaron en la UCI y planta. / FdV
De su estancia en críticos recuerda muy poco y es su enfermera Lourdes Bermejo la que cuenta ahora lo que pasó aquellos días. Lo intubaron dos veces. “Estaba dormido, me despertaba y hablaba con mi mujer por videollamada, y también podía ver a mis hijos, pero estaba mal, casi no podía hablar y se me iba la cabeza”.
Visitas en la UCI
Cuando por fin autorizaron una visita por paciente en críticos la situación cambió para él y pudo encarar la enfermedad con más fuerza: “Poder ver a mi mujer, estar con ella, me ayudó a centrarme y luchar”.
Cuando salió de la UCI empezó la recuperación en planta. “No podía caminar y por el efecto de la intubación no era capaz de hablar o tragar saliva y tuve que alimentarme por sonda. Fue una cuaresma que me pasé aquí, un retiro espiritual, aunque no era capaz ni de rezar un padrenuestro”. Hoy por fin se reencontrará con su familia.
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