No es “bonita”, es doctora. No es “nena”, es enfermera. No es “niña”, es celadora. No es “chica”, es técnica. No es “guapa”, es compañera. No es, “¿no va a venir el médico?”. Yo soy su médica. Las palabras de Medicina Cabreada ejemplifican comportamientos que todavía hoy se siguen enraizando en una sociedad donde la igualdad ni es efectiva, ni es real. Un escenario más polarizado por una pandemia que evidenció el papel femenino en sectores clave y en un país donde un derecho fundamental se puso en entredicho.

Ayer, más de un millar de manifestantes partieron de Juan XXIII para llegar al Complexo Hospitalario de Ourense, con el foco en la sanidad pública, tan vilipendiada con recortes y maltratada con una inestabilidad laboral que derrumba a cualquiera. La polémica se centraba en que no era el momento de reivindicar el papel de la mujer en un escenario pandémico como el actual. Pero, ¿qué mejor momento que en su día? Un grupo de mujeres, bajo un cartel escrito que ponía “Servizo de orde”, colocaba a aquellas personas que querían secundar la marcha por las calles de Ourense y ser partícipes del movimiento.

Las trabajadoras de Cruz Roja "entrelazadas" en la sede ourensana. //FdV

Todo marcado al dedillo. Galegas 8M dijeron que tenían un protocolo establecido y así se expuso. Sin ningún incidente, con la responsabilidad de ejercer un derecho fundamental como es la huelga y con la dignidad y la coherencia de hacerlo bajo el paraguas de la prevención y la protección ante el COVID.

“Arriba el femenismo, que va vencer, que va vencer”

“Vacúnate contra el machismo”, “As mulleres asumimos os coidados na pandemia: sanitarias, limpiadoras, coidadoras, servizos, crianzas, maiores, dependentes”, “Sen sanitarias non hai saúde: máis medios e mellores empregos na sanidad pública” y “el machismo es una enfermedad de transmisión social y su vacuna está en la educación” fueron alguno de los mensajes que se leían en las pancartas, a mayores del ruido de las palmas, de las panderetas o de los tambores donde auguraban el fin del patriarcado y el auge del movimiento: “Arriba el feminismo, que va vencer, que va vencer”.

La marcha del 8-M por la calle Juan XXIII./ /I.OSORIO

No se debe y ni mucho menos se puede criminalizar una manifestación que cumplió con todas las medidas antiCOVID y que por Progreso, el Jardín del Posío o la calle Coruña se recolocó a aquellas personas que querían ser partícipes.

Una lucha diaria de una sociedad que todavía tiene que lamentar como detrás de las cámaras de la gala del cine español hay comentarios machistas sobre las mujeres. Todavía queda camino por andar, por “desbrozar” y por derribar estereotipos. Ni la pandemia puede con una reivindicación que tiene sus propios códigos y su propia fuerza. El empoderamiento femenino no deja de crecer, ni da un paso atrás en el camino hacia la igualdad efectiva. Porque después de toda la historia, “no reclaman venganza, si no igualdad”. Y ayer, lo hicieron con responsabilidad, fuerza, poder y contundencia. Eran menos, pero el sentimiento fue el mismo.

El mural del equipo de Iria Prol en Vilar de Barrio. //FdV

Murales, exaltación violeta y la app móvil “VOUcontigo”

Iria Prol puso color a los concellos de Ribadavia y Vilar de Barrio, respectivamente. Primeramente, lo hizo en un mural en el torno del Castillo de Ribadavia para celebrar el día en femenino y rendir homenaje a Ángela Rodicio, la periodista de TVE que trabaja en en el área de internacional.

Después, elaboró junto a su equipo un mural donde la protagonista era la mujer rural, la creadora de un producto típico en Galicia, como es el pan. No solo con murales se coloreó el Día de la Mujer en la provincia, el violeta gobernó Casas Consistoriales y también otros elementos del moviliario urbano. 

Desde la Diputación, presentaron una aplicación móvil “VOUcontigo” para ayudar a las mujeres en situación de riesgo, así como un espacio expositivo virtual sobre “Mujeres referentes del S. XXI” y un videodebate que abordará el papel de la mujer durante toda la pandemia. Heroínas y esenciales luchando contra un virus que marcó más las desigualdades.

El mural de Lidia Cao en el municipio de Trives. // FdV

El mural de Ángela Rodicio en los alrededores del Castillo de Ribadavia. //FdV