Cuando la vida de un paciente COVID está en peligro, los sanitarios intensivistas velan por su salud en las áreas de críticos. Los enfermos más graves reciben ventilación mecánica y tratamiento farmacológico bajo sedación. La tarea de supinación y de pronación –colocar a la persona boca arriba o boca abajo– requiere la intervención coordinada de varios profesionales a la vez. Es probablemente la imagen más gráfica de cómo se engranan las distintas especialidades que trabajan en UCI y REA, de cómo funciona el trabajo en equipo.

Cuando el final es feliz pueden haber transcurrido varias semanas desde el ingreso. Los tiempos de las áreas de críticos son siempre posteriores al aumento de la curva de contagios, primero, y a las entradas en Urgencias y en las plantas de hospitalización, después. Casi un mes más tarde de haber alcanzado el pico de la tercera ola, en los cuidados intensivos del área sanitaria de Ourense había ayer 3 pacientes COVID que dan positivo (el balance oficial del Sergas contabiliza 2, pero hubo un tercer ingreso tras el cierre de la estadística diaria). El dato total no incluye a otros 8 enfermos que siguen en tratamiento intensivo tras haber contraído la enfermedad, pero que ya han dado negativo, lo que por ejemplo permite abordar la asistencia sin la necesidad de utilizar el EPI como con los infectivos.

Una sanitaria sostiene la mano con cariño a un paciente crítico. // BRAIS LORENZO

“Aunque quedan pacientes en planta susceptibles de ingreso en UCI, somos moderadamente optimistas y la ola parece superada. Pero tenemos miedo a que se liberen las restricciones demasiado rápido y que a la vuelta de Semana Santa se produzca una cuarta ola”

El 8 de febrero, había 20 enfermos positivos en la zona COVID de las áreas de críticos, más otros 25 pacientes en estado grave que ya eran negativo o presentaban otras patologías. En las unidades actuales de UCI y REA hay 21 camas, pero dos se mantienen bloqueadas para sospechas mientras no se produce la confirmación diagnóstica que clasifica al paciente como positivo o negativo. Al alcanzarse aquel umbral de 20, el Sergas activó su siguiente fase del plan de contingencia y decidió expandir el servicio al área quirúrgica, preparando tres quirófanos con tres camas cada uno, y guardándose la posibilidad de un cuarto para disponer de un total de 12 espacios. No fue preciso.

Tras quedar atrás la tercera ola también en las áreas de críticos, el jefe de servicio de Medicina Intensiva del hospital de Ourense, Javier Cid, pide prudencia y responsabilidad. “Aunque todavía quedan pacientes en planta que podrían ser susceptibles de ingreso en UCI, somos moderadamente optimistas y la ola parece superada. Eso sí, tenemos miedo a que se liberen las restricciones demasiado rápido y que a la vuelta de Semana Santa se produzca una cuarta ola”, advierte.

Los números, por ahora, son provisionales, pero los registros acumulados en un año de pandemia señalan que 131 ourensanos ingresaron en cuidados intensivos por causa del COVIDde los cuales una veintena fueron atendidos en REA–, y al menos 25 fallecieron en estas unidades asistenciales. La estancia media es de tres semanas.

“El personal está cansado e incluso frustrado cuando ve que no se respetan las normas. Aún ahora estamos dando, poco a poco, los permisos que se adeudan del año pasado. Esto ha sido una pelea continua, tanto a nivel físico como psicológico"

El cansancio del personal

La vacunación está reduciendo en un 95% los contagios en los geriátricos y la inmunización en los mayores de 80 sigue para el resto de la sociedad. Los expertos prevén que, en las olas sucesivas, la edad media caiga, con menos hospitalización de personas de edad avanzada. “Es posible que haya menos pacientes en críticos y más jóvenes”, comparte Cid. Pero el personal aún conjuga el verbo “temer”.

Porque, como recuerda el jefe de Medicina Intensiva de Ourense, “el virus sigue ahí y el porcentaje de población vacunada es aún muy bajo”. Su opinión es que, de cara a la Semana Santa, “debe haber restricciones con un criterio generalizado en toda España”. Un año de lucha contra la pandemia desde la primera línea ha impactado a nivel físico y emocional en los profesionales. “El personal está cansado e incluso frustrado cuando ve que no se respetan las normas. Superado no llegó a verse, pero sí agobiado, por la carga de trabajo. Aún ahora estamos dando, poco a poco, los permisos que se adeudan del año pasado. Esto ha sido una pelea continua, no solo a nivel físico sino también psicológico”, dice el jefe.

El 13% de los pacientes de COVID requiere hospitalización

El factor del envejecimiento aún condiciona que el área sanitaria de Ourense sea la de un mayor porcentaje de pacientes de COVID que requiere hospitalización. Según el último balance diario del Sergas, de las 277 personas con una infección activa en la provincia, 36 están ingresadas –31 en el CHUO, 3 en críticos–, un 13% (en toda Galicia, el dato es un 10%). El resto –241– están leves, cumpliendo una cuarentena obligatoria en su domicilio.