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“El fallecimiento de una persona sola es un trauma que pesa sobre los hijos”

La psicóloga Isabel Calle aboga por generalizar en los hospitales un sistema que permita “el acceso de algún familiar directo con seguridad”

Isabel Calle. | // BRAIS LORENZO

En estos tiempos tan complicados, en los que muchas personas se tuvieron que enfrentar a la muerte sin contar con el respaldo y apoyo presencial de familiares y amigos, la psicóloga Isabel Calle Santos recomienda recurrir a un libro de Elisabeth Kübler-Ross, La muerte: un amanecer, sobre el que realizó su tesis doctoral, que cuenta con más de tres millones de ejemplares vendidos. Constituye “un referente para toda la gente que tiene que ver con la muerte”, como sanitarios, filósofos, psicólogos o sociólogos.

–Es un momento muy delicado.

–Hay mucha gente que muere con sensación de pánico, por miedo a lo desconocido. Afrontan esa situación como si fuera una tortura. En cambio, las personas que realizan una reflexión profunda, se dan cuenta de que se trata de un paso que los va a liberar de todo tipo de sufrimientos. De alguna forma van a dejar atrás las incertidumbres y las ambigüedades que tiene la vida. Por eso muchos enfermos oncológicos, cuando se les dice que lo suyo es irreversible, que les van a dar una medicina para que sufran menos, les entra una paz interior, al aceptar la situación. Muestran una gran tranquilidad, porque saben que al final ha concluido su lucha.

–Las medicinas pueden ayudar.

–En las investigaciones que se han realizado sobre las actitudes ante la muerte, se ha llegado a la conclusión de que uno de los miedos que asalta más a la gente no es el hecho mismo de morir, sino morir rodeado de dolor, morir rodeado de muchísimo sufrimiento. Afortunadamente, en la actualidad eso se ha superado, mediante la aplicación de poderosos analgésicos, que te ponen en vena e incluso llegan a la morfina. Esos temores irracionales al dolor, ya no son tales, por el intenso trabajo que hacen las farmacéuticas en esta materia, porque todo lo que quita el dolor se paga y muy bien pagado. Los avances de la ciencia y de la tecnología garantizan que la gente no va a fallecer retorciéndose de dolor.

–Pueden tener una muerte serena.

–Mucha gente, cuando ya tiene un estado de aceptación de la muerte, es como si empezara a pasar ante sus ojos la vida de la que él ha sido protagonista, y se produce un alivio, porque desaparece esa tortura, ese estrés, esa angustia vital que lo habían atenazado.

-Es una oportunidad para ponerse en paz consigo mismo.

–Cuando la gente empieza a aceptar que se acerca su propia muerte, se encuentra en un estado de transición que tiene una gran carga de calma, una carga de paz asociada, que incluso se refleja en su rostro. En ese estado transitorio de conciencia, puede llegar a la conclusión de que a lo mejor no es tan malo lo que tiene delante, y empieza a desvanecerse el miedo que esta sociedad nos ha inculcado siempre ante la muerte.

–¿“Una muerte: un amanecer” aporta herramientas para que una persona se pueda enfrentar a la muerte?

–Nos conduce hacia esa calma y tranquilidad de espíritu.

–Sin recurrir a argumentos religiosos.

–Recurre a lo espiritual, como las emociones, el pensamiento… Es un trance en el que lo espiritual toma su preponderancia. Y claro, cuando una persona está al borde y conoce la inminencia de la muerte, es como si fuera acompañada, en el despido de las calamidades de la vida. Es como si empezara a descansar, una parte del ser.

–La ausencia de los seres queridos es dramática, en esa situación.

–En el momento de la muerte es muy importante que la persona tenga a un familiar cerca que sea significativo para ella: su hijo, su padre, su madre. Hay doctores que han comprobado que una persona afectada por un infarto, pueden alargar su vida y su sufrimiento hasta el momento que les llega un familiar. En el momento que los ven se relajan, como si ya pudieran morir en paz.

–Ese fue el gran drama de esta pandemia, que muchas personas fallecieron sin poder despedirse de sus familiares.

–Efectivamente, eso explica la desesperación de muchas familias que veían que sus seres queridos se les iban solos. Y la gente que se estaba muriendo en su habitación solita, viendo que no llegaba nadie en los últimos momentos... El fallecimiento de una persona sola es un trauma que pesará sobre sus hijos mientras vivan. Por lo tanto, los hospitales tienen que implantar algún sistema para que una persona no muera sola, permitiendo el acceso de algún familiar directo con seguridad.

–Se puede crear el doble trauma del enfermo que se marcha y de los familiares directos que quedan con esa angustia para toda la vida.

–Y sobre todo si es un padre o un hijo, por el sentimiento de culpa que les puede quedar. La muerte mueve pasiones, emociones y sentimientos. La muerte golpea las emociones, golpea a la persona, golpea las conciencias. Ahí es donde está el principal drama. La doctora Elisabeth Kübler-Ross estudia la muerte, pero conectada con el siguiente paso, con un mundo espiritual. Y aunque no tiene explicación, científicamente, los profesionales de la medicina que han estado cerca de la muerte y el personal de los hospitales que está en cuidados paliativos, siempre se han dado cuenta de la sensación de paz que contemplan en los moribundos cuando ven aparecer a un familiar. Les cogen la mano, y se despiden con una gran tranquilidad.

–¿Qué mensaje le trasladaría a una persona que se esté muriendo sola?

–Debe poner en la mente el mensaje: estoy contigo, estoy en tu corazón, estoy en tu alma, me tienes aquí contigo. Aunque físicamente no nos podemos ver, estamos unidos por los sentimientos, por el pensamiento. Estoy agradecido por todo lo que le has aportado a mi vida, por todo lo que he aprendido de ti. Estoy contigo. Y la verdad es que este tipo de comunicación es posible: existe. Cuantas veces te pasa que piensan en una persona y te la encuentras tres calles más adelante. El poder de la mente es muy grande.

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