“Soy el alcalde y les pido que bajen los bolardos” . Con esta frase, Gonzalo Pérez Jácome ejecutaba el 25 de febrero del año pasado, uno de sus proyectos estrella, la supresión de los “bolardos asesinos”, como él llamaba a los pivotes que controlaban el acceso del tráfico rodado al casco viejo de Ourense, –declarado zona peatonal desde hace lustros– debido a los daños u colisiones que provocaban a peatones y vehículos.

Pero la idea estrella del regidor se estrelló con la realidad, y un año después ni comerciantes ni vecinos están contentos. Afirman que al no haber ni horarios restringidos para vehículos de reparto, como ocurría antes, ni control policial alguno, los coches pasan, a veces incluso a toda velocidad, poniendo en riesgo la seguridad de los peatones.

Se levantó la veda”

“Es como si se hubiera levantado la veda . Tenemos empresas de reparto de comidas a domicilio por ejemplo, pasando a oda velocidad por el casco viejo a cualquier hora, que obligan a los peatones a esquivarlos. Coches en cualquier sitio, y mucha falta de responsabilidad, que es lo que provoca que muchos atraviesen en coche la zona histórica, sin tener siquiera tarjeta de residente”, explica Luis Rivera, presidente de la Asociación Ourense Centro, que representa también los negocios de esta zona histórica

Muchos de los vecinos actuales, que han rejuvenecido la zona histórica, apostaron, pese a las complejas restauraciones, por ver crecer a sus hijos en el casco vello.

Buscaban un barrio tranquilo

Sin embargo desde hace un año, se han encontrado de bruces con la realidad que ha supuesto la falta de control sobre el tráfico rodado.

“Dejamos nuestro piso en el centro porque buscábamos calidad de vida, jugar con nuestros hijos en calles tranquilas, y hacer vida de barrio. Esto último lo tenemos, porque en el caso vello hay relación entre los vecinos, pero se ha acabado el silencio. Tenemos que salir a la calle pegados a la paredes y esquivando coches. Esto se ha convertido en una especie de autopista que muchos utilizan para atravesar la ciudad, como un atajo”, lamenta Verónica López, vecina de calle Hernán Cortés y portavoz del sentir de muchos de sus vecinos.

El alcalde había declarado durante el anuncio oficial de supresión de los pivotes, que realizó en calle Santo Domingo, posando para la foto con un pie justiciero, colocado encima de uno de esos bolardos. que su eliminación se iba a compensar con una mayor vigilancia policial, para evitar accesos indebidos de vehículos no autorizados a la zona histórica. Todo ello en tanto no se adjudicara el sistema control de entrada y salidas de vehículos al casco viejo mediante cámaras. Pero de este proyecto por ahora, nada se sabe.

“Desde hace un año, parece que se este dando prioridad a los coches y no a los peatones en esta zona histórica. Esto es malo para todos” señalaban ayer los comerciantes. Los vecinos también se declaran “indignados, de ver como los coches de un colegio privado, convierten el entorno de la Catedral que debería estar protegido, en un estacionamiento” explica Verónica. Ella misma ha sufrido recientemente un percance al ser alcanzada por un vehículo que circulaba a toda velocidad por la zona histórica. La Policía Local remite a los afectados al alcalde, y el alcalde a a su vez envía la queja a la Policía Local. Un absurdo. Los vecinos explican que el problema es también defensa del patrimonio. Tienen vídeos que demuestran como el intenso tráfico daña las losas de piedra de un entorno histórico.

"Pensamos en movilizarnos"

“Desde hace un año, parece que se este dando prioridad a los coches y no a los peatones en esta zona histórica. Esto es malo para todos” señalaban ayer los comerciantes. Los vecinos también se declaran “indignados, de ver como los coches de un colegio privado, convierten el entorno de la Catedral que debería estar protegido, en un estacionamiento” explica Verónica. Ella misma ha sufrido recientemente un percance al ser alcanzada por un vehículo que circulaba a toda velocidad por la zona histórica. La Policía Local remite a los afectados al alcalde, y el alcalde a a su vez envía la queja a la Policía Local. Un absurdo. Los vecinos explican que el problema es también defensa del patrimonio. Tienen vídeos que demuestran como el intenso tráfico daña las losas de piedra de un entorno histórico.