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Innovación para las aulas gallegas: un sistema que vigila la calidad y tiempo de la ventilación

Humberto Michinel muestra uno de los sensores en el laboratorio de la escuela. | // FERNANDO CASANOVA

La obligada ventilación en las aulas para evitar la transmisión del coronavirus por aerosoles ha añadido un problema más en la lucha contra la pandemia. Abrir las ventanas es esencial y así está contemplado en los protocolos educativos antiCOVID pero el intenso frío que ha traído este invierno hace todavía más duras las horas lectivas.

Buscando una solución a este inconveniente, el grupo de Ingeniería Física del campus de Ourense ha adaptado una de sus líneas de investigación a este ámbito y ha desarrollado un sistema de sensores que monitoriza la calidad del aire en una estancia y envía alertas cada vez que detecta un exceso o defecto de ventilación. No evita abrir las ventanas y pasar frío, pero sí que el alumnado esté más tiempo del necesario con el abrigo puesto.

El investigador principal de esta innovación es el director de la Escuela de Ingeniería Aeronáutica y del Espacio, Humberto Michinel, y su puesta en marcha era uno de los compromisos del programa con el que se presentó a este cargo. El sistema ya está implementado y serán los alumnos de este centro los que prueben su eficacia a partir del 1 de febrero, fecha prevista para el inicio del segundo cuatrimestre tras el período de exámenes.

En una fase inicial, el centro instalará seis sensores repartidos entre los tres edificios en los que la escuela reparte la docencia: el pabellón Manuel Martínez-Risco, el edificio de Ferro y la nueva sede del Campus Agua. Probarán en aulas pero también en laboratorios y despachos para analizar el comportamiento en cada caso y analizar las diferentes casuísticas.

La dispersión de espacios no es un problema

Michinel explica que la dispersión de espacios no es un problema ya que este sistema funciona con una tecnología diseñada para su uso en las denominadas smart cities por lo que incluso podría extenderse a todo el campus.

Los sensores emplean una tecnología de comunicación inalámbrica denominada LoRaWAN que este grupo de investigadores desarrolló en el marco de un proyecto europeo llamado ‘nanoeaters’, coordinado por la GAIN. En un primer momento diseñaron el sistema para mejorar la confortabilidad de un edificio. “Fabricamos sensores inteligentes que se conectan a una red de comunicaciones y aplicando modelos matemáticos ayudan a predecir como va a variar la temperatura si, por ejemplo, enciendes o apagas la calefacción o el aire acondicionado”, explica el investigador. Este modelo de eficiencia energética se trasladó después a las luminarias ‘led’ y en este campo el grupo estudia el uso de esta tecnología como generadora de datos a través del sistema de alumbrado en una smart city.

En tiempos de COVID-19, Michinel consideró que el sistema podía adaptarse a las aulas introduciendo mediciones de CO2, temperatura, número de personas y otras variables que influyen en la transmisión de los aerosoles. A disponer de su propia red de comunicaciones, el sistema envía la información recogida por los sensores inteligentes en tiempo real al dispositivo electrónico y activa las alertas instantáneas sobre excesos o defectos de ventilación.

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