La ciudad de Ourense lleva cada jornada de este año soportando al menos 21 horas de frío diarias, con una máxima de 7 grados o menos. Los días 1, 5 y 6 todo el día fue frío. Ayer, la serie de jornadas gélidas marcó una mínima de 2,1 bajo cero. En las cuatro madrugadas anteriores, el termómetro ya había caído a cero o valores negativos. Con este panorama hostil, el número de personas en la calle, sin un techo, es incluso superior al de hace un par de meses. Según Cruz Roja, hay unos 35 ciudadanos sin hogar que pasan sus noches en portales, cajeros, parques o infraviviendas, luchando contra la hipotermia bajo una montaña de mantas y prendas. Mientras, el albergue municipal de Ourense, que dispone de veinte plazas, se encuentra solo al 50% de su ocupación.

¿Cómo se explica esta realidad, aparentemente contradictoria? “El problema es que nos encontramos con mucha gente que está en la calle y no quiere hacer uso del albergue, y eso es un problema porque no puedes obligarlos, ya que es voluntario”, indica el concejal Telmo Ucha (DO), que es el responsable del área de servicios sociales.

Un hombre durmiendo en un portal, en el barrio ourensano de A Ponte. | // BRAIS LORENZO

Diego Conde es técnico de Cruz Roja en Ourense, en el proyecto de atención a personas sin hogar. Dos profesionales y una veintena de voluntarios de la ONG hacen visitas diurnas, entre 4 y 5 días a la semana durante todo el año, y nocturnas cada 15 días, para informar a los sintecho de los recursos asistenciales a su alcance, así como para ofrecerles –sobre todo, en esta época de frío– materiales de protección para mitigar la vida a la intemperie, como guantes, calcetines, sacos de dormir, mantas o esterillas, además de bebidas calientes, un gesto de humanidad que suele tender un puente para la charla inicial, “para poder averiguar la situación en la que se encuentra la persona”, explica el técnico.

El 75% son hombres

“En épocas de frío como la actual insistimos mucho más en que accedan al albergue y, si no quieren, en cómo protegerse. No suelen dar muchas explicaciones, pero hay gente que no entiende el albergue como algo mejor y cree que está mejor en la calle, o la prefiere por temas de convivencia o por las normas que existen en el recurso público”, indica Conde. “Rara vez está lleno el albergue. Lo normal es que esté entre la mitad y tres cuartos de su ocupación todo el año”, añade.

La cifra de personas durmiendo en la calle o en infraviviendas, más elevada que hace unas semanas, se debe también a que con las restricciones de movilidad de la pandemia “es más fácil” que los técnicos y voluntarios que asisten a los sintecho tengan localizado su paradero habitual. El 75% son hombres, aunque el porcentaje de mujeres ha crecido. La mayoría son de Ourense y Galicia. Es más frecuente que las personas sin hogar busquen solos un lugar donde dormir, o estén en grupos de dos o tres conocidos.