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Mobiliario y adorno de la sala capitular de la Catedral

El edificio de la sala capitular, de sobria cantería, construido con rigurosa voluntad de utilidad, aunque no le falta la belleza de los ritmos exactos de los huecos y en la parte inferior conservó unas bien concebidas bóvedas de arista medievales, se construye a partir de 1673. Concretamente en el cabildo de 1 de febrero de este año se acuerda: “Que los señores Gaioso y Calderón concluyan con el concierto de la obra del quarto que se intenta hacer, que como lo ajustaren vendrá el Cabildo en ello” (ACO. Actas Capitulares tomo 16. Fol 220), y el 10 de este mismo mes se consigna: “Otorgó el cabildo la escritura y obligación de pagar a Amaro Gamallo, Maestro de Cantería quinientos ducados por hacer las paredes para el cuarto nuevo y habiéndose leido las condiciones las aprobó el cabildo y otorgó la Escritura ante Luis de Remesal (Idem. 222 vº). Pasará un siglo desde la construcción del cuarto nuevo cuando se proyecta construir en él la sala Capitular.

El punto de partida documental son dos acuerdos capitulares uno de 18 de enero y otro de 7 de febrero de 1766 que dice: “Así mismo dio cuenta dicho Señor (El fabriquero Sr Caviedes), haber hecho avance de los caudales que hoy tiene existentes la fábrica de esta Santa Iglesia y dijo que para el gasto que hace regularmente la sacristía, había efectos bastantes, aunque fuese preciso hacer algunos ornatos, que el sobrante aún ascendía a partida de algún valor, que en vista de el orden y comisión dada antes de ahora lo proponía al cabildo y atención a lo expuesto acordó que inmediatamente se haga la sala de Cabildo en el sitio destinado antes de ahora para este efecto y que dicho Sr. Fabriquero se valga para ello de Maestro que le pareciere hábil y capaz y de prontamente todas las demás disposiciones para que se junten los materiales precisos y necesarios; últimamente deja el Cabildo toda la obra a la disposición y acertada conducta de dicho Señor Fabriquero. (ACO. Actas capitulares, libro 26, fol 213-214). En las cuentas de estos años se consigan gastos de materiales y salarios para la obra. Y a partir de 1770 se documentan los gastos de la decoración así: 1800 reales vellón al pintor Carlos Rodríguez por pintar el cielo, cantoneras, dorar el marco y escudo de San Martín en la Sala Capitular y dar de yeso mate a toda esta. 220 rls que costó la plancha de cobre que se compró a Don Domingo Villamil para la lámina de San Martín. 250 rls de otra que tomando aquella en descuentos, hizo Francisco Vázquez, platero “por aver hechado a perder la primera Carralbal a quien se dio para que la adelgazase”. 942 rls de los salarios que devengó Antonio Rodríguez, maestro escultor en la hechura del retablo de la sala capitular según sus recibos. y en 17712000 rls vellón importe del dorado del retablo de la sala Capitular, pintura de la lámina. Se ornamenta con pintura de jarrones con flores Tomados de grabados tipográficos de libros impresos en el siglo XVIII y con San Martín el patrón como obispo y caballero.

Sin demasiados cambios, solo la inclusión de diversos elementos decorativos muebles, llegó la Sala Capitular hasta el año 1954. Es entonces cuando al inaugurarse el Museo, proyecto comenzado a discutir el año 1944, empleando para ello la Claustra, hubo que mudar el vestuario de capitulares, la antesala y la entrada a la sala capitular.

Hasta esa fecha la disposición de la sala, con entrada desde la claustra, nos la ofrece la siempre estimable obra “Apuntes históricos-artísticos de la catedral de Orense” de D. Manuel Sánchez Arteaga, anotados por Candido Cid, Ourense 1916: “Se ve en la segunda sobre la silla de presidencia y bajo un dosel de damasco encarnado, el retrato del Excmo. Sr. Cardenal D. Pero de Quevedo y Quintano, obispo que fue de la diócesis, pintado al óleo por Don Ramón Rodríguez… A uno y otro lado están los bancos, cubiertos de terciopelo carmesí, en que se sientan los señores capitulares; y próximo a la entrada un pequeño altar en que se celebra la misa del Espíritu Santo el día 2 de enero antes de procederse a la elección de los oficios y cargos del año. Adornan las paredes varios cuadros pintados en lienzo, algunos no despreciables, y la gran carta geométrica de Galicia de D. Domingo Fontán.” (Pg 80) Actualmente y desde el año 1954, se accede a través de un cuerpo de edifico adosado a la llamada torre de San Martín, salvándose el desnivel mediante una escalera granítica de sencillísima traza.

Este espacio lo ocuparon anteriormente la escuela de monaguillos y otras dependencias destinadas a almacén. A modo de antesala capitular está el vestuario de los Señores Canónigos, se accede a la Sala a través de una puerta de moldurados dinteles, siguiendo modelos utilizados en la arquitectura barroca. Perdido el Mapa de Fontán y sin el dosel que cobijaba el retrato de Quevedo, este hoy en el museo, ha ido cambiando algunos de los elementos decorativos y aunque quizá por cualquier motivo o capricho cambien, hoy podemos ver el tablero del desguazado coro, que representa A San Ignacio de Antioquía. Una copia del cuadro de Murillo, la Virgen fajando al Niño, donado a la Catedral por el Obispo Uraga en1828. Dos lienzos con las cabezas de San Pedro y San Pablo, llenas de fuerza y de buena mano que, pueden ser copia de algún apostolado cercano a Ribera. Otros dos lienzos del siglo XVIII con santos penitentes, mediocres. Dos cuadros de los llamados de ofrenda con el Apóstol Santiago caballero de plata, los ofrecía el Cabildo de Santiago a las personalidades que presentaban la ofrenda al Apóstol.

Uno de ellos va firmado por el platero Ruperto Sánchez y consta que lo dio al Cabildo el Obispo D. Dámaso Iglesia, que lo recibió el año 1830 cuando fue comisionado por la Reina para hacer en su nombre la tradicional ofrenda. La otra es regalo del Cabildo compostelano al de Ourense como expresión de fraternidad. El Padre José Luis Soto regaló a la Catedral un fino crucificado de porcelana italiano y un juego de mesitas orientales. Los bancos de respaldo y tapizados en terciopelo se hicieron el año 1702. Los dos armarios de nogal se ornamentan con restos del coro del siglo XVI y son curiosas las dos cajas de votaciones del siglo XIX. La nominal y la de bolas, buena expresión de los comportamientos secularmente democráticos del Cabildo. La mesa del secretario es un valioso mueble con intarsias también decimonónico y una alfombra bastante ajada pero buena de la Real Fábrica de Tapices.

(*) Archivero diocesano

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