Inocencio Corbal esperaba dentro de la vivienda comunitaria de San Marcos de Cudeiro, mientras las autoridades sanitarias explicaban cómo había transcurrido la primera jornada. Estaba cumpliendo el tiempo previsto de veinte minutos, después de ser la primera persona en vacunarse en el área sanitaria de Ourense, O Barco y Verín. Cuando salió a la puerta de la residencia manifestó: “No me dolió nada. Ahora, después de ponerme la vacuna, ya puedo ver a mis familiares y a mis nietos, sobre todo besar y abrazar a mi nieta pequeña, a la que todavía no pude tocar”.
Pocas palabras, pero intensas después de pasar nueve meses de pandemia mirando al exterior desde la ventana y sin tocar a los suyos por prevención y protección. Al ourensano, de 90 años y natural de Sarreaus, le preguntaron por su nieta, aunque la mascarilla hizo que entendiera ‘moza’. Se rió y rápidamente se le aclaró la pregunta, a la que respondió: “Llevo sin ver a mi nieta algún tiempo. Me la trajeron aquí y yo la vi, pero ellos se quedaron dentro del coche y no me dejaron cogerla. De buena gana la cogía, la verdad. Tiene dos meses”.
El confinamiento de primavera les encerró en la residencia y con ellos se quedaron el equipo directivo y más personal para evitar contagios desde el exterior. Ante la ausencia de visitas de sus familiares y tras pasar todo ese tiempo entristecido por no ver a los suyos, dice que “la costumbre vieja no se pierde. Fue una situación difícil pero ahora por lo menos estamos bien, por lo menos tenemos la vacuna metida”. Añadió que “además ser los primeros es como que te toque la lotería”. Con algunas residencias todavía recogiendo los consentimientos de los usuarios y del personal para el pinchazo de la vacuna, Inocencio hace un llamamiento al consenso colectivo y a que impere la lógica, para que “todos se pongan la vacuna, cómo no voy a animar. No se siente nada, a mí no me dolió nada”.
Para administrar la primera dosis en Cudeiro, se desplegaron dos equipos más las coordinadoras, con el fin de solventar cualquier duda o incidencia posible. Nada pasó. Todo transcurrió con normalidad y José Luis Álvarez, Norberto Camino, Melania Prada y Luz María López fueron los sanitarios encargados de vacunar a 20 usuarios del centro y 6 trabajadores. “Aceptaron todos los residentes al 100%, y creemos que será la tónica general de las 140 residencias de toda la provincia en las que seguiremos desde mañana (por hoy). No tuvimos ninguna incidencia ni ningún problema a la hora de vacunar”. Además, los cuatro enfermeros también se vacunaron con parte de la dosis que les restó. “Nos sentimos muy contentos y los residentes estaban todos animados. Por toda esta situación que pasaron ellos durante el confinamiento, nos emociona ver que ya estamos al final y pueden volver a ver a sus familias pronto”.
Una primavera “dura”
Gabriel Rúas, director de la vivienda comunitaria de San Marcos de Cudeiro dijo, ante las puertas del centro, que “es un día alegre para nosotros, ya que estábamos deseando que llegase este momento y ellos lo pasaron muy mal durante el confinamiento. Nosotros también, ya que estuvimos encerrados en la primera ola con ellos, para evitar contagios y ser lo más precavidos posibles para no causar riesgos a los mayores”.
Describió que “mi familia y yo estuvimos encerrados, pedíamos la compra que desinfectábamos al llegar y también la comida que entraba a la residencia. Fueron momentos duros los que vivimos aquí, pero bueno, gracias a Dios no tuvimos ningún positivo en toda la pandemia y eso es un alivio y una tranquilidad, aunque se vivieron momentos de incertidumbre, no solo nosotros, sino también los residentes”.
Y entre tanto sufrimiento también hubo lágrimas de tristeza, ya que según el director “ellos lo pasaron muy mal y era muy triste ver cuando venía su familia, que no podían tocarse o abrazarse, y se iban para adentro llorando con una pena muy grande. Ahora esperamos que llegue el momento de que puedan dar un beso, abrazarlos y sacar las mascarillas para que lloren de felicidad y no de tristeza”.
“Es un punto de inflexión”
El gerente del área sanitaria de Ourense, Verín y O Barco, Félix Rubial, se acercó a la residencia para felicitar a los equipos de vacunación y a las coordinadores, y para intercambiar unas palabras con Inocencio Corbal tras ser vacunado. Rubial declaró que “es un día alegre para todos nosotros y creo que no sabría decir si estamos ante el principio del final o el final del principio, pero en cualquier caso hoy es un punto de inflexión en el abordaje de la pandemia, que tanto sufrimiento ha producido a nuestra población”. La coordinadora de la campaña de vacunación del COVID en Ourense, Josefa Rodríguez, incidió en que “todos estaban muy contentos y nos dijeron que era momento de esperanza para todos ellos, y también que a ver si ahora pueden abrazar a los familiares e incluso a los trabajadores, que estaban deseando volver a abrazar a sus allegados, ya que también lo han pasado muy mal”.
La elección de la residencia no fue al azar y la coordinadora explicó que “la programación para el inicio de la vacunación se intentó hacer para que los primeros días se vacunen todas aquellas personas, residentes y personal, de las residencias que no tuvieran casos positivos durante toda la pandemia, por razones de seguridad y sanitarias. Por prever que estos mayores estuvieran más protegidos y si no tuvieron ningún caso, minimizar el riesgo al máximo”.
Inocencio cumple hoy el primer día con la vacuna. Debe esperar 21 para la siguiente dosis, pero, si por él fuera, “me la podían poner el día 20, porque esto no duele nada”.
La Xunta niega el acceso de los periodistas a las residencias
Mientras otras comunidades han programado actos seguros, a los que los medios de comunicación tienen acceso para documentar el inicio de la vacunación contra el COVID, un hecho histórico, la Xunta niega la presencia de los periodistas, aludiendo a los protocolos. Mientras, asesores y gabinetes de comunicación distribuyen las imágenes desde el interior. El Colexio Profesional de Xornalistas de Galicia reclama un protocolo que garantice la seguridad de los residentes y del personal, pero también el libre derecho a informar. Critica la contradicción por la presencia de asesores y autoridades dentro de los geriátricos, a los que los periodistas no pueden entrar.