La naturaleza no se detiene en la puerta, se adentra en el restaurante como las ramas de una enredadera, llevando al interior del comedor los elementos que configuran el paisaje frondoso del Macizo Central ourensano. Las mesas, los bancos y las paredes están decorados con elementos de madera que dan cobijo al comensal que llega. Es un restaurante con doble denominación: bar Os Pinos y, sobre todo, Casa Agenor, que fue su fundador.

Desde 1974, el menú de cada día en este establecimiento de la aldea de Cova, en el municipio ourensano de A Pobra de Trives, es el mismo: tabla de jamón, chorizo y queso de entrante, filetes a la cazuela con patatas, después truchas en salsa y, de postre, helado “con lume” –es decir, con queimada–, más un “licor del amor”. Un chupito “con poco alcohol, más que nada un digestivo, para que todo el mundo pueda beber. La particularidad es que se hace con ginebra y no con aguardiente, para que no coma el sabor del helado. Bendices o conjuras, según tu religión”, cuenta Isabel Prada. (Rubiá, 46 años). “Además, a todo el mundo, tanto a adultos como a los pequeños, se les regala una piruleta. A los niños, para su fin, y a los mayores, para que puedan compartir el caramelo con una persona allegada”, completa.

Ella y su marido, Ángel Rodríguez (Cova, 49), siguen el legado de Agenor, el padre de él, que falleció hace unos diez años. “Aprendí de mi padre y de mi madre María; ambos se complementaban. La receta de la salsa pasa por mis manos, nadie más que yo la sabe; tiene un punto de magia y de secreto”, dice el hijo. “¿Mi primer recuerdo aquí? Tendría unos cinco años. El dinero hace falta, claro, pero esto nunca se vio como un negocio. La mentalidad es la de un lugar donde sentirse bien”.

El menú de cada día, desde 1974, en este restaurante de Cova (Trives). Brais Lorenzo

Antes de comenzar con el restaurante en 1974, Agenor –el nombre de un personaje de la mitología griega– se dedicaba a la venta de temporada de productos de la tierra, como las castañas o las uvas. “El bajo en el que estamos era un almacén. Empezó como un local de amigos hasta que al final se convirtió en un restaurante”, recuerda la nuera.

La familia reside en la misma casa, en la que también se ofrece hospedaje en la temporada de nieve, para que los aficionados al esquí y al ocio de montaña tengan un cobijo cercano. Desde los desayunos a las cenas se nota la actividad ligada a la nieve, porque Cova es la última aldea antes de llegar a la estación invernal de Manzaneda, cerrada desde que comenzó la pandemia de COVID. “Es un activo muy importante para nosotros y toda la zona; el cierre se nota mucho. Es importante que reabra, no solo para la hostelería sino también para los demás negocios, que vivimos de la economía local”, añade Isabel.

Paco Nadal escribió sobre Casa Agenor en su blog de viajes, en El País. El experto gastronómico estuvo en “el restaurante más original que he visitado en mi vida (...) Llevan 46 años sirviendo el mismo menú, mañana y noche. Sí, ha leído bien: ¡46 años! sin variar el menú (...) Todo, 14 euros, con bebida incluida. Así… ¡46 años! Y siguen teniendo clientela. Una formula de éxito, sin duda”.

Isabel cree que “puede que sea el menú de creación propia más antiguo de Galicia”. Ángel dice que esta propuesta culinaria tan particular es “la base” del local. “Aparecemos en guías en París y en Londres, y hay gente que viene en caravanas porque salimos como un sitio exótico que visitar. Sin embargo, hay muchos por la zona que no nos conocen o nunca han entrado. Es difícil ser profeta en tu tierra”, compara. “Para otro tipo de negocio hay grandes profesionales, como por ejemplo aquí La Viuda. Nunca vemos al resto como competencia, y de hecho nos mandamos clientes unos a otros. No queremos que la gente se aburra, sino que se lleve un buen recuerdo”.

“Agenor creía mucho en la naturaleza y no quería desconectar lo de fuera con lo de dentro, por eso la decoración con madera en las paredes, los bancos y el suelo. Te sientas en troncos y estás como en una cabaña”, describe Isabel. ¿Por qué un licor del amor? “El amor engloba muchas cosas. Se entendió siempre como el chupito de los enamorados. De hecho se han casado varias parejas que se conocieron así”, revela Ángel.