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“Somos los primeros pero vendrá una remesa”

Nacen en Verín y Ourense Ada y Erea, los dos primeros bebés del confinamiento

Cristina, con Erea en brazos, en el CHUO. | // FDV

Ni Ada ni Erea han conocido ni sentido el mundo antes de la pandemia. Los primeros sonidos que percibieron fueron las voces de sus padres, el trasiego del hogar y quizás los aplausos de las ocho, porque todo lo demás después del 14 de marzo era silencio. Ambas fueron concebidas durante el confinamiento y son los dos primeros bebés gestados tras el estado de alarma que ven la luz en Ourense.

“Se dijo que habría un ‘baby boom’ pero también más divorcios por el confinamiento. Nosotros somos los primeros en nacimientos pero vendrá una buena remesa”, comentaba ayer Iago, padre de Erea, nacida en el CHUO a las 23.30 horas de este martes.

Antes que ella, a las 8.40 horas, nacía en el hospital de Verín, Ada, que con apenas unos días de vida, ya tiene dos grandes historias que contar. Nació en un paritorio que cerró cuando sus padres ya habían decidido tenerla. La presión social llevó a la rectificación y cuando por fin fue concebida, el servicio en el hospital de Verín ya se había restituido. Además, contará algún día, su nacimiento fue noticia por ser el primer bebé del confinamiento nacido en Ourense. Para sus padres, Laura y Toni, que tienen otra hija de tres años y medio, el embarazo y nacimiento de Ada “ha sido la mejor noticia de 2020”.

Erea fue el propósito de año nuevo de Iago y Cristina, de O Carballiño. “Será un año que no olvidaremos ninguno y a la niña se lo contaremos, y esperemos que como una anécdota y no como algo por lo que pasamos mucho tiempo”, dice su padre.

La irrupción del COVID-19 y la declaración del estado de alarma no desanimó a estas parejas, aunque sí les generó cierta inquietud. “El miedo estaba ahí”, reconoce Laura, “sobre todo al principio, cuando no había demasiada información y no se sabía si las embarazadas tenían más riesgo. Y al final hemos tenido muchas precauciones pero hemos vivido, porque tampoco puedes meterte en casa y por miedo no salir”.

Iago y Cristina ya tenían un niño pequeño cuando decidieron dar el paso. Con el estado de alarma se preguntaron si era buena idea seguir adelante y decidieron que sí. “El mayor tiene ahora dos años y medio y queríamos ese espacio temporal entre ambos, por eso no nos echamos atrás. Hay veces que hay que ser valientes y aquí estamos”, señala Iago. Pero es verdad que las primeras dudas que se plantearon sobre como podía afectar el COVID-19 a las embarazadas o al feto, generaron cierta preocupación. Pero todo salió bien.

Debido al estado de alarma y los cambios de protocolo de la “nueva normalidad”, el control y seguimiento del embarazo fue diferente, recuerda Iago. Menos controles, menos visitas a la matrona, sin curso de preparación al parto, y en su caso sin poder asistir a las ecografías, pero pudo vivir mucho más de cerca el embarazo de su mujer. “Soy maestro y pude impartir teledocencia desde casa y pasar mucho tiempo con mi otro hijo, con el que no había pasado tanto tiempo seguido. También mi mujer, que es azafata de vuelo y tuvo un ERTE, pudo disfrutar del niño. Y vivir el embarazo el uno con el otro y apoyarnos los dos”. Eso también es fruto del confinamiento.

Ahora se plantean unas “navidades diferentes”, con un recién nacido en casa, máximo control de higiene y contactos muy limitados.

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