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La jueza mantiene presos a los dos encausados por matar a un recluso que fue un triple asesino

Los dos investigados por homicidio permanecerán entre rejas tras cumplirse dos años de su detención por un crimen por la herencia

La ley establece un plazo máximo de dos años, antes de prórrogas, para poder mantener la prisión provisional, que es la medida cautelar más restrictiva. Este mes se cumplen dos años de la detención de Francisco Javier G. H. y Óscar G. L., investigados por el presunto homicidio, por la herencia, de un hombre al que habían conocido en prisión: Fernando Iglesias Espiño, un varón de 63 años, natural de Silleda, al que le quedaban dos para cumplir una condena de 25 por el triple asesinato de mujer e hijos, en Gran Canaria en 1996. La magistrada de Instrucción 1 de O Carballiño ha decidido prorrogar la prisión provisional de ambos investigados, tras una audiencia con las partes el pasado 30 de noviembre. La Fiscalía solicitaba que la reclusión continuara, al contrario que las defensas.

Los dos investigados aún han de comparecer ante el juzgado instructor el próximo mes de enero, en un trámite en el que se le comunicarán los hechos imputados, tal y como fija la ley del jurado. Este homicidio y el crimen del Bar Novo, del pasado febrero, serán los dos homicidios que resolverán sendos tribunales populares en la Audiencia Provincial de Ourense, probablemente ya en 2021.

Tras 80 permisos de salida sin incidencias, en agosto de 2018 Fernando Iglesias no regresó al centro penitenciario de Pereiro, donde se encontraba en tercer grado. En diciembre de ese año fueron detenidos los presuntos homicidas. Según la investigación, lo mataron para apropiarse de lo que le quedaba a la víctima –casi 20.000 euros– de la herencia de su madre. Francisco J. G. H. gestionaba en alquiler la granja avícola de Bouzas (Maside) donde la Guardia Civil cree que mataron a golpes al recluso, una explotación donde trabajaba y pasaba el tiempo en sus salidas de la prisión. Óscar G. L. reveló a los agentes el monte de A Senra (Piñor) donde Espiño fue enterrado, en una fosa con agua. La cabeza estaba rodeada con una bolsa atada. Presentaba “al menos cuatro zonas de traumatismo contuso” en dicha zona del cuerpo, según la autopsia, que descartó la presencia de fracturas o lesiones por arma blanca o de fuego. Las marcas eran compatibles “con una barra de hierro o instrumento similar”. Los presuntos autores continuarán presos.

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