Todo empezó por casualidad. El vínculo que une a Íker Santos con la modalidad de competición perruna de ‘agility’ se inició en un magosto con una amiga de la familia diciendo que había un entrenamiento para perros. “Me acuerdo que yo tenía un yorkshire, Nano, y sabía lo que era el agility de verlo en vídeos y fui a probar y me gustó mucho. Después ya empezamos a entrenar y ahora tengo a Rice”, dice Íker.

Comenzó a los 12 años y ahora a los 18, consiguió su primera clasificación para un Mundial en Grecia. “Conseguí la plaza después de un campeonato en Valencia para pastores belgas, porque es un mundial específico de pastores belgas. Fuimos a Alicante y las mangas nos salieron bastante bien y estábamos 4º con 19 puntos. Después teníamos que ir a Málaga a otro campeonato, pero se canceló por el coronavirus, así que ese billete fue para mí”, recuerda Íker. La experiencia casi la tiene en la maleta, pero un viaje de estas características tiene un coste y a pesar de que ya tiene dos patrocinadores, está buscando más. “Es un viaje caro, así que intentaremos buscar más patrocinadores, para intentar sufragar los gastos”, dice el joven entrenador que no se separa de Rice, la pastor belga con la que compite.

Cariñosa, competitiva y juguetona, así es Rice. | // IÑAKI OSORIO

Íker y Rice son inconformistas e intentan entrenar el mayor número de veces posible. La pastor belga solamente tiene tres años y con las instrucciones de los entrenadores del Centro Canino Ourencán mejoran cada sesión, aunque Íker lo tiene más claro. “La mejor edad de los perros para competir en este tipo de torneos es de los 4 a los 7 años, pero que Rice esté a este nivel con 3 años es un indicativo de que podemos mejorar, a ver si lo conseguimos”, explica.

Las posibilidades de ganar un Mundial rondan en su cabeza y los recuerdos en el campo del extinto club del Xunqueira de Ambía recobran más fuerza para darle valor a todo lo logrado. “Al principio íbamos a una finca pequeña que nos cedió la propietaria de la tienda Reino Animal, Blanca, y después al campo de tierra del Xunqueira, donde con picas que yo compraba, cadenas, cuerdas o pajas entrenábamos como podíamos. Ahora que está aquí Ourencan venimos de forma continúa para seguir mejorando”, aclara Íker.

El dúo mundialista tiene muy presente a Nano, el primer perro con el que compitió y gano varios trofeos que ahora cuelgan en su habitación. “Competía con él, pero después tuvo una lesión y preferí que dejara la competición y que pudiera hacer una vida normal en casa. Prefería que de mayor pudiera caminar a que se viera más perjudicado”, finaliza Íker.

Rice no se separa de él y observa la entrevista con detenimiento, mientras la acarician. Su agilidad y la constancia de Íker le llevan a disfrutar de un mundial “en el que no sabemos qué va a pasar, ya que nada está decidido, pero ante todo vamos a disfrutar y a darlo todo”.