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“Nos dejan propinas y eso se agradece”

Solo dos de los más de 30 bares mantuvieron su actividad el primer día de restricciones a la hostelería de Ribadavia, que pasó de servir en interior y terraza al ‘take away’

Gabriel Alonso entregando cafés a una clienta que dejó propina en Ribadavia. | // IÑAKI OSORIO

Tres jóvenes toman café en la Alameda. | // I. OSORIO

La Alameda de Ribadavia sirve de terraza improvisada a tres jóvenes para tomar un café después de ser partícipes del cribado del Sergas para detectar positivos asintomáticos entre la sociedad de la villa. La hostelería de Ribadavia cierra la persiana al completo en el primer día de restricciones que impone el Gobierno gallego con el ‘modelo Carballiño’ para tratar de reducir los casos en la villa. Solamente The Boot Coffee y el Evencio “abren” con una mesa en la puerta a modo de barra y con el local cerrado y precintado. Atienden con amabilidad y resignación por una situación que llegó a la villa y que durará al menos un mes.

El copropietario de The Boot Coffee, Gabriel Alonso, atiende a una trabajadora esencial de un supermercado, mientras esta le deja una propina de casi un euro. “La verdad es que estamos sorprendidos por el apoyo que nos dan. Ayer estábamos hasta arriba de trabajo y hoy (por ayer) la gente nos apoya y eso se agradece ante la situación que estamos viviendo”, dice Gabriel.

Café para llevar, chocolate y algún pincho en el centro de la villa, mientras que otros vecinos optan por caminar y hacer deporte al aire libre por el río Avia. “No hay otra cosa que hacer”, dice un vecino sentado en su bajo cerca de la Plaza Mayor. Nadie pasa en media hora, solo los participantes en el cribado y algún despistado. Reina el silencio, solo interrumpido por algún saludo y algunos pasos.

Ribadavia apaga su vida social de forma insólita para evitar la propagación del virus que se inició en la Residencia Anxos de Ribadavia y que se extendió por familias y centros educativos. Los casos activos bajaron a los 62 en el día de ayer, pero no es suficiente para contener la propagación de un virus que suma la hostelería de la villa a la nómina de víctimas de la pandemia.

La hostelería de la capital de O Ribeiro pasó del casi todo al casi nada. A sentarse en el interior con aforo limitado y la terraza al 75% a cerrar la persiana con una ventanilla improvisada y amontonar las sillas en una pila para encadenarlas hasta Navidad. “A ver si por lo menos la situación mejora con las medidas y con el cribado, para poder llegar a Navidad con la mejor situación, pero vamos a vivir con esto mucho tiempo”, dice un vecino. Adiós al café con el periódico de la mañana. Ahora todo serán prisas por pedir, coger y llevar, improvisando una charla a distancia en cualquier parque mientras el tiempo lo permita.

El Hostal Evencio queda a la salida (o entrada, según como se mire) de Ribadavia. La camarera mata el tiempo con el móvil porque nadie se acerca. Clientes muy a cuentagotas que no son suficientes para cumplir con los gastos, pero todavía así, el servicio se mantiene. Solo dos de los más de treinta cafeterías y bares de Ribadavia permanecen abiertos, mientras los demás estudian si abrir o no. Un vecino explica que “el lunes abrirán más, pero tendrán que mirar si les merece la pena, si ya ganaban poco, ahora con esta situación, mucho menos o nada. Solo cafés y algún chupito, pero con eso no les llega”.

Apoyo vecinal

Aunque Ribadavia estaba vacía, Gabriel Alonso siente el apoyo de los vecinos y vecinas de cerca, con propinas y pedidos. “No es como antes, evidentemente, pero por lo menos algo de movimiento tenemos”, dice el propietario del bar.

El sector tendrá que convivir con una filosofía de negocio que se implanta con el ‘modelo Carballiño’ por culpa de la pandemia, pero que deja el lado más solidario a pesar de la crisis económica de unos vecinos que están del lado de los hosteleros. Detrás de cada propietario, una historia y una economía familiar que se resiente buscando ayudas para sufragar la falta de ingresos o renovándose con un pour emporter al que se apuntan los vecinos sin dudar. Queda esperar a Navidades y a que cesen los casos activos en una villa que tiene la mayor preocupación puesta en la Residencia Anxos, donde están los más vulnerables al virus.

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