“Jamás me masturbé en mi puesto de trabajo. Es mentira”. Esas son las palabras de J.A.F., ayer en el juicio contra él por un supuesto delito contra la integridad moral que quedó visto para sentencia, donde el ministerio fiscal solicita una condena de 1 año y 3 meses de prisión. El acusado se defendió de las acusaciones vertidas contra él explicando que “nunca me saqué el miembro viril delante de mis compañeros”. Un comportamiento que todos los compañeros corroboran, pero también añadiendo el comportamiento “inadecuado” de meterse la mano en la bragueta y estar tirado en el sofá de la caseta donde ejercían la vigilancia de los montes del concello de Bande.

Las dos denunciantes de los hechos narran que “en dos ocasiones” vieron masturbarse al acusado. La primera fue en un turno de mañana “alrededor de las 13.00 horas”. Una denunciante estaba sentada en una mesa y J.A.F. , tirado en el sofá. Cuando se levantó vio como este, con los genitales fuera, se estaba masturbando. “Me quedé en shock y me volví a sentar”, admite la protagonista, que señala que “cuando volví en mí, me levanté y fui a avisar a mi compañera, no daba crédito”. La otra compañera de la brigada reaccionó diciendo que “no puede ser”. La segunda compañera se acercó a la puerta y vio como J.A.F. se estaba masturbando en la caseta. Con un portazo reprendió el comportamiento del acusado y fue a comunicárselo al jefe de brigada que comentó “el es así ya sabes como es”, según recuerda una denunciante. La otra completa la reacción del jefe de brigada o capataz diciendo que “le dijo algo así como ‘mira cómo te pones por ver esas películas, deja de ver eso’”. A raíz de estos hechos ocurridos a finales de una semana, ambas volvieron a trabajar juntas con el acusado en un turno de noche y una de las denunciantes escuchó “gemidos” durante el turno en el sofá e “incluso le tiré cojines para advertirle que parase”. Y finaliza diciendo que “tiene ese tipo de comportamientos desagradables, incluso le llegué a decir que parase que era un guarro”.

Testigos

A la sala accedieron cinco testigos más, cuatro de ellos componentes de la brigada cuando ocurrieron los hechos que hablaron de que “siempre tenía la mano metida en la bragueta por dentro del pantalón” y todos advirtieron que delante suya nunca se masturbó. Todos recuerdan también “la vergüenza” que sentían las denunciantes por la situación vivida y su “nerviosismo” a la hora de contar la experiencia.

Salto de mando

Una vez que ocurrió la primera vez, las dos denunciantes pusieron en conocimiento del jefe de brigada los hechos que admite haber reprendido J.A.F. , pero que en el momento de entrar a la caseta “no vi nada raro”. El capataz admite ver “alteradas y nerviosas” a las dos compañeras y enterarse días después cuando iniciaban un turno de noche que los presuntos hechos se habían repetido. A este respecto, el jefe de la brigada comentó que “no se lo dije a la jefa de distrito porque se precipitaron los acontecimientos y un día recibí un mensaje de las dos compañeras que lo iban a denunciar”.

La versión contrasta con las dos denunciantes que dicen que ante la “inacción” del capataz acudieron a la jefa de distrito (superior jerárquico del capataz) para exponerle los hechos “y arreglar las cosas sin denunciar”. A la vista de lo sucedido, se les cambió de turno y finalmente se trasladó a ambas de puesto de brigada. El juicio terminó con las palabras del acusado “es mentira” y quedó visto para sentencia por un delito de integridad moral por afectar a la vida laboral y personal de las víctimas.