Cuando Carlos Martínez, de 75 años, estrenaba la mayoría de edad, trabajó en la lucha contra el fuego. El viernes, el incendio voraz que calcinó 720 hectáreas en Monterrei en 46 horas se quedó "a sesenta metros" de su pueblo, A Salgueira, donde fue necesario declarar el nivel de alerta 2. "Con 18 anos anduve con un coche bomba. Esto no se plantó solo. Fue alguien, no sé si pagado o sin pagar. Esto fue intencionado". Las llamas devoraron monte en la parroquia de Flariz -450 de las 720 hectáreas afectadas- pero también viñas, colmenas, robles, castaños -mermando la producción de varios emprendedores- y otros cultivos, incluido algún invernadero. Hay unas 270 hectáreas de superficie de uso agrícola calcinadas. Carlos enseñaba ayer a este periódico los estragos del incendio en una viña. "Tengo mis fincas como un jardín, elaboraba 200 o 300 olas de vino" [es una medida de unos 18 litros], y me ha ardido casi todo", lamenta.

El fuego no da tregua en las últimas jornadas. A las 18 horas de ayer se declaró un incendio en Toén. Seis aviones, cuatro helicópteros, tres agentes, seis brigadas y cinco motobombas trabajaban en el control. Durante el operativo, la pericia de un piloto de helicóptero evitó males mayores cuando, en su aproximación al fuego, el cubo se quedó enganchado en un pino. Lo soltó para evitar un accidente. El viento complicó la extinción. La primera estimación de superficie calcinada es de unas 10 hectáreas.

Desde su experiencia vital y también profesional en la extinción de incendios, cuando era joven, Carlos Martínez afirma que "jamás vi uno como este". El fuego comenzó a las 17.05 del viernes y, tras pequeñas reproducciones el domingo, quedó estabilizado a las 15.20 horas. "Empezó lejos, cerca de Samartín, y avanzó monte abajo, desde A Caridade hasta A Salgueira. El viento era endemoniado". El fuego se quedó cerca, "alrededor de mi casa". Un hijo y un amigo con los tractores, y él con una manguera conectada a su bodega, trataron de que las llamas no llegaran, regando el perímetro. El operativo de emergencias fue grande pero en una situación crítica nunca sobra. "El daño ya estaba hecho", dice el señor, que considera imprescindible tener limpias las parcelas. "Las mías están como un jardín pero entre los demás hay de todo, y un poco la casa sin barrer", expresaba ayer este septuagenario.

Según la Consellería de Medio Rural, 400 de las 450 hectáreas forestales calcinadas por este incendio son monte raso, pero también se han dañado árboles autóctonos como robles y castaños, mermando en este último caso el modo de vida, o la fuente complementaria de ingresos de algunos productores.

Bodegas afectadas

En el sector del vino, el fuego de este año sucede a la calamidad que causó el granizo en 2019. El Consejo Regulador de la DO Monterrei está en contacto con los propietarios para medir el alcance de los daños. Según la presidenta, Lara da Silva, la estimación de la superficie afectada en su totalidad es de unas 3 hectáreas de las 625 de extensión. Ante esta afectación del 0,5% se estudian medidas paliativas como por ejemplo tratamientos con aminoácidos de la vid. "No va a tener una repercusión importante en la vendimia, pero evidentemente es muy triste que a una persona que trabaja todo el año en el cultivo se lo quemen", dice da Silva. En la bodega Crego y Monaguillo, la de mayor extensión de Monterrei, los estragos se concentran en parte de unas 3 hectáreas de terreno. El castigo del incendio en las viñas se ha concentrado, sobre todo, en los márgenes, puesto que estos terrenos cultivados sirven en muchos de cortafuegos natural. El daño en Fragas do Lecer, según la presidenta, es de un 20% en unas 2 hectáreas.