Miembros de colectivos vecinales y ecologistas, convocados por la asociación Amigas das Árbores, trazaron anoche varios círculos concéntricos en torno al cedro de la Plaza dos Suaves, -la antigua plaza das Flores del casco viejo- como símbolo de protección de este ejemplar, y constituyeron una simbólica "Irmandade do cedro", al que dieron el título de "o noso irmanciño".

Con este gesto los manifestantes comprometieron a regar a cuidar y proteger este ejemplar durante todo el año, como llamad e protesta y para evitar que el alcalde, Gonzalo Pérez Jácome, consume su idea de trasladar este ejemplar pues considera que resta visibilidad a la Catedral de Ourense y a su cimborrio desde ese ángulo.

Esa idea del alcalde que ni siquiera analizó el resto del Gobierno local, ha generado una cadena de protestas ecologistas y de vecino del entorno de la Plaza de Los Suaves en la que se encuentra el árbol, así como del calles preelectorales del casco histórico, que ayer cobraba forma con una llamativa movilización convocad por Amigas das árbores y en la que participaron decenas de personas con carteles de protesta.

La idea de convertir este árbol en su "irmanciño" por parte de los presentes, que se comprometen a su cuidado, se inspira en una expresión del propio Otero Pedrayo, señalaron, que llamaba así y abrazaba a un abeto que había sido plantado por sus padres el día en que él nació en la casa familiar, y que había crecido con él como su único "hermano".

"Señor alcalde, señores y señoras del equipo de gobierno, , exigimos que protejan y cuiden este árbol" comenzaba el manifiesto leído en la noche de ayer. "Nosotros, integrantes de esta hermandad, nos comprometemos a cuidar, a proteger y conservar a este 'irmanciño'. Aprovechamos señores mandatarios, para recordarles que los árboles son indispensables para la vida y la tierra, son símbolo de cultura, sensibilidad imprescindibles en la lucha contra el cambio climático" señalaron.

Tras dar lectura a un decálogo en el que pedían el respeto a la biodiversidad, políticas ambientales que potencien las biodiversidad, los espacios naturales, eviten plagas y especies invasoras, los participantes enterraron el decálogo en el parterre en el que se encuentra ese cedro, que puede considerarse el primero que tiene una hermandad que lo protege y plantaron flores como símbolo de regeneración y vida "contra un nuevo arboricidio".