El espíritu luchador del "Verín non se pecha" se aviva de nuevo cinco meses después de la reapertura del paritorio del hospital de la comarca (el 3 de febrero). "Deron cuns veciños que non nos rendemos. Primeiro foi o hospital e agora vai ser o centro de saúde", dice una vecina mientras no para de martillear un bidón con un palo de madera. Los vecinos de Albarellos, en el municipio de Monterrei, iniciaron una serie de protestas el pasado miércoles por la falta de asistencia de la facultativa, por orden de la gerencia del área sanitaria de Ourense, Verín y O Barco, al no cumplir el "nuevo" centro médico con los protocolos para la asistencia de pacientes con posibles síntomas de coronavirus. La profesional sanitaria fue derivada a la localidad de Vilaza.

El motivo de esta situación, una reforma del Concello. Sí, el edificio consistorial y el centro médico están en la misma instalación. El regidor local, José Luis Suárez (PP), decretó una reforma por 300.000 euros. "Esto es una chapuza. La reforma costó 300.000 euros. Total para recortar la sala de espera del centro de salud para meter a una asistenta social. Que nos parece bien, pero este centro de salud funciona desde hace más de 30 años, cuando lo peleamos. Y ahora 30 años después pelearemos porque vuelva la médica que estaba aquí. No les cuesta nada gastarse otro poco más y dejar el centro de salud con más espacio", dice Ana María, una vecina del lugar.

El ruido es estruendoso. Los bidones son tambores de reivindicación con tres percusionistas. Cucharas soperas, palos, ollas... todo vale para armar alboroto con la intención de reivindicar un servicio que es esencial para fijar población en el rural. Un hombre se aparta y también quiere mandar un mensaje: "¿Y nuestros políticos se llenan la boca diciendo que pelean por el rural ourensano? Los nuevos ya no están, se marchan porque no hay oportunidades ni apoyos y los viejos moriremos, es lo que quieren. Nos quitan los servicios y pretenden que nos quedemos de brazos cruzados".

Tras las reforma del edificio, el centro médico no cumple con los protocolos necesarios para atender a pacientes con síntomas sospechosos de coronavirus, ya que "la sala de espera, que era un salón grande, la recortaron, y ahora nos pusieron una caseta de obra, que ya ves que accesibilidad tiene, para atender aquí a los posibles positivos. Quería ver yo a la facultativa ponerse el EPI y todo", criticaba ayer otra mujer.

El enfado aumenta cuando la citación manda la consulta a un núcleo a 5 minutos en coche. "Hay personas que no tienen como moverse desde Albarellos a Vilaza para ir a una consulta y te obligan a llamar a un taxi o a buscarte la vida para ir al médico. ¿Qué pasaría si estoy enferma y no tengo quién me lleve? No piensan en nosotros, esto es igual que lo del paritorio de Verín, intentan acabar con el rural de Ourense, y sobre todo, con la comarca de Verín, no sé si tienen fijación con nosotros", dice otra vecina.

Tres horas de protesta sin descanso. Tres hombres traen otro bidón, porque uno ya está roto y no resuena demasiado fuerte. Todos con mascarillas y protegidos contra el coronavirus, despojados de un servicio al que asistían con asiduidad. "Nos dijeron que las obras se harían durante el confinamiento y que la médica volvería cuando terminaran, pero ya no volvió. Pedimos al alcalde por varias vías que hubiera una reunión y nos informara, pero no nos hizo caso. Seguiremos aquí hasta que vuelva la médica".

Todos participan. El espíritu del "Verín no se pecha" y la "familia peche" que logró que el gobierno gallego reculara y abriera el paritorio se transmite de generación en generación. Del más joven, al más longevo. La revolución de los bidones acaba de empezar. En Verín encadenaron más de 60 días de protestas. En Albarellos, ya van cuatro jornadas con la de hoy. Es más enxebre, es más local, pero hacen más ruido.