Los restos mortales de Miguel Blanco y Consuelo Garrido descansan desde ayer en paz, en la sepultura familiar del cementerio de la Faramontaos, en A Merca, junto a su hijo Miguel Ángel, el concejal del PP en Ermua que fue asesinado por ETA en julio de 1997. Su hermana María del Mar, exdiputada nacional y presidenta de la Fundación Víctimas del Terrorismo fue la encargada de cumplir con el deseo de su madre. Lo hizo arropada por el cariño de algo más de 30 personas, entre vecinos y amigos. El cumplimiento de las restricciones imperantes por la pandemia del Covid-19 hicieron que este acto, que comenzó a las 17 horas del sábado, fuera muy familiar, pero por ello no menos emotivo en un municipio que guarda un gran aprecio a la familia.

El interior de la iglesia de San Xés acogió a allegados, amigos y vecinos. Los restos de los padres reposan desde ayer en un camposanto que hace casi 13 años se vio colapsado con la llegada del féretro de Miguel Ángel Blanco. Esta vez, las restricciones de seguridad debido al Covid obligaron a celebrar un acto muy sencillo e íntimo, en el que su hermana, emocionada, despidió a sus progenitores. Estuvo acompañada de su marido, un tío materno, y sus dos hijas, que depositaron unas flores en la sepultura, en la que se puede ver la foto de su hermano. A la misa funeral acudieron familiares llegados del País Vasco y del propio pueblo.

Hace casi 23 años, los corazones de los vecinos de Faramontaos de A Merca se sumaron al desconsuelo, la impotencia y la rabia de un asesinato que conmovió a toda España. Los presentes mostraban ayer las condolencias y tristeza por el fallecimiento de los padres, Consuelo Garrido y Miguel Blanco. El padre falleció el día 12 de marzo de este año en Vitoria. La esposa se desplazó a Madrid para vivir con su hija. Falleció 21 días después que su marido a consecuencia del coronavirus. Mari Mar gestionó la incineración de los restos de sus padres, para poder enterrarlos en el cementerio familiar de Faramontaos, lo que sucedió ayer.

El párroco, Julio Grande, aplaudió la prudencia de los presentes ante la amenaza del virus. "La caridad empieza por cuidarnos unos a otros, y aprendimos también a estar cerca estando a distancia", manifestaba tras el acto sobre las medidas de seguridad con las que se llevó a cabo. Todos acudieron con mascarillas y geles, y respetando las normas.

El Concello está dispuesto a retomar la iniciativa de crear un parque dedicado a todas las víctimas, incluidas las muertes causadas por el terrorismo y la violencia de género, con un sendero que conduciría a los visitantes entre la hierba a la "Porta da Liberdade", una escultura de Xosé Cid.