Ya nadie piense en el Entroido de este año y menos en el del siguiente. Sin embargo, Mercedes y María no pararon desde antes de carnavales. Ellas son las manos que tejen los disfraces de un grupo de amigos que se llama Asociación Los Lolailos y que participaron en el desfile del pasado año por las calles de la ciudad. Para ellas todavía sigue siendo carnaval, en tiempos de pandemia. Sus máquinas de coser no han cogido polvo como otros años, si no que están funcionando sin parar, solo para lo indispensable.

Mercedes Fernández es la portavoz improvisada. Interrumpe una llamada telefónica para explicar su motivación para hacer 25 mascarillas por día: "La iniciativa la vimos en redes sociales. La empresa Telpes Telas puso un anuncio que necesitaba voluntarios para confeccionar mascarillas y allí que nos sumamos sin pensarlo". No titubeó para mostrar su apoyo y explica cómo y cuál es el proceso: "Nosotras nos pusimos en contacto con la empresa y nos apuntó. Nos trajeron los materiales para hacer las mascarillas y aquí estamos. Ahora ya tenemos el primer lote de 100 piezas y ya le enviamos el correo para que las vengan a buscar".

Su afán del confinamiento es ayudar y para ello decidieron pasar unas cuantas horas entre hilos: "Nos decidimos porque nosotras tenemos experiencia en coser y elaborar disfraces para carnaval, entonces nos animamos sin pensarlo y para nosotros no es ningún trabajo". Admite que se organiza como quiere, es la posibilidad que te da el confinamiento. "Entre limpiar unas cosas y otras, ya sabes y cosas que relimpias, pues me pongo un par de horas por la mañana y otras tantos por la tarde".

Su horario no tiene hora de entrada ni de salida, tampoco tiene que fichar, pero su decisión está ayudando a muchas personas que no logran conseguir una mascarilla en las farmacias o por los diferentes canales, aunque Mercedes avisa: "No son para uso sanitario, simplemente son mascarillas para uso doméstico". Todos los días tienen el mismo color y su organización diaria responde a los quehaceres rutinarios primero para pasar a sentarse en frente de la máquina de coser y ser solidaria.

Una vez que las entrega la empresa es la encargada de recoger el material. En cuatro días Mercedes ha logrado confeccionar las 100 mascarillas que establece el lote de material que le dieron. 25 mascarillas cada día hechas con toda la ilusión: "Para mí no es trabajo, cuando me pongo a coser me gusta, pero no te voy a engañar lo que más me gusta coser son disfraces de carnaval, es algo que me gusta mucho".

Para Mercedes, "es pan comido" hacer las mascarillas, pero requiere "organización".

El oficio no tiene nada que ver con la costura, dice, pero desde que hizo un cursillo disfruta "mogollón".

María y Mercedes gasten su tiempo de confinamiento mostrando su labor más solidaria. Sentadas, con mascarilla protectora, objetos para elaborar mascarillas y su máquina de coser para "pasárselo bien".

Hay personas que no piensan en el Entroido del año que viene, porque lo primero es pasar la pandemia. Ellas también quieren que el coronavirus se quite la careta para desenmascararlo de una vez. Tras esto, tocará el turno de pensar en los disfraces del próximo año y en su elaboración. Por el momento, las mascarillas son su foco de atención.