La declaración de una forense en el juicio fue clave para determinar la capacidad mental de la enjuiciada. Según sus informes, V.L.P. tenía un brote psicótico que le hizo perder la realidad y que actuaba en función de sus alucinaciones. "No era consciente de la enfermedad que tenía, ahora tiene una conciencia parcial y sabe que para recuperar a sus hijas necesita medicarse para recuperarlas". Por su actividad delirante "activa", pensó que "huir le daría tranquilidad, pero esas alucinaciones persecutorias que tenía con su exmarido se mantenían en su cabeza". El Ministerio Público pidió también una eximente completa para un tratamiento continuado durante cinco años para la acusada.
