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Un año de prisión por el abandono que mató a 41 animales: "Dejó que cohabitasen reses vivas y cadáveres"

Primera condena para el ganadero con dos causas: "Se despreocupó totalmente y dejó de prestar a sus reses los cuidados y el sustento"

El joven ganadero, durante el juicio. // I. Osorio

"Empezaron a morir los animales y no pude hacer nada. No pude emocionalmente con la situación, no era capaz. No pude aguantar ese dolor; yo crié a esos animales. Tengo fotos con ellos dándonos mimos. Me encantan los animales". Los alegatos de Agustín M. B., un ganadero de 29 año que atribuyó las constantes bajas anuales sobre todo a la enfermedad de la 'basquilla' -una especie de rabia de los rumiantes- no han convencido al juez que estudió la primera de sus dos causas que llegan a juicio en poco más de un mes. El magistrado Ricardo Pailos impone 1 año de prisión y 3 de inhabilitación para oficio relacionado con animales, por un delito continuado de maltrato. En su explotación de A Lama (Barbadás) que poseía desde octubre de 2017, murieron 41 cabras y ovejas. Se hallaron 38 cráneos.

"De manera totalmente injustificada, desde enero de 2018 se despreocupó totalmente de sus reses, a las que dejó de prestar los cuidados y el sustento necesario para su supervivencia, a consecuencia de lo cual fallecieron 41 ejemplares", señala la sentencia del Penal 1. La resolución no es firme; cabe recurso de apelación ante la Audiencia.

Cobró 22.000 euros de ayudas

El 26 de marzo de 2018, agentes del Seprona de la Guardia Civil accedieron al interior de la nave y se encontraron tres animales muertos, en estado de descomposición, así como 38 cráneos de ovejas y cabras así como restos esparcidos.

El acusado recibió en 2015 una subvención por importe de 22.000 euros de la línea de ayudas de la Xunta para la incorporación de jóvenes a la actividad agraria. Su registro oficial estaba en Allariz pero cambió hasta dos veces de explotación sin informar como marca el protocolo. Se desplazó a la explotación de Barbadás y, antes, a una de Nogueira de Ramuín, donde murieron dos ovejas atacadas por la fauna silvestre, un hecho por el que será juzgado en marzo (se enfrenta a 2 años de prisión).

El juez señala que las pruebas indican que el acusado "incumplió de manera deliberada o injustificada los más elementales deberes de atención y cuidado de sus reses". Considera que "el fallecimiento de los animales se debió a la conducta deliberadamente inactiva del acusado, resultando a la postre irrelevante si el fallecimiento tuvo lugar a consecuencia de inanición o de una enfermedad conocida como la 'basquilla', pues ninguna atención dispensó el acusado".

Del propio interrogatorio del acusado "resultado que dejó que en el interior de la nave cohabitasen animales vivos con cadáveres, lo que evidencia un claro abandono equiparable a una situación de maltrato". Incumplió la normativa "y las más elementales reglas del sentido común", añade el juez.

El acusado empezó hace un lustro con una cabaña de unas 200 cabezas de ganado, "pero cada año morían unas 50 o 60, hasta que me quedé sin nada". La fiscal preguntó por qué no avisó al veterinario. Él dijo que hubo visitas, y otras veces hizo consultas "por wasap o llamadas", pero desistió porque le parecía caro. "El ganado no es como las personas que pueden decir lo que tienen. Hay demasiadas enfermedades. Gastaba el dinero pero los veterinarios no daban una razón clara, siempre era un "puede ser", y gastar dinero para nada... No puedo gastar lo que tengo en veterinarios", alegó. El juez señala que solo ha acreditado cuatro atenciones veterinarias, y en fechas "muy anteriores a los hechos". Fueron "irrisorios gastos", pues frente a sus "quejas" solo constan 100 euros. No hubo prescripción para tratar la supuesta 'basquilla'. "No administró bajo supervisión veterinaria ningún medicamento a sus animales". Los supuestos envenenamientos por parte de los vecinos ni los denunció.

"Estaba obligado a observar las normas relativas a su cuidado. Pese a ello, y como él mismo declaró, una vez se produjeron las primeras muertes decidió no volver más por la explotación, dejando de este modo que cohabitasen cadáveres de animales con reses vivas en un espacio cerrado en el que no había ni agua ni comida, falleciendo finalmente todas las cabras y ovejas que estaban en el interior de la nave".

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