La Asociación Trascos, de Familias, Profesionales e Investigadores de Personas con Trastorno del Espectro Autista (TEA), celebró ayer una jornada de convivencia para conmemorar el Día internacional del Síndrome de Asperger y llamar la atención sobre las necesidades de este colectivo que, en cifras estadísticas, afectaría en la provincia a entre tres mil y cuatro mil personas. Según los datos que maneja esta asociación, en la actualidad hay 160 niños diagnosticados en Ourense integrados en centros escolares.

Y es precisamente en el ámbito de la integración completa donde está el principal caballo de batalla de la asociación. El presidente, Manuel Ojea Rúa, señala que si bien es cierto que en este aspecto los avances son evidentes, la lucha del colectivo es por la inclusión real. Porque aunque parezcan conceptos similares no son lo mismo, matiza. "No llega con colocarlos ahí y adaptar el currículo" porque, apunta, "de ese modo, con currículos paralelos, se mantiene la diferenciación". Con la integración en los centros escolares, añade Ojea Rúa, "los niños se benefician de la vida en común con otros niños, pero no viven la riqueza de las interacciones, que son las que producen el aprendizaje de pleno derecho".

Lo que demanda este colectivo se conseguiría, precisa Manuel Ojea, "con un cambio metodológico que de respuesta a todos los niños según sus capacidades, tengan o no autismo, y que los profesores y los recursos de apoyo ya existentes en el centro cambien su función". Un cambio estructural que mejoraría la vida de los niños con TEA, afirma.

La asociación Trascos constata también un "déficit de coordinación" entre los servicios sociales y los educativos en la atención a las personas son Trastorno del Espectro Autista y lamenta también el retraso en el pago de las ayudas reconocidas por el Concello de Ourense, concretamente, apunta el presidente, "tenemos las subvenciones aprobadas pero no las cobramos desde 2017".

Con todo, la asociación aprovechó ayer la celebración del día dedicado al Síndrome de Asperger para organizar una jornada de convivencia entre los niños con TEA y las familias. Durante dos horas realizaron actividades dirigidas a desarrollar el potencial cognitivo de los niños y la comunicación social.

Para ello, contaron con la colaboración de las familias y la ayuda mutua de los niños. Así, con trozos de fruta reconstruyeron un conjunto articulado que, explica Manuel Ojea, "es la hipótesis de la coherencia para que adquieran un contenido semántico global de fruta". Estas actividades de carácter lúdico y cognitivo fomentan también las habilidades de relación, comunicación social y de colaboración y cooperación con las familias.

En Trascos figuran 21 niños con TEA pero los asociados son muchos más ya que incluye familias, profesionales e investigadores que tratan el autismo en cualquiera de sus ámbitos.