- ¿Va a afectar este nuevo hallazgo de pinturas prehistóricas al objetivo inicial de analizar los vestigios de la guerrilla antifranquista en Casaio como punto neurálgico de esta resistencia en el norte peninsular?

-Seguimos adelante. Pero nuestros informantes son gente muy mayor; ellos son la memoria de aquella época y nos van quedando menos. Por eso hay que darse prisa. Hasta ahora este proyecto Sputnik Labrego, que es como le llamamos, estaba siendo financiado por la Xunta con apoyo de la comunidad de montes de Casaio y es en realidad un proyecto posdoctoral mío, pero debería continuar, pues hay grandes hallazgos.

- ¿Cuáles son los avances que han conseguido en ese estudio de investigación de la guerrilla?

-Hemos conseguido resultados muy importantes, pero aún nos queda por hacer. El pasado año excavamos tres "chozos" construidos por los guerrilleros en esos montes, que fue una de las zonas centrales de la organización guerrillera del noroeste peninsular, y el conjunto de materiales hallados es el más importante asociado a un movimiento guerrillero de los años 40 a 50 en toda Europa. Hubo un ataque de la Guardia Civil en el 1946 en el que quemaron esas chozas. Pero ese final traumático fue afortunado para la arqueología, pues se conservaron muchos restos que nos permitieron hacer analíticas detalladas sobre la vida cotidiana de la guerrilla.

- ¿Cuál es el enfoque que inspira esta investigación de la guerrilla y la diferencia de otras?

-Precisamente la vida diaria de esos hombres y mujeres, al margen de la lucha y la política. Cómo se organizaban en su día a día para poder sobrevivir en el monte, pues allí tuvieron que estar unos cinco años. Ese es el enfoque que mueve nuestro trabajo.