Antes de que Francisco Javier G. H. y Óscar G. L. mataran presuntamente de un golpe en la cabeza el 11 de agosto de 2018 a Fernando Iglesias Espiño -triple asesino de mujer e hijos en Canarias en 1996, al que conocieron entre rejas-, ya lo habían intentado, según la investigación. La Policía Judicial de la Guardia Civil de Ourense averiguó que en el permiso de salida anterior al crimen, 15 días antes, la víctima fue golpeada en la cabeza con un objeto. Según las pesquisas, que se contrastarán en sede judicial con testificales en las próximas semanas, el primer intento ocurrió en la casa de la madre de Francisco, en Maside, cerca de la granja regentada por este en alquiler, en la que Iglesias Espiño trabajaba para el presunto homicida, y donde comía y dormía durante sus permisos de salida. En la explotación presuntamente fue asesinado antes de que lo trasladaran a una finca de Piñor, para enterrarlo, donde el cuerpo fue localizado en diciembre.

En ese primer intento, presuntamente Francisco indicó a la víctima que se acercara a la casa a por una herramienta, donde Óscar supuestamente lo golpeó en la cabeza. Este supuestamente le pidió perdón al ver que continuaba consciente y argumentó que lo había confundido con otro recluso del que sospechaba que había acudido a robar. Espiño no denunció estos hechos a las autoridades aunque sí se lo habría comentado a otro recluso, según las fuentes consultadas.

La magistrada Vanesa García, titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción 1 de O Carballiño, ratificó ayer la prisión preventiva de los dos investigados. La Fiscalía pidió mantener la medida y las defensas solicitaron la libertad. En esta fase de la instrucción, pendientes todavía varias diligencias y algunas comprobaciones clave, la autoridad ve indicios de presuntos delitos de homicidio -por el crimen consumado en agosto-, tentativa de homicidio -por el primer incidente en el permiso de salida anterior-, así como defraudación de fluido eléctrico, porque en la granja inspeccionada minuciosamente por la Guardia Civil durante días en diciembre, en busca de restos humanos que no aparecieron tras abrir varias fosas -sí se hallaron numerosos cadáveres de pollos-, había un enganche ilegal a la luz.

Francisco Javier y Óscar comparecieron por videoconferencia y se acogieron a su derecho a no declarar. Las defensas quieren estudiar antes la causa, cuya remisión a O Carballiño ha sido reciente tras la inhibición del juez de Ourense que llevaba el caso, Leonardo Álvarez, por cuestión de competencia territorial. Tras el crimen, los imputados estuvieron unos días en el centro penitenciario de Pereiro de Aguiar, donde sospechosos y víctima habían coincidido, hasta que Instituciones Penitenciarias los destinó a cárceles distintas. Francisco está en A Lama y Óscar, quien desveló a los agentes en una confesión policial el lugar del enterramiento del cadáver, se encontraba en Teixeiro, aunque fue trasladado a Pereiro porque tiene otros compromisos judiciales estos días.

Iglesias Espiño fue condenado a 25 años por el triple asesinato de su familia, del que estaba arrepentido. Había tenido 80 permisos sin incidencias en Pereiro. Una fuga no encajaba para los profesionales del centro porque al hombre, de Silleda y 63 años, le faltaban poco más de 2 años para ser libre, tras más de 22 cumplidos. Investigados y víctimas eran amigos. El supuesto móvil del crimen fue el dinero. La Policía Judicial de la Guardia Civil de Ourense bautizó este caso, cuyo éxito fue elogiado por la justicia, con un nombre muy gráfico: Operación Avaro. Entre el 11 y el 24 de agosto, retiraron los fondos que le quedaban a Espiño de la herencia de su madre. Había ingresado 26.631,83 euros en julio. Los presuntos homicidas obtuvieron 19.450 euros, todo lo que tenía tras la compra de un coche nuevo que apareció abandonado en Vigo. "Bueno, esto ya se terminó. No hay más que sacar", oyó supuestamente un testigo decir a Óscar tras extraer los últimos 490 euros en un banco de Ribadavia. Una cámara de seguridad grabó cómo quitaba el efectivo el 24 de agosto. Los posicionamientos de los móviles sitúan a los investigados en los lugares del crimen y en los cajeros, según el auto de prisión.